POR UN MOMENTO

 Antes de negarse a las llamadas de la caridad, medite por un momento en las aflicciones de los demás.

Imagínese en lugar de quien sufre.

Observe a los hermanos relegados a los padecimientos de la calle y supóngase en semejante situación.

Repare en el doliente desamparado y considere que mañana probablemente seremos nosotros los candidatos al socorro en la vía pública.

Examine al anciano fatigado y reflexione en que si la desencarnación no le llega en breve, no escapará usted de la vejez.

Contemple los niños necesitados, recordando a los propios hijos.

Cuando la ambulancia se deslice ante su paso, conduciendo al enfermo anónimo, considere que tal vez un pariente nuestro, muy querido, se encuentre gimiendo dentro de ella.

Escuche pacientemente a los compañeros entregados a la sombra de un gran infortunio y recuerde que en un futuro próximo, es posible que nos encontremos atravesando las mismas dificultades.

Frente a la multitud de ignorantes, cansados e infelices, juzgándose entre ellos, y mentalice la gratitud que usted sentiría ante la migaja de amor que alguien le ofreciese.

Piense por un momento en todo eso y usted reconocerá que la caridad para todos nosotros es una simple obligación.

(Manos marcadas – Espíritu André Luiz, psicografia de Francisco Candido Xavier, IDE)



Si quieres ser sabio, aprende a interrogar razonablemente, a escuchar con atención, a responder serenamente y a callar cuando no tengas nada que decir.
- Autor desconocido -

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