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jueves, 8 de enero de 2015

Resignación Espírita

CAMINANDO HACIA EL PROGRESO

Cuando reencarna el espíritu se adormece para despertar en la nueva experiencia, en los círculos de la vida humana.

El mismo Jesús, cuando penetró en la región terrena,. Fue obligado a aniquilarse en sacrificios pungentes. Las leyes planetarias no afectan solamente  a los espíritus en aprendizaje o en reparación, sino también, a los misioneros, de la más elevada estirpe.

El Espíritu elevado, experimenta igualmente  el olvido transitorio del pasado y aunque no tan agravados en virtud de sus conquistas, siente el mismo deseo de comprensión  y la misma sed de afecto que palpitan en los otros mortales. Para esclarecimiento de esos problemas, el Maestro dejo a sus discípulos  profundas enseñanzas en el Evangelio.  El mundo, representado  por malos sacerdotes  y falsos doctores, buscó tentar al mismo Jesús.

Hay hermanos que sacrificándose  y volviendo a la Tierra para  auxiliar a sus hermanos  y afectos queridos, después de pedir esa misión tan arriesgada, vuelven al plano espiritual cargados de mil  problemas para resolver, retardando así preciosas adquisiciones. En esas misiones sublimes, la criatura disputa  el derecho de acompañar al Maestro en sus pasos divinos. El discípulo  de la verdad y del amor, en el mundo, es algo de Jesús y de Dios, y la masa vulgar no le perdona tal condición, sobrecargándolo de pesadas amarguras, porque sus sentimientos  no son análogos a aquellos que conducen a incoherencias y desatinos. No podrá haber acuerdo entre la virtud y el pecado. Y como el pecado aun domina  al mundo, la tarea apostólica en sus trámites será siempre un doloroso espectáculo de sacrificio para las almas comunes.

Todos los que siguieron  a Jesús  fueron obligados a identificar el destino con la señal del martirio. Los que no se desprenden de la Tierra, crucificados  en dolores públicos,  se retiran  al desamparo, amargados por los oprobios humanos, calumniados, humillados, encarcelados, heridos, raros son los que triunfan  conservando la serenidad  y el amor inmaculado  hasta el final.

El hombre común, en sus intereses mezquinos, no considera el dolor sino como rescate y pagamiento, desconociendo el gozo de padecer por cooperar sinceramente en la edificación del Reino de Cristo.

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Recordemos los sacrificios  de los pioneros del progreso que no procedieron en la jornada humana, para que avances en la Tierra sin la ceguera de la ingratitud.

Recordemos las manos anónimas que nos irguieron el hogar, los brazos que nos mecieron la cuna  y las voces amigas que nos enseñaron a mover los labios en el idioma del entendimiento.

No olvidemos aquellos que lloraron y sufrieron, labrando el suelo en el que ingerimos   la primera bendición del pan no te olvides de cuantos se vieron estimulados  en el trabajo para que el confort y la higiene  nos sustentasen el cuerpo.

No releguemos a la indiferencia  los que se vieron en suplicio para que tuviésemos el orden legal, garantizándonos la seguridad,  y los que murieron  en las cárceles, muchas veces, calumniados y traicionados, para que la libertad nos bendiga la existencia.

Consagremos en la memoria un altar de reverencia para aquellos que nos donaron los tesoros de la educación, a fin de que el aprendizaje en la Tierra se nos haga camino hacia la Espiritualidad Superior.

Usufructuarios del campo en el que fuimos acogidos por la bondad y la esperanza de los que nos vieron nacer, recogimos de ellos la experiencia que el sufrimiento les otorgó, reclamándonos tan bien sudor y buena voluntad en el mundo, para que la vida en el mundo se haga mejor.

No nos perdamos en los laberintos de la indagación sin provecho, preguntando si la crueldad es hoy mayor que la de ayer en el camino de las criaturas.

