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jueves, 14 de mayo de 2015

Los médiums y los hechiceros




LA INTELIGENCIA DE LOS ANIMALES
F. Grisot
Ciertos hombres muy cartesianos, aún impregnados de la concepción anticuada del «animal-máquina», concuerdan en sólo reconocer un instinto vulgar, en las manifestaciones de la inteligencia animal.
Esta actitud oscurantista está lejos de sorprendernos; la facultad así discutida, se debe a que no son esos hombres quienes tienen la fortuna de aparecer en plena luz, para reproducir a su entera voluntad, esas experiencias científicas.
Schopenhauer, bien ha juzgado a esos negadores, al decir que la inteligencia es rechazada en los animales, «porque los primeros la poseen en muy poco grado.»
El principio inteligente en los animales, no ha llegado a su individualización, porque se encuentra en un ciclo de evolución obligatoria, en razón de las leyes de la Naturaleza, es decir, en una constante evolución, hasta que dicho principio se individualice y se transforme en alma al llegar a la humanización o estado hominal. Fase en la cual podrá ejercer su libre albedrío para elegir entre las cosas bellas o feas, en una perpetua búsqueda, de lo mejor para sí mismo, según el grado de elevación de su propia alma.
«De esta manera, mientras que en cada hombre existe un yo distinto y conciente de sí mismo que domina nuestras acciones, el fragmento divino de cada animal no está aún individualizado», ha constatado el Dr. Raoul Montandon en su obra: Del animal al Hombre.
Este fragmento divino, es una derivación de una reserva común de inteligencia divina, denominada alma-grupo animal, que distribuye sus principios-directores para cada especie, en medio de sus múltiples ramificaciones.
Y las «conciencias» animales están sujetas ciegamente a esta ley invisible; las mismas obedecen a sus impulsos, sin buscar comprender la Esencia Divina, a la manera –salvando la debida distancia – de esos médiums simples pero llenos de fe: como Juana la pastora, cuando sus dones del Cielo la pusieron en presencia de hechos supranormales.
Como las divinidades que se ocultan en la sombra de los templos herméticos, el alma-grupo no se muestra a los ojos de los hombres, lo que hace que frecuentemente éstos estudien minuciosamente la maravillosa máquina animal, pero se olviden de buscar al misterioso conductor.
Ellos admiran de buen grado la perfección de sus mecanismos, pero solamente se contentan diciendo: ¡Qué curioso!, calificando así las manifestaciones profundas de la inteligencia universal. De esta manera, ellos no aceptan que nuestros hermanos llamados inferiores tengan ese Don Divino que la Naturaleza les ha dado desde el origen de las especies, a fin de suplir la ausencia de imaginación creadora: inteligencia inspirada y genial, en una palabra, Inteligencia Divina.
Hay en el Universo todos los inventos llamados humanos; existe todo aquello que los hombres han encontrado, y también hay todo lo que falta descubrir. La Creación no deja lagunas. «Dios tiene una cantidad infinita de facultades infinitas», ha escrito Víctor Hugo.
Si está en el destino del hombre descubrir laboriosamente todas esas cualidades del Cosmos, catalogadas con el vocablo «invento», a fin de merecer esa dicha y acelerar su evolución, los animales –al igual que las plantas – tienen la ocasión de pasar por las leyes y técnicas científicas, desde el origen de los tiempos.
Tal vez sea una de esas reglas misteriosas que a veces rigen a los números, regla que se encuentra aplicada en toda su rigurosa simplicidad en las perfectas construcciones. Así, la abeja, desde que es abeja, construye sus celdillas de cera siguiendo la forma de un hexágono regular, usando las propiedades del número seis con la misma espontaneidad genial que lo hace el copo de nieve al reflejar la estructura que lo compone. Igualmente, sin ser ningún geómetra y sin conocimientos científicos, el caracol moldea su caparazón siguiendo la curva de un espiral matemáticamente irreprochable. ¿Y dónde el castor ha aprendido el arte de calcular exactamente el ángulo propicio para construir el dique que edifica con la corriente del río?
En materia de arquitectura, las hormigas no son menos sorprendentes: éstas construyen las galerías subterráneas del hormiguero en medio de pilares reunidos por un arco de medio punto, cuyo conjunto han conseguido soldar con un cierto cimiento que ellas secretan.
Los modestos gusanos primitivos y todos los animales marinos, desde las grandes profundidades hasta las luces de situación multicolores, son los depositarios de la luz fría. El pez torpedo y el gimnoto aniquilan sus enemigos con una descarga eléctrica viva tan fuerte como nuestra corriente eléctrica doméstica. El menor de los peces sumergiéndose con una facilidad tan natural sin llegar al fondo, demuestra el principio del submarino.
Sus congéneres, los anablépidos de América tropical, poseen verdaderos ojos periscópicos que les permiten ver al mismo tiempo lo que sucede en el agua y en el aire. Para conducirse en el vuelo, el murciélago emite ultrasonidos que rebotan en los obstáculos a la manera de un radar. Pájaros e insectos son claramente los primeros representantes del avión y del helicóptero.
