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martes, 3 de enero de 2012

La obra de Kardec como filosofía y como ciencia



Preciso es confesarlo. Al gran incremento que a principios del siglo XIX, adquirió el estudio de las ciencias físicas y naturales, sucedió lo que lógicamente tenía que suceder: La escuela positivo materialista resurgía con potente vigor, agrandándose como una bola de nieve que baja de la montaña y que impetuosamente traga cuanto encuentra a su paso. Fuerte y poderosa, cada día más, con nuevos e importantes descubrimientos que, considerados bajo un aspecto, le daban más firme apoyo y sostén, fueron sus paladines y discípulos los hombres de más ciencia y los más estudiosos.

Creer a mediados desiglo, no ya en el espíritu,sino en algo que no pudiera ser analizado en los crisoles de la química, era sinónimo de captarse la fama de ignorante.

Solo uno de esos genios que aparecen en cada época precisa de la historia de la humanidad, para encuazarla por el camino del progreso cuando de él se ha extraviado, podía salvarla.

Y ese genio fue el que adoptó el simbólico nombre de Allan Kardec.

Haciendo frente a las circunstancias presentes y amoldándose en lo posible al medio ambiente, sienta, frente al triunfante materialismo egoísta, las bases inconmovibles de un espiritualismo altruista, y para ello toma también, - y en esto difiere de los demás espiritualismos puramente especulativos,- aquello que el positivo materialismo sólo admite como base de conocimiento indestructible: la esperimentación científica.

Sobre hechos observados da cuerpo a una nueva ciencia: la psico-física, que es el puente por donde los más sabios materialistas han de pasar para llegar al espiritualismo, del que después serán sus fuertes defensores.

La escuela fundada por Allan Kardec, satisface por igual al sentimiento y a la inteligencia, y por eso su doctrina, la misma de Jesús en los primeros siglos,se difunde y universaliza, aun siendo enteramente contraria a las creencias, sentimientos y costumbres dominantes.
Pero del mismo modo que la puereza de la doctrina de Jesús, se adultera, se desnaturaliza y se trunca por aquellos que pretenden sublimarla, si ello fuese posible, y vienen a ser inconscientemente sus peores enemigos, así también el sencillo Espiritismo fundado por Allan Kardec se desnaturaliza, adultera y trunca en su esencia por algunos fanáticos (1) que, pretendiendo rendir al maestro un fervientge, o mejor dicho, idólatra culto, son inconscientemente sus peores enemigos, pues con sus prácticas “espiriteras”, presentan al mundo un Espiritismo contrahecho para que sea objeto de mofa de propios y extraños.

Dos aspectos ofrece la obra de Kardec: el filosófico y el fenoménico, hechos espiritistas,medianímicos o ciencia experimental.

El primero,o sea, la doctrina filosófica como especulación metafísica es, por la misma razón, siempre discutible, hasta tal punto que cabe perfectamente no estar conforme con uno o muchos conceptos de ella, y ser tan espiritista como Kardec. Sus razonamientos están, por lo general, concebidos con tal elevación de ideas y expresados tan clara y sencillamente, que son facilmente comprendidos y asimilados por todas las inteligencias. Sus teodicéa, ontología,ética,providencialismo.... señalan un gran paso adelante con relación al criterio católico, pero de ningún mododeben considerarse como la expresión de la verdad absoluta. Esto no es, ni será nunca patrimonio de la inteligencia finita y perfectible del hombre. Son por lo tanto, aqellos conceptos perfectamente discutibles y cabe que sean superados por otras inteligencias. Indudablemente, cuando haya nuevos y más completos datos de la observación científica y un mayor desenvolvimiento de la intelectualidad del espíritu en la masa general de la humanidad, sus conceptos serán superiores y ampliarán o modificarán algunos de los expuestos por Kardec. Él mismo, tal vez no estaba de completo acuerdo con todo lo que escribió y hubiera ido más allá si el tiempo lo hubiera permitido, o no le hubiese detenido la consideración de que, dado el nivel intelectual de su tiempo, no era conveniente.

A propósito y en confirmación de esto mismo, he aquí lo que dice un testigo de mayor excepción, la respetable e iluste Mdme R.Noeggerath, amiga de Kardec, en una Nota a una hermosa comunicación atribuida fundamentalmente al Mestro: “Nota.- En las sesiones íntimas Allan Kardec hablaba como gran sacerdote de la India antígua. La grande inteligencia que se había consagrado a la regeneración de la humanidad, se reencarnó bajo el nombre de Allan Kardec, para poner de nuevo, con toda la audacia que permitía su época, los primeros jalones de la ciencia dada al olvido. Poco tiempo antes de su muerte expresó a sus amigos y particularmente al profundo filósofo Jules Dory, su sentimiento de no haber podido ir más allá y el deseo de que sus sucesores ampliasen y desenvolviesen su obra . Tenía pena y una especie de remordimiento de no haber tratado el asunto del porvenir de los animales, de su evolución, de su ingreso en el reino humano. Aunque el momento no era propicio, pensaba llenar estas laguna cuando la muerte le interrumpió su obra.

El segundo aspecto de la obra de Kardec es referente al fenomenismo o ciencia experimental.

También bajo ese concepto asombra la labor que realizó, si se tiene en cuenta el inmenso número de datos que reunió para pocder elevarse a su clasificación y sentar conclusiones.

Pero por más grande y claro que fuese su criterio y su obra, en este punto tenía que ser muy imperfecta y sujeta a muchos errores, pues se basa en hechos en los que intervienen muchos factores, elementos o fuerzas, entonces casi del todo desconocidos.

Al Espiritismo se debe el auge que adquirió la Psico-Física ( magnetismo, hipnosis, espiritismo experimental...). Desde entonces se ha recorrido mucho camino y se han despejado muchas incógnitas, lo cual no quiere decir que la psico-física sea ya una ciencia de la que se posean ya muchos conocimientos, pues aún está en sus comienzos, pero lo descubierto por ella es lo suficiente para poder afirmar que determinados fenómenos extraños, tenidos tiempo atrás por espíritas, es decir, atribuidos a los espíritus, son exclusivamente producidos por fuerzas que, aunque no bien conocidas, son propias del médium y los circunstantes.

Los “espiriteros” y espiritistas fanáticos a quienes hemos hecho referencia, a cada negación que la ciencia hace de un hecho tenido por espírita, se vuelven airados contra el que se atreve a hacer semejante declaración, y cual fieles guardianes de dogmas sagrados, lanzan sus anatemas. Infautados de que poseen la verdad absoluta, no ven que el quietismo es muerte y que el movimiento es vida, que el Espiritismo, como filosofía y como ciencia es integral y progresivo, y por tanto reformable y perfectible, y que sobre su filosofía y su ciencia, estas afirmaciones son las que recomendaba Kardec como evidentes a sus adeptos como norma de conducta.

El mejor homenaje que podemos ofrecer a su memoria es seguir sus sabios consejos, que se resumen en una sola palabra: Adelanta, para procurar que el Espiritismo se depure en lo posible, de errores y sea de este modo entre todas las demás, la doctrina que contenga en sí la más alta expresión de la verdad.
  1. Espiriteros les llamaba el ilustre Torres Solanot.

-Eugenio García Gonzalo-( Extraido de La Luz del Porvenir Marzo de 1928)

Más daño causan a una religión, escuela o doctrina determinada, sus partidarios fanáticos, que sus enemigos”

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