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jueves, 28 de mayo de 2015

VIDA Y VALORES ( EL RELOJ )


LOS ESCOLLOS DE LO PARANORMAL

Jacques Peccatte

En los medios espiritualistas de la videncia o de la New Age, existen efectos de moda que se suceden a partir de diferentes conceptos extraídos de antiguas creencias, y que acaban por confundir a todo el mundo. Y entre estas ideas que están en boga, recordemos una que es propagada por videntes, médiums o curanderos, la de una supuesta influencia de los Espíritus y que se resume más o menos así: “Ustedes están perturbados, deprimidos, tienen la piel enferma… Pues bien, son Espíritus parásitos que se pegan a ustedes y les sacan toda su energía”.

Por supuesto, la información habrá sido dada por un vidente o médium patentado que no duda en afirmar a su consultor que está bajo la influencia de varios Espíritus perturbadores, por lo general en número de cuatro, cinco o seis. Eso significaría entonces en lenguaje espírita, que estas personas serían víctimas de la obsesión de muchas entidades, sin que se puedan determinar las razones. Nos sucede que encontramos a estas personas supuestamente víctimas de obsesiones plurales y después del análisis, a menudo comprobamos la existencia de desórdenes psíquicos, perfectamente identificables en cuanto se conoce bien la trayectoria de vida de la persona. Y fuera de verdaderas perturbaciones con efectos físicos (Poltergeist, raps o apariciones fantasmales) con la mayor frecuencia se ven verdaderos problemas psico-afectivos que se traducen en desagradables sensaciones o malestares físicos.

Sin contar con que el entusiasmo por lo paranormal puede inducir a las personas frágiles a imaginar que sufren de persecuciones espirituales, y condicionarse así a una forma inconsciente de autosugestión; lo cual puede conducir a sensaciones o visiones totalmente subjetivas. El papel del espírita “cazador de fantasmas” es entonces separar el desorden psíquico de la manifestación obsesiva, lo que a veces parece complejo en el primer intento. De todas maneras, el desconocimiento del sujeto dentro de la mala interpretación que se hace, conduce a muchos desórdenes psíquicos, donde se esperarían manifestaciones más objetivas.

No obstante, en algunos casos estas últimas existen, allí donde muy a menudo hay efectos físicos externos a la persona y que igualmente son comprobados por el entorno. Puede tratarse entonces de manifestaciones provocadas por el espíritu de un antiguo arrendatario o propietario, que no comprende o no soporta, la presencia de nuevos habitantes en los lugares a los cuales se ha quedado apegado y que sigue frecuentando. Ocurre igualmente, que los fenómenos se desencadenan después de una tentativa de comunicación con el más allá, que ha atraído a un espíritu perturbador. Y si a veces hay obsesión de una influencia que subyuga a la persona involucrada, eso se manifiesta por desórdenes de la personalidad y el comportamiento.

Cuando se trata de picor, hormigueo en todo el cuerpo, zumbidos y silbidos en los oídos o sentir como una presión sobre un lugar del cuerpo, una opresión, etc., es preciso ser más cauteloso en la medida en que por estos no son propiamente los signos distintivos de una obsesión. La mayoría de los testimonios toma en cuenta todos estos tipos de sensaciones que, en general, no son acompañados por desórdenes de la personalidad. Entonces el único inconveniente es el temor que engendra, luego de un condicionamiento auto sugestivo que puede provocar diversas sensaciones (subjetivas en cuanto a su origen).

Los malos consejeros

El problema en esta circunstancia, es que los llamados videntes o médiums, solicitados por las personas perturbadas, tienen para cada una el mismo discurso, para una conclusión fácil: “Si están perturbados, es porque son médiums y los Espíritus están pegados a ustedes”. Por supuesto, no se trata de una información recibida sino de una deducción apresurada que se acompaña de algunos consejos como las tradicionales protecciones con agua bendita, sal u otros amuletos. O bien otros consejos más turbadores:

Déjense ir a la escritura automática y pregunten al espíritu lo que quiere”. En cuyo caso, si la persona tiene cierta sensibilidad, se arriesga a abrir la puerta a una presencia importuna que ya estaba allí… o que no estaba. Y cuando se conoce la realidad de los Espíritus en turbación o mal intencionados, ellos son incapaces de la menor coherencia en sus palabras pudiendo arrastrar al intermediario humano a falsas interpretaciones.