Si los hombres – Ícaros ambiciosos – tienen éxito al posar el avión, ellos no pueden rivalizar con los aterrizajes flexibles e instantáneos de las aves que no exigen ningún terreno de aviación, aterrizajes que siempre se efectúan sin accidentes.
La rapidez de todas esas maravillosas máquinas no dejan  de sorprendernos, si tomamos en consideración la velocidad en función del tamaño del cuerpo que se desplaza. Sin embargo, ciertos animales, sin duda los más prosaicos, usan esas sabias técnicas para reflejar los actos más comunes de la vida humana, pero con menos problemas de su parte.
Trabajadoras infatigables en la colmena, las abejas depositan la miel en los panales, los cuales son después cerrados herméticamente. Otros previdentes maestros de la casa, las hormigas, se dedican a la cría de pulgones, mientras que sus colegas, las termitas, prefieren cultivar champiñones en los jardines. El pez pescador es menos casero: sus gustos lo llevan a la pesca con «caña», con la cual la Naturaleza lo ha dotado, fijada sobre el dorso, siendo que en la punta de dicha caña están colgados anzuelos y cebos luminosos.
En cuanto a la jibia, da a quien quiera seguirla, lecciones de escondite; este molusco enturbia el agua con un líquido oscuro que secreta para esconderse de sus enemigos.
El arte del camuflaje evidencia además los atributos de un gran número de animales que se valen del mimetismo: mariposas multicolores que se confunden con las flores que liban; orugas que tienen el color de la hoja que devoran; serpientes verdes, al igual que el color de las lianas de donde se cuelgan; siluros con escamas móviles, algunas veces pardas y otras veces amarillentas, según el lugar donde estén: una roca o bajo la arena. Son innumerables los ejemplos de mimetismo, del cual el más popular es ciertamente el camaleón.
Otra manifestación del alma-grupo animal, que inquieta mucho a los naturalistas, es el famoso sexto sentido de las palomas mensajeras y de las aves migratorias. Guiadas por el invisible conductor, estas últimas eligen el momento meteorológico propicio para dejar el país, cuyo clima se ha vuelto inclemente, y son orientadas sin ningún error de ruta hacia tierras lejanas más hospitalarias, efectuando así un largo viaje a través de los mares, a pesar de la ausencia de puntos de referencia «aparentes» y de los riesgos de desvío del viento.
Es necesario observar con qué fuerza imperiosa el Consejero invisible precipita a la pobre ave enjaulada –por ejemplo, una codorniz – contra las barras de su prisión, cuando ella siente que el instante ha llegado, en el cual sus hermanas se agrupan para el gran viaje.
En materia médica, los animales están igualmente lejos de ser ignorantes; intuitivamente saben prevenir y curar una enfermedad, evitándola mejor que los hombres, sobre todo cuando permanecen en su estado natural, peyorativamente llamado «salvaje».
Ciertos animales parecen peritos en esa materia, tales como la tortuga, la carpa o el buitre, que tienen el record de longevidad al alcanzar o pasar la edad de 300 años. Contrariamente a tantas intemperancias humanas, los animales nunca comen sin que tengan hambre y jamás beben sin que sientan sed.
Si la fatiga los acomete, es preciso admirar la posición de relajamiento total en que su cuerpo se armoniza para recuperar las fuerzas perdidas. Observad a ese joven perro que al sentirse descompuesto, entra en un prado y elige con seguridad la hierba que lo ha de ayudar a eliminar su molestia. Le hicimos ver personalmente a un cazador de perdices lo que hacían las mismas después de ser heridas no mortalmente: ellas cambian de plumaje –como si fuese una autocirugía – para conservar su salud; uno a uno son extirpados por su propio pico los plomos descargados por el dueño cruel de la escopeta, siendo que las heridas resultantes de esta verdadera operación se cicatrizan rápidamente, gracias al apósito formado por las propias plumas.
Antes de concluir recordamos aún otra forma, entre tantas, que la Ciencia Divina aplica en los animales: el genio organizador de las sociedades de los insectos. Naturalistas como Henri Fabre o filósofos como Maurice Maeterlinck han reunido –mejor de lo que nosotros podríamos hacer– una multitud de observaciones interesantes sobre la vida de las abejas, de las hormigas y de las termitas. Diríamos sencillamente, que la mejor referencia que pueda testimoniar a favor de esas notables sociedades, es la estabilidad de su régimen, cualidad verdaderamente poco difundida entre los numerosos modos de gobierno de los hombres.
Así considerados, nuestros pequeños hermanos – los animales – no aparecen más como simples máquinas, como pensaba Descartes, movidos solamente por el instinto, sino como verdaderos «médiums» que incorporan el Conocimiento Divino. Aquí, donde los investigadores franceses están dando los primeros pasos en la comprensión de este tema, acertando y equivocándose, los animales se encuentran siempre en el camino de la verdad primera, y es por esto que nosotros debemos no sólo amarlos como hermanos, sino también protegerlos como criaturas de Dios.
(Traducción del original francés al español por: Enrique Eliseo Baldovino. Título del artículo: L'intelligence animale).
Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta

