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martes, 28 de abril de 2015

Profundizando un poco más en la Obra Divina


Salidas y llegadas Aeropuerto


                EN EL PROCESO REDENTOR

De la tierra parten diariamente para el más allá  miles de  viajeros humanos.  Son muy pocos  los que son sublimados y se han ocupado en tareas ennoblecedoras.  La mayoría  se constituye  de espíritus en lucha  por la conquista  de títulos  que les exalten la personalidad.  Han estado experimentando  y no llegaron a ser hombres completos.

No debemos nunca olvidar que somos hijos de Dios, en crecimiento.  Sea en los campos de fuerzas condensadas, como en los de la lucha física,  sea en las esferas de energías sutiles, como en los del plano superior, los ascendientes  que nos presiden los destinos son de orden evolutiva, pura y simple, con indefectible justicia siguiéndonos de cerca, a la claridad gloriosa y compasiva del Divino Amor.

La muerte a nadie propiciará pasaporte gratuito para la ventura celestial. Nunca tornará esa aduana  hombres en ángeles. Todos transpondremos esa aduana de la eternidad con el exclusivo equipaje  de lo que hayamos sembrado y aprenderemos que el orden y la jerarquía, y la paz del trabajo edificante, son características inmutables de la Ley, en todas partes.

La modificación del plano mental de las criaturas nadie la impone jamás: es fruto de tiempo, de esfuerzo, de evolución; y el edificio de la sociedad humana, en el actual momento del mundo, viene siendo sacudido en sus propias bases, compiliendo a inmenso numero de personas a  improvistas  renovaciones.

La Puerta Divina no se abre a espíritus que no se han divinizado por el trabajo de cooperación con el Divino Padre. No basta, la creencia que espera; es indispensable el amor que confía y atiende, transforma y eleva, como vaso legitimo de la Sabiduría Divina.

Después de la muerte física, lo más sorprendente para el alma es el reencuentro de la vida. Allí se descubre que el cuerpo fluídico (el periespiritu) de materia más suave y más plastificada, es fruto igualmente del proceso evolutivo.  No somos creaciones milagrosas, somos hijos de Dios  y herederos de los siglos. Los favoritismos no existen en la patria del espíritu, y todas las fuerzas de la Creación de perfeccionan en el infinito.

El principio espiritual, desde el oscuro momento de la creación, camina sin detenerse hacia delante. Se alejó del lecho oceánico, alcanzó la superficie de las aguas protectoras,  se movió en dirección al lodo de las márgenes,  se debatió en el charco, llegó a la tierra firme, experimento  en la floresta copioso material de formas representativas, se irguió del suelo, contemplo los cielos, y después de largos milenios, durante los cuales aprendió a procrear, a alimentarse, escoger, recordar y sentir, conquistó la inteligencia….

Viajo del simple impulso hacia la irritabilidad, de la irritabilidad  hacia la sensación, de la sensación hacia el instinto, y del instinto hacia la razón. Todo ese proceso  en innumerables milenios, estamos en todas las épocas abandonando esferas inferiores,  con el fin de llegar a las superiores. el cerebro es el órgano sagrado de la manifestación de la mente, en transito  de la animalidad hacia la espiritualidad.


El hombre actual representa la humanidad victoriosa, emergiendo de la bestialidad primaria. Estamos  en el proceso de la liberación y la reencarnación perfeccionándonos, puliéndonos, progresando, hasta conseguir, por el refinamiento propio, el acceso a expresiones sublimes de la Vida Superior, que aun no nos es dado comprender.
El nacimiento y la muerte son choques biológicos, imprescindibles para la renovación. Todos los hombres conservan tendencia y facultades, que son afectivo recurso del pasado; no todos al atravesar  el sepulcro, pueden readquirir repentinamente, el patrimonio de sus reminiscencias. Quien se materialice, demasiado, demorándose  en bajo patrón vibratorio,  en el campo de la materia densa,  no puede volver a encender, de pronto, la luz de la memoria.  Le  llevará tiempo deshacerse de los pesados envoltorios a los que despreocupadamente se prendió.

Para que la mente  prosiga  dirección a lo alto, es indispensable que se equilibre, valiéndose de las conquistas pasadas,  para orientar los servicios presentes, y amparándose, al mismo tiempo, en la esperanza que fluye, cristalina y bella,  de la fuente superior de idealismo elevado, del cual atrae las energías restauradoras del plano divino, construyendo así el futuro santificante.

