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martes, 20 de diciembre de 2011

Y después....



   El ser humano es el único dotado de razón, por eso es llamado de racional.

  Ser racional es raciocinar  con sabiduría, es saber discernir, es pensar, utilizando el buen sentido y la lógica antes de cualquier actitud.

   Todavía, buena parte de nosotros no actuamos con la sabiduría necesaria para evitar problemas y sinsabores perfectamente evitables.

   Normalmente, actuamos antes y pensamos después, tardíamente, cuando percibimos que los resultados de nuestra acción nos  disgustan.

    Paulo, Apóstol, que tenia la lucidez de la razón, advierte con sabiduría: “todo me es licito, más no todo me conviene”.

   Quiso decir con eso que todo nos es permitido, más que la razón nos debe orientar de que no todo nos conviene.

    Desde el punto de vista físico, cuando comemos o bebemos algo que nos hace mal, no pensamos en el después, más el después es fatal.

    Si nuestro organismo es frágil a ciertos tipos de alimentos, debemos pensar en las consecuencias antes de ingerirlos,  aun mismo que nuestra voluntad diga lo contrario.

     Nos preguntamos: ¿y después? ¿Como será después?

     Recordamos la pesadez, el mal estar de otros disturbios anteriores.

   Si tenemos deseos de hacer huso de las drogas, sean ellas socialmente aceptadas o no, pensemos antes no después. ¿Será que soportaré con valentía las enfermedades provenientes de esos vicios?   ¿Será un precio muy alto por algunos momentos de satisfacción?

    ¿Cuando sentimos la voluntad de utilizar la tarjeta de crédito, por la facilidad que ella ofrece, acostumbramos a pensar en el después?  ¿Pensamos como vamos a pagar la cuenta?

  ¿Cuándo recibimos una invitación de las propagandas para el consumo desenfrenado, ponderamos racionalmente sobre la necesidad de la adquisición, o compramos antes para constatar, luego, que no necesitamos de aquel objeto?

En el campo de la moral no es diferente.
     

   ¿Cuando surge el deseo de gozar algunos momentos de placer, pensemos: y después?

    ¿Cuáles serán las consecuencias de ese acto que deseo realizar? ¿Será que lo soportaré valerosamente, sin reclamar a Dios ni juzgar  la responsabilidad sobre los otros?

    Cierto día conversando con un fiscal retirado, lo oí hablar al respecto del vacio que sentía  en la intimidad y de la conciencia marcada por los actos  incoherentes  que practicará durante su vida.

   Buscó, en la actividad profesional, sacar provecho de todas las situaciones. Solucionaba todo con algún “provecho” y con mucha propina, más nunca había pensado en el después.

...Y el después llegó. La vejez lo alcanzó  como alcanza a las personas honestas, pero su conciencia  tenia un peso descomunal, y una sensación  de malestar le invadía el alma.

   No conseguía mirar a los ojos de los hijos y los nietos, sin pensar en lo inescrupuloso que había sido. Sin pensar en el tipo de sociedad que había construido para legar a sus afectos.

    De esa forma, antes de tomar cualquier actitud, preguntémonos a nosotros mismos. ¿Y después?

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Mejor que resistamos por un momento y tengamos la paz interior, que  gozar por un minuto y tener el resto de la vida para arrepentirnos.

Equipo de Redacción de Momento Espírita.

No es ocioso solamente quien no hace nada, sino también quien podría emplear mejor su tiempo.
Sócrates.

( Ver blog  elespiritadealbacete.blogspot.com ;
 http://www.ade-sergipe.com.br/  ; 
          www.boletin-nuevaesperanza.blogspot.com   
Centro Espírita sin fronteras.- ceesinfronteras.es/eventos.htm)






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