Además, no es tratando de comunicarse con un espíritu que se consigue su liberación, y no se hace sino atraerlo más sin saber qué hacer con él. Es obvio lo que ciertos videntes y médiums ignoran, incitando a los que consultan a lanzarse en la boca del lobo sin darles la solución, pero agravando el problema.

He aquí la situación para una persona sensible que realmente haya vivido los fenómenos o sufrido una obsesión. Y luego, hay los casos de personas cuyas perturbaciones son únicamente psicológicas, a quienes se les dice que tienen varios Espíritus pegados a ellas. Y este error de diagnóstico agrava aún más la situación, pues el miedo a los Espíritus conllevará una amplificación de los desórdenes psíquicos.

Detengámonos un instante en esta palabra “pegado” que se ha convertido en común. ¿Habría que imaginar entonces que los Espíritus, varios, estarían prendidos de alguna manera a una persona como sanguijuelas o vampiros que se nutren con la energía vital de su víctima? Con lo que se ha sugerido, uno se aproxima, con una imagen chocante que tiene con qué desestabilizar las personas frágiles, pues al oír la palabra “pegado”, la gente genera naturalmente una terrible angustia, igual que lo haría el anuncio de una enfermedad irremediable.

Sería pues deseable que los profesionales de la videncia asumieran sus responsabilidades a partir de un verdadero conocimiento de los principios espíritas. Y puesto que han aceptado un papel, que éste sea por lo menos el de tranquilizar antes que asustar, que sea una ayuda que ofrecer a las personas desamparadas y no decirles que son médiums perturbados por entidades, sino dando muestras de un espíritu de análisis, y luego hacerse cargo si realmente hay un problema.

Los escollos del elitismo

Dentro de la complejidad de estos asuntos, también se ha visto surgir otro tipo de problema. Personas atraídas por lo paranormal, o a quienes se les hecho creer en una sensibilidad mediúmnica, muy a menudo desean que las cosas no se detengan allí y que una perturbación pasajera pueda abrir otras posibilidades de contactos más tranquilos con los Espíritus. Y allí, nuestros consejos espíritas de prudencia son muy mal aceptados. Nuestro principio de precaución consiste en indicarles no intentar el contacto, o suspenderlo si ya se ha entablado. Se observa entonces una rebelión por parte de las personas que, persuadidas de su mediúmnidad, ante todo no quieren abandonarla, deseando sólo que se venga en su ayuda para quitarles los Espíritus que las perturban. Estas mediumnidades, reales o supuestas, son como regalos del cielo que habría que preservar a toda costa. Se ve entonces a personas “pegadas” (no ya en el sentido anterior) sino aferradas a lo que les daría una función particular, singularizándolas respecto a las demás. “Tener un don”, eso se convierte entonces en sentirse portador de una misión especial, eso se convierte en parte integrante de una nueva personalidad que se le da, es una aptitud que no puede ser abandonada. Y entonces, cuando aconsejamos detener todo, tenemos la impresión de que se despoja a la gente de lo que le es más precioso. Se entra allí en una fase psicológica que se explica muy simplemente: singularizarse por una facultad, es darse una personalidad diferente, es alcanzar lo que parecía transforma en complejo de superioridad, lo que más sencillamente se llama el orgullo del que finalmente puede decirse:

Pero existir como médium, es muy diferente, es la aceptación de lo bueno y de lo menos bueno, y es también una pesada carga que debe ser acompañada por otros y controlada en el seno de un grupo espírita. Ahora bien, los candidatos a médiums, a quienes algunos han hecho creer que tienen grandes posibilidades, mayormente no quieren ser objeto de análisis ni control dentro de un grupo, sino que quieren bastarse a sí mismos con la certeza de que, por sus propias sensaciones e intuiciones, la verdad se liberará por sí misma. Estamos frente a una desviación que, desde luego, no data de ayer sino que, a través de varios médiums o pseudo-médiums, ha dado lugar a toda una literatura en la que un espírita ya no puede reconocerse.