La mente humana, de manera general, asciende para el crecimiento superior a pesar que, a veces, parezca lo contrario. La oración, representa por el deseo manifestado,  por las inspiraciones íntimas  o por las peticiones declaradas,  el ascendiente de nuestras actividades.

 Si el amor emite rayos de luz, el odio lanza estiletes de tiniebla. En los lóbulos frontales recibimos los “estímulos del futuro” en la corteza abrigamos las “sugestiones del presente” y en el sistema nervioso, propiamente dicho, archivamos los “recuerdos del pasado”. La mayoría de los fenómenos de alineación psíquica proceden de la mente desequilibrada.

Es imposible la cura de los locos a través de procesos exclusivamente objetivos. Es indispensable penetrar el alma y la medula de la personalidad, mejor los efectos socorriendo las causas, no podremos restaurar cuerpos enfermos sin los recursos del Medico Divino de las almas que es Jesucristo. Los fisiologistas harán siempre  mucho, intentando rectificar la disfunción de las células; no obstante es menester intervenir en los orígenes de las perturbaciones. Destacando que el hombre, puede vigorizar su propia alma, por su conducta,  o lesionarla. El que se sacrifica  para el bien de todos, estará engrandeciendo los graneros de si mismo, en plena eternidad; el homicida, esparciendo la muerte y la sombra en su cercanía, establece el imperio del sufrimiento y de la tiniebla en su propio interior.

Somos simples trabajadores imperfectos en servicio, y el servicio es la mayor fuerza que nos pone de manifiesto nuestras propias imperfecciones. Todos tenemos un acreedor  divino en Jesús, cuya infinita bondad no nos es lícito olvidar.  En verdad somos felices en el presente, porque nuestro objetivo de hoy es la realización del Reino de Dios, en nosotros, con Cristo. Trabajemos con El, por El, y para El, curando nuestros males para siempre.

Trabajo realizado por Merchita

Extraído de un Mundo Mayor de Chico Xavier.