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LOS MÉDIUMS Y LOS 

HECHICEROS. 

PREGUNTA: Desde el momento en que la mediumnidad consiste en establecer relaciones con los poderes ocultos, me parece que las palabras médiums y hechiceros son poco menos que sinónimas. 
RESPUESTA DE A.K. - En todas las épocas ha habido médiums naturales o inconscientes que, por el hecho de que producían fenómenos insólitos y no comprendidos, eran calificados de hechiceros y de tener pacto con el diablo, lo cual ha sucedido también con la mayor parte de los sabios que poseían conocimientos superiores a los del vulgo. La ignorancia ha exagerado su poder y ellos mismos han abusado con frecuencia de la credulidad pública explotándola, y de aquí la justa reprobación de que han sido objeto. Basta comparar el poder atribuido a los hechiceros con la facultad de los verdaderos médiums para establecer la diferencia pero la mayor parte de los críticos no se toman este trabajo. El Espiritismo, lejos de resucitar la hechicería, la destruye para siempre, despojándola de su pretendido poder sobrenatural, de sus pretendidas fórmulas, hechizos, amuletos y talismanes, reduciendo los fenómenos posibles a su justo valor, sin salir de las leyes naturales. 
La asimilación que ciertas personas pretenden establecer, procede del error en que se encuentran de que los espíritus están a disposición de los médiums. Repugna a su razón que pueda depender del primer antojadizo el hacer venir a su gusto y en el momento determinado, al espíritu de tal o cual persona, más o menos ilustre. En esto creen la verdad, y si, antes de censurar al Espiritismo, se hubiesen molestado en informarse, hubieran sabido que dice terminantemente que los espíritus no están sujetos a los caprichos de nadie, y que nadie puede hacerles venir a su antojo y a pesar de ellos, de donde se deduce que los  médiums no son hechiceros. 