En todo eso se han olvidado los principios básicos que fueron definidos por el fundador del espiritismo. Allan Kardec insistía en el conocimiento de la filosofía espírita antes de todo otro paso. Ponía el acento sobre la formación de los espíritas, significando con ello que se necesitaban espíritas instruidos, conscientes, reflexivos y comprometidos con una causa a ser defendida. Y si había mediúmnidad que desarrollar, era necesario de antemano que las personas involucradas fueran ya verdaderos espíritas. Y es allí donde duele, cuando nuestros contemporáneos desinformados se imaginan que primero hay que convertirse en médium para asegurar mejor su avance espiritual. He aquí todavía un concepto que desnaturaliza completamente el sentido de una verdadera espiritualidad. ¿Habría pues que ser médium para sentirse evolucionar? Por consiguiente, ¿habría entonces que suponer que si no se es médium, la evolución se nos escapa? Tenemos que descartar esta idea turbadora que revela insidiosamente una forma de elitismo espiritual a partir de facultades. Los principios espíritas son los mismos para todo el mundo, médium o no médium; son humildad, donde sí, compartir, sin que se tenga que venerar a un médium que desempeñaría el papel de guía de pensamiento. Las mediumnidades, en su diversidad, son particularidades inherentes a las sensibilidades humanas. Pueden corresponder a misiones elegidas antes de la encarnación pero, de todas maneras, deben inscribirse dentro de un marco colectivo adecuado, a saber, el marco espírita, no conocemos otro.

Por supuesto podemos excusar a las personas que, ingenuamente, imaginan que la mediúmnidad les haría hacer un gran bien en la evolución, en la medida en que eso se dice y se escribe en todas partes en palabras espiritualistas influenciadas por diferentes modelos: son las altas espiritualidades de la canalización, son las creencias en una evolución rápida y artificial para llegar más pronto a las puertas del Nirvana. No, la evolución no será el fruto de un método personal para llegar más rápido a la serenidad. Muy por el contrario (y, además, no se trata de serenidad) la ley de la evolución universal enseñada por el más allá, es el camino áspero y difícil de la lucha en la humanidad y por la humanidad. Es volver a poner los pies bien sobre la Tierra, aunque se mantenga la cabeza en las estrellas, a fin de participar en el avance de una idea esencial.

Hay allí un principio espírita de fondo que no tiene que ser pervertido por la influencia de espiritualidades elitistas y personales. Y para volver a los médiums, pero “los verdaderos”, evidentemente su función forma parte de su evolución, de su camino elegido en esta vida para esa función. Lo que no significa que eso sea la calle real para alcanzar el absoluto divino más pronto que los demás. No hay calle real para nadie, sino la de un progreso lento y difícil para todo el mundo, que se realiza de vida en vida. Realizarse en esta vida haciendo lo que se debe, es una etapa importante para el progreso de cada uno, pero esa no es la realización total y trascendente de la pureza del espíritu.
- Fin-
                                                   
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INDISOLUBILIDAD DEL MATRIMONIO