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PROFUNDIZANDO UN POCO MÁS  EN LA OBRA DIVINA


El más allá es simplemente lo que nuestros sentidos no alcanzan. Estos son muy pobres, lo sabemos. Apenas nos dejan distinguir las formas más groseras de la vida universal. Las formas más sutiles se les escapan por completo. Durante mucho tiempo, ¿qué ha sabido la humanidad sobre el universo? ¡Casi nada!
Todas las cosas existen en el Universo invisible antes de manifestarse en el visible, en lo ideal antes de aparecer en lo real, en lo espiritual antes de mostrarse en lo material.
El reino de lo invisible es el reino de las causas. El reino de lo visible es el reino de los efectos. La naturaleza del efecto está siempre determinada y condicionada por la naturaleza de la causa.
Un divino encadenamiento entrelaza el Universo entero y por todos los lugares la voluntad humana está vivificada por la voluntad divina, de manera que si con ella armonizamos la nuestra y obramos de acuerdo con las leyes y fuerzas superiores, seremos un eslabón del maravilloso encadenamiento del Universo. Tal es el secreto de todo éxito. Así se llegan a adquirir desconocidas riquezas e inimaginables facultades.
El objeto capital de la vida humana es lograr la consciente y positiva efectividad de nuestra unión con Dios y abrir completamente nuestro ser a su divino flujo. Este es el objeto capital de la vida humana en el que todo otro se encierra y del que todo otro se deriva. En el grado en que logremos la consciente efectividad de nuestra unión con Dios y abramos nuestro ser a su divino flujo, se manifestarán en nosotros las cualidades y potencias de la vida infinita.
La infancia del siglo XX marca una nueva etapa del pensamiento y de la ciencia. Esta se libera cada vez más de los límites estrechos dentro de los cuales había estado encerrada tanto tiempo, para tomar impulso, desarrollar sus métodos de investigación y de razonamiento, y explorar los vastos horizontes de lo desconocido. La psicología, notablemente, ha entrado en nuevas vías. El estudio del yo, de la personalidad humana, ha pasado del dominio de la metafísica al de la observación y la experiencia. Entre las ciencias nacidas de este movimiento, figura el espiritualismo experimental.
Bajo ese nombre, el viejo espiritismo, tan ridiculizado y escarnecido, a menudo enterrado, ha reaparecido con más vitalidad y ve acrecentarse día a día el número de sus partidarios.
Hoy, ya se empieza a comprender que el espiritismo es uno de los acontecimientos más considerable de los tiempos modernos, una de las formas más remarcable de la evolución del pensamiento, el germen de una de las más grandes revoluciones morales que el mundo pueda haber conocido.
Es necesario en fin que el hombre aprenda a conocerse mejor, a tomar conciencia de las energías que duermen en el; doblegándose a la ley suprema, debe trabajar con coraje y perseverancia en acrecentarse, en crecer en dignidad, en saber, en sabiduría, en moralidad, ¡porque todo su destino está ahí!
La doctrina de la reencarnación o vidas sucesivas es la única que ilumina de una viva luz el problema del destino humano. Fuera de ella, la vida no nos presenta más que contradicciones,  incertidumbre y tinieblas. Ella sola explica la variedad infinita de los caracteres, de las aptitudes, de las condiciones.
Así como una bellota encierra, en estado de germen, el espléndido roble en su desarrollo majestuoso; así como una minúscula semilla representa la flor en la eclosión de su belleza y de sus perfumes, así la más inferior de las almas humanas posee, en estado latente, los elementos de su grandeza, de su potencial, de su felicidad por llegar, todas las fuerzas del pensamiento, todos los recursos del genio. Es llamada a desarrollarlos en la sucesión de sus innumerables vidas, en sus encarnaciones a través de los tiempos, a través de los mundos, por el trabajo, el estudio, la alegría y el dolor.
El Alma construye ella misma su destino. En cada renacimiento, aporta los frutos de sus trabajos anteriores. Se revelan por sus aptitudes, sus facilidades de asimilación, sus tendencias, sus gustos.
Aporta también el capital moral acumulado en sus pasadas vidas. Según sus méritos o deméritos, según el bien o el mal cumplido, su nueva vida será dichosa o desdichada, dominada por la suerte o la mala suerte. Todo lo que hacemos recae sobre nosotros a través de los tiempos, en felicidades o en dolores. El purgatorio y el infierno no son más que las penosas existencias terrestres, por medio de las cuales rescatamos un pasado culpable, purificamos nuestra conciencia, aligeramos nuestra alma y nos preparamos a nuevas ascensiones.
Únicamente el dolor, en efecto, puede consumir y destruir los gérmenes impuros, los fluidos groseros que sobrecargan el ser psíquico y retardan su elevación.
Considerada bajo ese punto de vista, la doctrina de las reencarnaciones restablece la justicia y la armonía en el mundo moral. Así como el mundo físico está regido por leyes ordenadoras, ¿es posible que el mundo psíquico solo presente desorden y confusión, como resulta de la creencia en una sola vida para cada uno? La filosofía de las vidas sucesivas viene a restablecer el equilibrio y mostrarnos que el mismo orden admirable rige las dos facetas del universo y de la vida, que se reúnen y se funden en una unidad perfecta.