Cedamos a la Tierra lo mejor de nosotros, en el servicio desinteresado y constante para que el bien prevalezca, iniciando en la propia alma  la obra redentora del amor que todo lo abarca, y, volviendo mañana a la gran escuela de la experiencia humana, la encontraremos más  noble y más bella,  convertida,  con la parcela de nuestro esfuerzo, en antecámara para la Vida en  Los cielos.

 Trabajo realizado por Merchita, extraído del Libro “Nacer y Renacer” y  de  “Renuncia” ambos de Francisco Cándido Xavier
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RESIGNACIÓN ESPIRITA

Una de las acusaciones que se hacen al Espiritismo es la de llevar el hombre al conformismo. “Los espíritas se conforman con todo, dicen algunos. Muchos confunden la resignación espírita con el conformismo religioso. Pero, contradictoriamente, acusan el Espiritismo y no acusan a las religiones.

La idea de la reencarnación no es nueva, no nació con el Espiritismo, y no necesitamos teorizar al respeto, pues tenemos toda la historia de la humanidad ante nuestros ojos, para mostrarnos prácticamente sus efectos.
La resignación espírita transcurre, no de una sumisión místico-religiosa a las fuerzas incontrolables, sino de una comprensión del problema de la vida. Cuando el espírita se resigna, no está sometiéndose por el miedo, sino sólo aceptando una realidad a la cual tendrá que sujetarse, exactamente para superarla, para vencerla. No es, pues, el conformismo que se manifiesta en esa resignación, sino la inteligente comprensión de que la vida es un proceso en desarrollo, dentro del cual el hombre tiene que equilibrarse.
La diferencia entre resignación o aceptación, de un lado, y conformismo, de otro, es que la primera actitud es activa y consciente, mientras la segunda es pasiva e inconsciente. El Espiritismo nos enseña a aceptar la realidad para vencerla.
Si la enfermedad lo acosa, - dicen - el espírita entiende que está siendo víctima del fatalismo cármico, del destino irrevocable. Si la muerte le roba un ser querido, él cree que no debe llorar, sino agradecer a Dios. Si el patrón lo castiga, él se somete; si el amigo lo traiciona, él perdona; si el enemigo le golpea en la mejilla izquierda, él le ofrece la derecha. El Espiritismo es la doctrina de la despersonalización humana”.
Pero acontece que esa despersonalización no es enseñada por el Espiritismo, y sí por el Cristianismo. Cuando el Espiritismo enseña la conformidad delante de la enfermedad y de la muerte, el perdón de las ofensas y de las traiciones, nada más está haciendo que repetir las lecciones evangélicas. Conviene aclarar que con esto no se trata de despersonalización, sino de sublimación de la personalidad. Lo que el Cristianismo y el Espiritismo quieren es que el hombre egoísta, brutal, carnal, agresivo, animalesco, sea sustituido por el hombre espiritual. La “personalidad” animal debe dar lugar a la verdadera personalidad humana.
En cuanto al caso de las enfermedades, sería oportuno acordar al lector las curas espíritas. ¿No llega eso para demostrar que no hay fatalismo cármico? Lo que hay es la comprensión de que la enfermedad tiene su papel en la vida humana. Pero cabe al hombre, en ese terreno, como en todos los demás, luchar para vencerla. El Espiritismo, lejos de ser una doctrina conformista, es una doctrina de lucha. El espírita lucha incesantemente, día y noche, para superar el mundo y superarse a sí mismo. Conociendo, sin embargo, el proceso de la vida y sus exigencias, no se tira ciegamente a la lucha, sino buscando realizarla con inteligencia, en un constante equilibrio entre sus fuerzas y el poder de los obstáculos

J. Herculano Pires
Extraído del libro “El Hombre Nuevo” del mismo autor

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           ACERCA DE LOS                          ANGELES