PREGUNTA: Según esto, todos los efectos que ciertos médiums acreditados obtienen por su voluntad y en público son para usted sofisticaciones. 
CONTESTACIÓN DE A.K. - No lo digo de un modo absoluto. Ciertos fenómenos no son imposibles, porque hay espíritus de grado inferior que pueden prestarse a ellos, y que con ellos se divierten, habiendo quizá hecho ya, durante su vida, el oficio de charlatanes, y habiendo también médiums especialmente propios para este género de manifestación. Pero el sentido común más vulgar rechaza la idea de que los espíritus elevados, por poco que lo estén, vengan a participar en la comedia y a hacer alardes de fuerza para divertir a los curiosos 
La obtención de estos fenómenos al antojo del que los obtiene, y sobre todo en público, es siempre sospechosa; en semejante caso, la mediumnidad y la prestidigitación andan tan cerca, que con frecuencia es muy difícil distinguirlas. Antes de ver en aquéllos la acción de los espíritus, se requieren minuciosas observaciones y tener en cuenta, bien el carácter y antecedentes del médium, bien una multitud de circunstancias que sólo un profundo estudio de la teoría de los fenómenos espiritistas puede hacer apreciar. Es de notar que este género de mediumnidad, si es en efecto mediumnidad, está limitada a la producción del mismo fenómeno, con ligeras variaciones, lo que no es muy a propósito para disipar las dudas. Un absoluto desinterés sería la mejor garantía de sinceridad. 
Cualquiera que sea la realidad de dichos fenómenos, como efectos medianímicos, producen un buen resultado, cual es el de poner en boga la idea espiritista. La controversia que sobre este particular se establece induce a muchas personas a un estudio más profundo. No es, ciertamente, a esos lugares donde debe irse en busca de instrucciones serias acerca del Espiritismo, ni de la filosofía de la doctrina, pero es un medio de llamar la atención a los indiferentes y obligar a que hablen de él a los más recalcitrantes. 

QUE ES EL ESPIRITISMO. ALLAN KARDEC.

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MATRIMONIO
Muchos de nosotros nos cuestionamos  en cuanto a la validez del matrimonio, de la unión de dos personas.
Algunos afirman que el casamiento está fuera de moda o que mantener un casamiento por muchos años es para personas dependientes, que no consiguen vivir solas.
Otros afirman que la pareja solo consigue permanecer junto si cada cual mantiene una relación extra-conyugal.
Está fuera de duda que la unión entre un hombre y una mujer para constituir familia, está en las leyes divinas y por eso nunca pasará de moda.
La familia es el embrión de la sociedad y como tal, necesita de la pareja  como aliciente básico en esa pequeña estructura social.
Un día de esos, un amigo nos dijo que estaba durmiendo siempre muy tarde. Pensamos que estuviese haciendo horas extras en el trabajo, más el esclareció que el motivo era otro.
Lo que lo estaba manteniendo acordado era el dialogo con la esposa. Ambos quedaban conversando distraídamente  y ni percibían que la madrugada quedaba lejos.
Y el asunto de aquellos días era uno de los cinco hijos de la pareja.
Ambos comentaban a cerca de la alegría que estaban sintiendo porque ese hijo les contó que, en el colegio  donde estudiaba, los colegas le ofrecieron drogas por varias veces y, por varias veces, el dijo no.
 Y lo que más les hacia felices era porque, más allá de él joven rechazar las drogas, aun les contó un hecho que no es muy común.
Aquellos padres tenían sobrados motivos para alegrase, pues otros muchos no tienen la misma suerte.
Varios padres solo vienen a saber que los hijos están ingiriendo drogas por las páginas  policiales o cuando reciben la noticia  de que su hijo esté preso, por delincuencia.
Nosotros entendemos que, en el hogar en el que hay dialogo entre los esposos y entre los padres e hijos, muchas situaciones desagradables son evitadas.
Juana de Angelis, Espíritu, habla sobre algunas señales de alarma que pueden informar  la situación  antes que venga a agravarse la unión conyugal. He aquí alguno de ellos: silencios injustificables cuando los esposos están juntos; tedio inexplicable ante la presencia del compañero o de la compañera; ira disfrazada  cuando el esposo o esposa emite una opinión; saturación de los temas habituales, tratados  en casa,  huyendo para interminables lecturas de periódicos  o inacabables  novelas de televisión; irritabilidad contumaz siempre que vuelve al hogar; desinterés por los problemas del otro; falta de intercambio de opiniones; atritos constantes que desprenden  chispas de irritación, capaces de provocar  incendios en forma de agresión  de esta o aquella manera… y muchos otros más.
Observándose esas señales de alarma es importante que, antes  que las dificultades creen distancias y los espinos de la incomprensión produzcan heridas capaces de  deteriorar  la unión conyugal, tomemos  actitudes de lealtad y hagamos un examen de las cosas, providenciando para sanar los males en pauta. Y por encima de todo, recordemos  que el casamiento es excelente  oportunidad que Dios nos ofrece para los debidos reajustes con el compañero o compañera con quien nos comprometemos antes de nacer.
Y cuando la situación este difícil, roguemos a Dios que nos ayude a superar los obstáculos para nuestro propio bien y el de los hijos  que él nos confió.
 Libro: Sol de la Esperanza. Cap. 35
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EL VERDADERO SENTIDO DE LA VIDA