El hombre se inclina demasiado a menudo a juzgar los hechos desde el estrecho horizonte de sus preconceptos y de sus conocimientos. Hay que elevarse más alto, extender más lejos nuestra mirada y medir nuestra debilidad frente al universo. Aprenderemos así a ser modestos, a no rechazar nada, ni condenar sin examen.
La vida espiritual, significa para muchos hombres, un alejamiento profundo de los seres que han amado,  que han significado para ellos la razón de su existir, es por eso que cuando los visita la mal llamada muerte, lloran desconsolados. Quisieran entregarle  cualquiera de sus pertenencias por un halito más de vida.
Pero la vida ni se compra, ni se vende, es un regalo de Dios, un don divino, el cual tiene un tiempo marcado, eso todos lo sabemos, y cuando se acaba, es como despertar de un sueño, y enfrentarse a la realidad, al ser en sí que somos,  es como realizar unas vacaciones, y regresar de ellas, a nuestro mundo habitual.
La vida espiritual, maravillosamente bella, en absoluto nos hace abandonar nuestros amigos terrestres. Por muy felices que seamos, por muy profundas que sean las alegrías que nos emborrachan, siempre y sin cesar, somos atraídos hacia los lugares de nuestra última vida, hacia todos aquellos a los cuales nos unen los lazos de afectos fraternales, hacia nuestros seres queridos, en fin.
Desde las alturas más inaccesibles donde podamos elevar el pensamiento,  ellos vienen a nosotros, a decirnos de nuevo,  en un lejano eco, que esperemos y amemos por muy dura que nos resulte la vida sin ellos, el tiempo que nos separa de ellos. Ellos nos dan el valor, la férrea voluntad,  que nos hace afrontar la tempestad con la frente serena.  La esperanza y el amor vierten, en nuestra existencia, la pócima del olvido.  Para venir la calma después, y con ella el reposo bienhechor, que nos hará  sentir correr en nuestras venas  la eterna felicidad celeste, que Dios reparte, sin medida, sobre los pobres humanos.
El tiempo os parece eterno, a veces. De nosotros, esperáis con impaciencia las más mínimas comunicaciones; con, también, una especie de curiosidad y la vaga esperanza de que os van a desvelar un poco el misterio de los mundos.
Pero la Providencia sabe que las revelaciones no podrían ser comprendidas. ¡No! ¡La hora no ha sonado todavía! Y las frases que podemos haceros llegar solo son frases.
¡Exhortaciones al bien, cierto! Hay que orientar hacia el bien las pobres almas a la deriva. Por medio de la dulzura, de la bondad, hay que atraer a los hermanos descreídos. Y sabréis también, por medio de la caridad, hacerles entrever la meta sublime hacia la cual debe tender la vida.
La vida no se acaba, lo sabéis. Solo cambia la forma. Y no cambia muy rápido, porque, durante un largo periodo, seguimos siendo terrestres.
Quisiéramos poder expresaros todo lo que el infinito nos permite contemplar. ¡Pero, lástima!, el lenguaje humano es pobre, las palabras son duras, punzantes, pesadas como la materia, cuando tendrían que ser ligeras y suaves, de una suavidad exquisita, capaces de emitir los sonidos y colores. La atmósfera que os envuelve es demasiado densa, para poder permitiros percibir, ya sea un poquito, toda la armonía que reina en los planos superiores.
¡Ah! ¡Cuánto esplendor se despliega ahí! ¡Y qué consolación, que gran recompensa a nuestros males, esta vida, esta ebriedad de cada instante! Seguimos ocupándonos de las almas errantes, pero la fuente de amor que nos abreva es tan viva y tan grande, que es suficiente para dejarnos entrever destinos más gloriosos. La ascensión continua, sin jamás detenerse. Subir todavía, subir siempre, sin alcanzarla jamás, hacia el foco de perfección, hacia la Causa suprema, que debe absorbernos, más dejándonos nuestra individualidad.
El amor, da igual el mundo en que nos encontremos, es la fuerza, el pivote de las esferas, que gravitan en sus órbitas. En la naturaleza, en lo infinitamente pequeño, es el amor, antes que nada, quien guía el instinto. En el hombre, en la sociedad entera, es el amor quien crea las simpatías, el que hace posible la relación de los humanos entre ellos. Bajo cualquier expresión que se la quiera deformar, del nombre que se le atribuya, si analizáis un poco, encontraréis siempre el amor, el amor más o menos depurado, que se halla en todo ser. Es el centro, la causa. En el hogar, es el quien reina. Es sobre su base que se construye la familia, la familia que se perpetua, en el tiempo y el espacio, en la larga serie de edades, marcando el progreso de las humanidades. Y es siempre, también, el amor quien rige las sólidas amistades.
Formáis una potente fuerza, cuando las mismas ideas, el mismo deseo ardiente de hacer el bien os anima. La fuerza fluídica que os envuelve es considerable, y, si el granito os puede dar una idea de su resistencia, el cristal, donde se irisa la luz, podrá haceros percibir su incomparable pureza.
Del más pequeño al más grande, amar, y en vuestro corazón, en vuestra alma, fluirá la fuente de la vida. ¡Sí! Hay que amar todavía, amar siempre enseñando, continuando a propagar, en toda su grandeza, la filosofía que contiene el porqué de los destinos humanos.
Labrar la tierra; dejar penetrar en ella el potente arado del amor, y, un día, las doradas mies se alzarán al sol radiante del porvenir. Propagar, sin cansaros. Propagar, amando.
Las quimeras creadas por el pasado se desvanecen: ¡no hay más separación definitiva, no más infierno eterno! El Más Allá se revela en sus misteriosas profundidades, donde se despliega la vida infinita, donde se mueven las fuerzas divinas. La angustia de las partidas, la desesperación de las separaciones deja sitio a la alegría de los retornos y a la embriagadora promesa de los reencuentros vislumbrados.
Todas las almas que se aman se reencuentran, para perseguir juntas su evolución ascendente, de vida en vida, de mundo en mundo, y subir hacia la perfección, hacia Dios, en una luz cada vez más viva, en el seno de armonías siempre crecientes. La revelación de los Espíritus, comunicada en innumerables mensajes hablados y escritos, obtenidos en todos los puntos del globo, vienen a mostrarnos la meta suprema de la vida, de todas nuestras vidas.