La palabra ángel generalmente despierta la idea de perfección moral.
 Frecuentemente, es aplicada a todos los seres buenos y malos que no pertenecen a la Humanidad. Se dice el ángel bueno y el ángel malo, el ángel de la luz y el ángel de las tinieblas.
 En la Biblia se encuentra con frecuencia ese vocablo. A veces, con el sentido de seres humanos ejerciendo la función de mensajeros, embajadores, profetas.
 Su utilización más frecuente se refiere a seres ya existentes antes de la creación del mundo, pero igualmente creados por Dios.
 Se diferencian del hombre por su superioridad en inteligencia, sabiduría y poder.
 Algunos críticos juzgan que la idea de los ángeles sustituyendo a los dioses nació por influencia de los pueblos vecinos de Israel, sobretodo de Persia.
 Es así que ellos aparecen en descripciones bíblicas hablando a los hombres en la forma y lenguaje humanas. Y son presentados con grados jerárquicos entre ellos.
 Se observa que en el Nuevo Testamento las referencias a los ángeles son menos frecuentes que en el Antiguo Testamento.
 La existencia de seres humanos ejerciendo las funciones de mensajeros de la Divinidad hacia los hombres también es admitida como realidad en las religiones no bíblicas.
 Es así que vemos descripciones de ángeles en el mahometismo, en las mitologías griegas y orientales y en algunas ramas del budismo.
 El Corán es extraordinariamente rico de referencias a los ángeles.
 La Doctrina Espírita nos enseña que los ángeles son seres creados como todos los Espíritus.
 Una vez que ya recorrieron todos los grados y reunido en sí mismos todos los perfeccionamientos, se tornan Espíritus puros.
 Como existen Espíritus de esa categoría, muy anteriores al hombre, éste creyó que ellos habían sido creados así, perfectos.
 Entre los ángeles existen aquellos que se dedican a proteger, son los ángeles de la guarda.
 Siempre son superiores a los hombres. Están para aconsejar, sustentar, ayudarnos a escalar el monte acantilado del progreso.
 Son amigos firmes y devotos, más que cualquier vínculo afectivo que se pueda tener en la Tierra.
 Esos seres están cerca de los hombres por orden de Dios. Están allí por Su amor.
 Cumplen junto a los hombres una bella y al mismo tiempo difícil misión.
 Sea en las cárceles, en los hospitales, en los antros del vicio, en la soledad, ellos se encuentran al lado de sus protegidos.
 Es de ellos que nuestra alma recibe los más afectuosos impulsos y escucha los consejos más sabios.
 Ellos nos auxilian en los momentos de crisis.
 Para aquellos que creen improbable que Espíritus verdaderamente elevados se restrinjan a una tarea tan laboriosa y de todos los momentos, es conveniente acordarse que ellos nos influencian a millones de leguas de distancia.
 Para ellos el espacio no existe. Pueden vivir en otros mundos y conservar la conexión con sus protegidos.
 Tienen facultades que no podemos comprender.
 Cada ángel de la guarda tiene su protegido y lo cuida, como un padre cuida a su hijo.
 Es feliz cuando este sigue el camino del bien y llora cuando sus consejos son despreciados.
 El ángel de la guarda está unido al individuo desde su nacimiento hasta la muerte. Con frecuencia lo sigue después de la muerte y aún mismo por las numerosas existencias físicas.
 Para el Espíritu inmortal esas existencias son fases muy cortas de la vida.
 Gregorio Magno fue el primero que introdujo el concepto de la angelología en la teología cristiana del Occidente.
 Aparecieron así, además de los ángeles y los arcángeles, dos otras clases: la de los querubines y serafines, que jamás fueron mencionados en la Biblia como seres angelicales.
 En el Nuevo Testamento, los ángeles son presentados como sometidos a Cristo, el Espíritu perfecto.
 

                         Redacción del Momento Espírita con base en los ítems 128 a 130 y 489 a 495 del O livro dos Espíritos, de Allan Kardec, 

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