Cada uno de nosotros encuentra en su vida un ser especial. Algunas veces es un abuelo, un profesor, un amigo de la familia. Una persona más vieja, paciente y sabia, que se interesó por nosotros y comprendió  cuando éramos jóvenes, inquietos e inseguros.Una persona que nos hizo mirar el mundo desde otro ángulo. Una persona que, con sus consejos y su afecto, nos hizo encontrar nuestro camino.
Así aconteció al joven Mitch Albom que se tornaría el columnista deportivo   número uno de América.
Durante los años universitarios, un profesor se hizo un gran amigo de él. Ese amigo  lo enseñó a amar los libros de una forma auténtica.
 Fuera de los horarios de las aulas, ellos se encontraban para discutir asuntos serios. Asuntos como las relaciones humanas. En ocasiones, el profesor también le daba lecciones extraordinarias de vida.
Cierto día, porque el alumno se quejaba del choque entre lo que la sociedad esperaba de él y lo que quería para sí mismo, el profesor le dijo:
La vida es una serie de empujones para delante y para detrás. Queremos hacer una cosa, pero somos forzados a hacer otra.
Algunas cosas nos duelen, aunque sabemos que no debían. Aceptamos ciertas cosas  aun  sabiendo que no debemos aceptar nada como absoluto.
Pero el amor, decía él, el amor vence siempre.
Cuando salió de la Universidad, Mitch era un joven idealista. Se prometió a sí mismo que jamás trabajaría por dinero, que se alistaría en los Cuerpos de la Paz, que viviría en lugares bellos  e inspiradores.
Mas los años pasaron y el acabó cambiando montañas de sueños por cheques  cada vez más gordos.
Entonces, un día, dieciséis años después, volvió a encontrar a su profesor, pero ya viejo y enfermo.
Eran sus últimos meses de vida. Durante catorce semanas, hasta su muerte, ambos amigos trataron de temas fundamentales para la felicidad y realizaciones humanas.
Era la última gran lección: una enseñanza sobre el sentido de  la vida.
Y el periodista volvió a evaluar su vida. Reflexionó sobre las verdades enseñadas por el profesor, como la de la necesidad de buscar el crecimiento espiritual. De dejar de preocuparse tanto con las cosas materiales y observar el universo a su alrededor. El universo de las afecciones,  la naturaleza que nos rodea. El cambio que se opera en los arboles, a fuerza del viento y de las estaciones del año.
Y el viejo maestro, caminando para el túmulo arrastrado por la enfermedad incurable, finalizó  la última gran lección a su antiguo alumno con la frase:
Hijo mío, cuando se aprende a morir, se aprende a vivir.
La vida física es una breve etapa. Sabiduría es ser abierto para las cosas bellas que ella nos ofrece. Para eso es preciso ignorar el brillo de los valores que la propaganda nos pasa.
Es preciso prestar atención cuando los seres queridos hablan, como si fuese la última vez que los oyese.
Es preciso andar con alegría como si fuese la última vez que pudiésemos estar de pie  y servirnos de nuestras piernas.
Y, por encima de todo, recordar que siempre es tiempo de cambiar.
Redacción de Momento Espirita

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