Esa meta, es la liberación por el trabajo, por el esfuerzo, por el estudio, por el sufrimiento, por la lenta educación del alma a través de todas las condiciones de la vida social, que debe sufrir una tras otra, la liberación del mal, del error, de la pasión, de la ignorancia; es el arte de aprender a pensar por si mismo, a juzgar, a comprender todas las armonías, todas las leyes del sublime Universo. Es la conquista de la belleza, de la libertad, de la bondad: la belleza de la forma fluídica, del cuerpo etéreo que se transforma, se ilumina y se expande a medida que el espíritu se esclarece, se purifica y se eleva, la belleza del alma que se enriquece de cualidades morales, de fuerzas y de facultades nuevas.
Así, de ascensión en ascensión, de mundo en mundo primero, de sol en sol después, en el ciclo inmenso de su evolución, el alma ve acrecentarse su poder de irradiación y de luz. Por la elevación gradual de sus pensamientos y la pureza de sus actos, consigue poner sus propias vibraciones en armonía con las vibraciones del pensamiento divino, y de ahí mana hacia ella una fuente abundante de sensaciones, de percepciones, de gozos, que la palabra humana es impotente para describirlo.
¡Tal es la tarea a cumplir! Pero ello aún no es suficiente. Trabajando para uno mismo, hay que trabajar para los otros, para su elevación, el desarrollo de las humanidades, la unificación del pensamiento, de las creencias, de las aspiraciones. Orientado hacia un ideal grandioso de porvenir, de progreso moral, de luz, en la vida siempre renovada, por la cual todos los seres están unidos en una estrecha solidaridad, en una comunión de verdad y amor, ¡el hombre llegara a conocer mejor, comprender mejor, servir mejor a Dios!
Lo vemos, bajo el punto de vista moral así como bajo el punto de vista social, los resultados de esta doctrina son inmensos. Por medio de ella, el hombre adquiere una noción más exacta de su valor, de las fuerzas que duermen en el, una más alta idea de sus responsabilidades y de su devenir. La ley de las consecuencias de los actos recayendo sobre su autor es la más sólida sanción que se pueda ofrecer a la moral, y encuentra su demostración en el espectáculo de los males y las pruebas que asaltan la humanidad. La libertad y la responsabilidad del ser, restringida en el comienzo de su carrera, se agranda y acrecienta a medida que se eleva en la escala de la evolución, hasta que, llegado a las supremas alturas, colabora y participa cada vez más en la obra y vida divina.
Al mismo tiempo, el hombre se siente más estrechamente ligado a sus semejantes, peregrinos, como el, del gran viaje eterno, y que está destinado a reencontrar en las diferentes etapas del camino. Sabiendo que hay que pasar por todas las condiciones para perfeccionar la educación del alma, sabiendo también que la devoción, el espíritu de sacrificio, de abnegación y de solidaridad son los medios más eficaces de progresar, se sentirá mejor dispuesto a aceptar las disciplinas sociales y a trabajar para la colectividad. Por ahí, la mayor parte de los abusos, de los excesos, de los crímenes que sufre la sociedad actual, se atenuaran y se desvanecerán poco a poco. La educación se transformara con el ideal y objetivo esencial de la vida, y el hombre aprenderá a mejor adaptar sus fuerzas interiores a los verdaderos fines que está llamado a realizar.
Hilos misteriosos ligan todos los seres y todas las cosas. El amor y el odio son fuerzas atrayentes. Todos los que se han amado, todos los que se han odiado, se reencuentran tarde o temprano, con el fin de que el afecto que une los unos crezca aún más y se depure, y que la aversión que separa los otros sea vencida por mejores relaciones y mutuos servicios. Finalmente, libres de sus pasiones materiales, todos se encuentran reunidos en la vida superior y bienaventurada. Así, la doctrina de las vidas sucesivas constituye un potente estimulante para el bien, un consuelo y un alivio en la desgracia.
A usted que recorre estas páginas, le diré para terminar: en los momentos difíciles de su vida, en las horas de adversidad, cuando pierda un ser amado, o si sus esperanzas largamente acariciadas se desmoronan, cuando su salud se derrumbe, cuando su vida se debilite lentamente, y vea acercarse la hora final, aquella en la que hay que abandonar la tierra; si, en esos momentos, la incertidumbre o la angustia le estruja el corazón, entonces acuérdese de la voz que hoy os dice: ¡Si, hay un Más Allá! ¡Sí, hay otras vidas! Nada se pierde de nuestros sufrimientos, de nuestros trabajos, de nuestras lágrimas. Ninguna adversidad es inútil; no hay labor sin provecho, ningún dolor sin compensación... Tened confianza en vos mismo, confianza en las fuerzas escondidas en su interior, confianza en el porvenir sin fin que le está reservado. Tenga la certeza que hay en el Universo una Potencia soberana y paternal, que lo ha dispuesto todo con orden, justicia, sabiduría, amor. Eso os inspirara más seguridad en la vida, más coraje en la adversidad, más fe en vuestros destinos. Y avanzaréis con paso firme en la vía infinita que se abre ante nosotros.
Cada estrella que brilla en el cielo nos enseña una lección; cada tumba que se cava en la tierra fría nos da un aviso. La existencia terrestre pasa como una sombra, pero la vida celeste es infinita. En cambio, nuestras vidas humanas, por muy cortas que sean, pueden ser fecundas para nuestro progreso; pese a su carácter precario, ellas forman los materiales con cuyo auxilio se edifican nuestros destinos; ellas son como piedras que componen el inmenso edificio del futuro del alma. Esforcémonos, por tanto, en pulir esas piedras, tallarlas y esculpirlas, para con ellas construir un monumento de líneas puras, de formas grandiosas y armoniosas.
Quien alcanza y vive continuamente en la completa y consciente unidad con Dios alcanza tal suma de bellezas, alegrías y magnificencias, que sólo es capaz de conocer quien con el infinito poder se une. Así se logra la posesión de los más ricos tesoros durante nuestro paso por la tierra. Así se trae el cielo a la tierra, o más bien se lleva la tierra al cielo. Así se transmuta la debilidad e impotencia en fortaleza y vigor; la tristeza y angustia, en alegría y sosiego; los temores e incertidumbres, en esperanza y fe; los anhelos, en realidades. Así se alcanza la plenitud de paz, poder y abundancia. Esto es estar en Armonía con el Infinito.


 Trabajo realizado por Merchita
Extraído del Libro “En el más Allá” de León Denis 

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MENSAJE DE ESTE DÍA

Confía siempre en Dios
...Recuerda que las pruebas que se te presentan tú las so­licitaste a Dios, que las concedió como una medida terapéutica al Espíritu endeudado que eres y obtuviste el honor de experimentarlas. 

Entonces, nunca permitas que el desengaño ni la angustia te conduzcan a la duda con respecto a su protección.

Él, que te creó, adopta providencias sobre todos os recursos a fin de que alcances la finalidad sublime para la cual naciste.

Joanna de Ângelis / Divaldo P. Franco
Libro Lecciones para la felicidad – Editora LEAL

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          La carne es débil

Quizás  te encuentras desanimado, porque fracasaste ante los propósitos, que hiciste de cambiar, y quieres romper con todo, es el caso por poner un ejemplo del fumador, que lleva cinco días sin fumar, y por cualquier contrariedad que surge en su camino, rompe su propósito y vuelve a fumar, nunca el camino de nuestra redención, nos va a resultar fácil. Hay muchas piedras en el camino, y necesitamos de ellas para examinarnos, es decir para ver si en realidad las hemos superado.
Muchas veces en la existencia humana, la criatura se relaja y las imperfecciones se instalan en su espíritu, por preocuparse demasiado de las cosas materiales, por los bienes terrenales, por la belleza física, por el brillo de la inteligencia y pone en peligro su espíritu, porque abandona por completo el mejoramiento de eterna personalidad.
Fuera de las leyes de Dios, nadie mejora y se perfecciona. Las imperfecciones morales son la construcción defectuosa y deformada edificada por el propio espíritu en la serie de reencarnaciones sucesivas.

Muchas veces el ser humano es llevado a cometer deslices, ya sea en la satisfacción de placeres superfluos o procurando acumular, indebidamente, bienes materiales, cometer acciones agresivas al prójimo, o procurando alcanzar, sin merecimiento, el poder y la supremacía sobre los semejantes. Son acciones que transcurren básicamente de la poca evolución espiritual o por no haber tenido la oportunidad de ser educado en los moldes de los valores que enaltecen la vida humana.

Analizando el concepto popular según el cual las personas pueden cometer deslices porque la carne es débil, Allan Kardec en el libro El Cielo y el Infierno en el capítulo VII dice: «La carne sólo es débil porque el Espíritu es débil, lo cual destruye la excusa y deja al Espíritu la voluntad de sus actos. La carne no tiene pensamiento ni voluntad. No prevalece jamás sobre el espíritu, que es el ser pensante y voluntarioso».

Son innumerables las faltas que los seres humanos cometen, sobre todo por la agresividad tan generalizada, en sus diferentes formas, y que culmina en agresiones colectivas y guerras de exterminio.
Son acciones propias de almas que todavía no tuvieron la oportunidad de asimilar el contenido básico del segundo mandamiento de la Ley de Dios, de amar al prójimo como a sí mismo.
Por falta de perfeccionamiento espiritual, los seres humanos todavía no comprendieron el significado de la vida y la oportunidad que disfrutan de realizarse como almas vivientes, para alcanzar planos progresivamente más elevados en la escala de la evolución.

El estado precario de la salud de los hombres, en los días que estamos, tienen su ascendente en la larga serie de abusos individuales y colectivos de las criaturas, desviadas de la ley sabia y justa de la Naturaleza. La   Civilización, en su sede bienestar, parece haber homologado todos los vicios de la alimentación, de las costumbres, del sexo y del trabajo».

Hay innumerables razones para decir que todas las criaturas deben estar preparadas para las transformaciones que podrán pasar en la nueva Era que se aproxima, la Era del Espíritu, y se espera que sea coronada por la implantación de un nuevo Reino en el planeta Tierra, oriundo de la transformación íntima de cada uno. Los seres humanos serán buenos y se amarán los unos a los otros, y en consecuencia, la Medicina espiritual vendrá como adquisición natural de la nueva Humanidad.

Con Jesús aprendemos que la vida no se armoniza con el apego a los bienes transitorios, pues somos seres que tenemos un pasado y caminamos hacia un futuro y la muerte no representa una interrupción definitiva, sino el fin de una etapa de la existencia que representa el renacimiento hacia una continuidad en la vida espiritual.
El sufrimiento humano no es proyecto de Dios, porque el proyecto de Dios es la salud, el bienestar, el amor, la realización plena de todos sus hijos.

Tengamos en mente las palabras de André Luiz, en el libro En el Mundo Mayor: “Delante del mundo peligroso, alucinado por ambiciones rastreras y dominado por el odio y por la miseria, secuencias de guerras incesantes y aniquiladoras, armonicémonos con Jesús, a fin de equilibrar la esfera carnal.

El hermano caído y nuestra carga preciosa, la dificultad es nuestro incentivo santo, el dolor nuestra escuela purificadora.
¡Al mundo atormentado proclamemos nuestra fe en Cristo Jesús para siempre...!”.         -Divaldo P. Franco-    
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     EL CENTRO ESPÍRITA Y EL MUNDO ESPIRITUAL

Allan Kardec definió el Espiritismo como "la ciencia que trata de la naturaleza, origen y destino de los Espíritus y de sus relaciones con el Mundo físico."

El Centro Espírita, además de la importancia que tiene para los hombres (Espíritus encarnados), es también de gran importancia para los Espíritus desencarnados, y desempeña un papel de relieve en las relaciones entre los dos mundos.

Estamos habituados a ver en el Centro Espírita sólo unas paredes, mobiliario, y a personas ocupadas en determinadas actividades en servicio de los demás.

Se nos escapa toda actividad espiritual que tan sólo llega a ser recibida por algunos videntes con facultades muy desarrolladas. Estas actividades, no por desconocidas dejan de efectuarse por los Espíritus que nos rodean, en todos los lugares y en todo momento, mezcladas con las tareas propias de los humanos.
Con mayor motivo entonces, deben realizarse estas tareas en un Centro Espírita. Los espíritus destacados en misión a la superficie del Planeta necesitan de lugares donde reunirse a fin de poder realizar actividades propias de la misión que tienen encomendada. Necesitan una base de operaciones donde puedan encontrarse libres del acoso de vibraciones groseras o intentos de la interferencia por parte de otros Espíritus menos esclarecidos que tratan de interponerse en el camino de estos Misioneros Espirituales, obstaculizando la misión en curso.

¿Qué lugar más apropiado para ello que un Centro Espírita, donde ya los hombres procuran mantener un ambiente vibratorio elevado?

Todo Centro Espírita dispone, así mismo, de un equipo espiritual dedicado a mantener el local limpio de entidades perturbadoras o viciadas, y protegido de los intentos de los Espíritus que tratan de inmiscuirse en sus actividades.

Puede parecer extraño que los Espíritus esclarecidos que gozan de libertad para desplazarse, tengan necesidad de un local determinado cuando pueden reunirse en cualquier parte.

Indudablemente la falta de un Centro Espírita no impedirá que se celebren reuniones o Misiones Espirituales, pero es fácil de entender la diferencia entre que esto se haga en un Centro Espírita a que se realice, por ejemplo, en medio de una vía pública con vibraciones e influencias de todo tipo, por no mencionar otros ambientes, aún más negativos, que desgraciadamente son tan abundantes en cualquier ciudad, lo que requeriría una limpieza previa.

Los Espíritus en misión, son seres muy ocupados y prácticos y estarán agradecidos si encuentran en cada ciudad uno o más Centros Espíritas, un lugar de reunión, que les evite pérdidas de tiempo en el cumplimiento de sus tareas, lo que les permitirá así mismo, mayores oportunidades de auxilio.

Además el Centro Espírita es un centro de trabajo atendido por trabajadores humanos preparados para prestar su colaboración en aquellos casos en que sea recomendable la intervención de espíritus encarnados.
Durante el sueño del cuerpo físico, muchas veces  somos llamados a colaborar en estas misiones de las que generalmente no conservamos recuerdo al despertar.

Esta es otra de las importantes misiones de un Centro Espírita y, que al no figurar en el programa de actividades pasa desapercibida, impidiéndonos comprender su verdadera importancia, por tanto podríamos elaborar los trabajos de un Centro Espírita como sigue:

- Las reuniones, comunes a todas las asociaciones y personas que quieran compartir.

- Las reuniones de estudio, para asimilar los principios del Espiritismo pues es un árbol de sabiduría.
- Las prácticas, que después de haber obtenido el conocimiento necesario habrá de llegar el momento oportuno de poner en práctica todo lo aprendido de la Doctrina Espírita.

- Educación de la infancia y de la juventud, buscando proporcionar a estos ciudadanos del mañana el conocimiento y los valores morales necesarios, para que con firmeza, la regeneración de nuestro planeta sea un hecho.

- Reuniones mediúmnicas, para el estudio de la Doctrina Espírita por medio de las comunicaciones de los Espíritus, que son nuestros hermanos desencarnados.

- Reuniones de atendimiento a espíritus sufrientes y desobsesión, para esclarecimiento de Espíritus obsesores o sufridores, que debido a la rebeldía y apego a la materia que nubla su percepción espiritual, no tienen acceso a la ayuda de los espíritus amigos.

- Sesiones de asistencia espiritual, a las que durante el sueño son conducidos los trabajadores del Centro Espírita para colaborar en misiones de auxilio dirigidos por Espíritus esclarecidos y que visan producir ajustes entre espíritus encarnados o desencarnados, que arrastran odios y luchas de vidas anteriores y que muchas veces son causas de enfermedades físicas o psíquicas.

- Asistencia social. Dentro de este campo, el Centro Espírita busca proporcionar al individuo, la enseñanza y fuerzas precisas que le permitirán por medio de la resignación y acatamiento de la Ley de Dios, de la que sin duda es infractor, el enfrentarse a la realidad de su situación espiritual para iniciar la lucha de rehabilitación y ascensión espiritual.

- Práctica de "El Evangelio en el hogar". Es conveniente que en el hogar de la familia espírita se preste atención en proporcionar los beneficios que nos dan las enseñanzas espirituales del Evangelio haciéndolo extensivo a los niños.

- La divulgación. Es sabido que el Espiritismo no es una doctrina proselitista cuyo  afán sea el convertir a los demás. Es importante para la divulgación y perfecto conocimiento del Espiritismo poner al alcance de los demás el "Libro Espírita", que da la oportunidad de reflexión y aprendizaje.

Se puede añadir que la Humanidad marcha hacia un idioma único espiritual en el cual busca a Dios con todas las fuerzas para poder entender el "porqué las cosas ocurren", y en este aspecto podemos decir el AXIOMA: "Buscad y hallareis".

¡Bendito Espiritismo!

Aurora VC. 
Art. Extraido del Blog "El Angel del Bien)

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