DIVORCIO
 

Nada hay inmutable sino lo que viene de Dios; todo lo que es obra de los hombres está
sujeto a cambios. Las leyes de ...la naturaleza son las mismas en todos los tiempos y en
todos los países; las leyes humanas cambian según los tiempos, los lugares y el
progreso de la inteligencia. En el matrimonio, lo que es de orden divino es la unión de los
 sexos para realizar la renovación de los seres que mueren; pero las condiciones que
arreglan esta unión son de un orden de tal modo humano, que no hay en todo el mundo,
 ni aun en la misma cristiandad, dos países en los que sean absolutamente las mismas, y
 que ni siquiera hay uno en que no hayan sufrido cambio con el tiempo; resulta de esto
que para la ley civil lo que es legítimo en una parte y en una época, es adulterio en otra
parte y en otro tiempo; y esto porque la ley civil tiene por objeto el arreglar los intereses
de la familia, y porque estos intereses varían según las costumbres y las necesidades
locales; así es, por ejemplo, que en ciertos países el matrimonio religioso es el sólo
legítimo; en otros es menester, además, el matrimonio civil, y en otros, en fin el
matrimonio civil basta.
3. Pero en la unión de los sexos, al lado de la ley divina material, común a todos los seres
 vivientes, hay otra ley divina, inmutable como todas las leyes de Dios,   exclusivamente
 moral, es la ley de amor. Dios ha querido que los seres estuviesen
unidos, no sólo por los lazos de la carne, sino por los del alma, a fin de que el afecto
mutuo de los esposos se transmitiese a sus hijos, y que fuesen dos en vez de uno, para
amarles, cuidarles y hacerles progresar. En las condiciones ordinarias del matrimonio,
 ¿se ha tomado siempre en cuenta esta ley de amor? De ningún modo; lo que se consulta
 no es el afecto de los dos seres que un mutuo sentimiento atrae el uno hacia el otro,
 puesto que muy a menudo se rompe este afecto; lo que se busca no es la satisfacción del
 corazón, sino la del orgullo, de la vanidad, de la ambición, en una palabra, de todos los
intereses materiales; cuando todo es bueno según sus intereses, se dice que conviene el
matrimonio, y cuando los bolsillos están llenos se dice que los esposos se corresponden
y deben ser muy felices.
Pero ni la ley civil, ni las obligaciones que impone, pueden suplir la ley de amor, si esta ley
 no preside a semejante unión; resulta de esto que muchas veces "lo que se ha unido por
el cálculo, se separa por sí mismo; que el juramento que se pronuncia al pie del altar viene
 a ser un perjurio si se dice como una fórmula banal"; de aquí las uniones desgraciadas
que concluyen por ser criminales; doble desgracia que se evitaría si en las condiciones del
 matrimonio no se hiciese abstracción de la sola que lo sanciona a los ojos de Dios: la ley
 de amor. Cuando Dios dijo: "Vosotros no sereis sino una sola carne", y cuando Jesús dijo
: "No separéis lo que Dios ha unido", debe entenderse de la unión según la ley inmutable
de Dios, y no según la ley de los hombres, sujeta a cambios.
4. ¿Es, pues, superflua la ley civil, y es menester volver a los matrimonios según
la naturaleza? Ciertamente que no; la ley civil tiene por objeto arreglar las relaciones
sociales y los intereses de las familias, según las exigencias de la civilización, y por esto
es útil, necesaria, pero variable; debe ser previsora; porque el hombre civilizado no puede
 vivir como un salvaje, pero nada, absolutamente nada se opone a que sea el corolario de
la ley de Dios; los obstáculos para el cumplimiento de la ley divina dimanan de las
preocupaciones y no de la ley civil. Estas preocupaciones, bien que estén en vigor, han
 perdido ya su fuerza en los pueblos civilizados; pero desaparecerán con el progreso moral,
 que abrirá, en fin, los ojos sobre el sinnúmero de males, faltas y aun crímenes que resultan
 de las uniones contratadas con la sola mira de intereses materiales. Entonces se
preguntará si no es más humano, más caritativo y más moral unir dos seres que no
pueden vivir juntos, que darles la libertad, y si la perspectiva de una cadena indisoluble
caso no aumenta el número de las uniones irregulares.

EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO. ALLAN KARDEC

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VIDA Y VALORES
 (EL RELOJ)

Apenas comenzó el iluminismo en Europa. El mundo se agitaba
 delante de esa nueva concepción de vida, de mundo, de arte, de 
literatura y todo lo que más existe. El iluminismo derramaba sobre
 toda la sociedad sus variadas inclinaciones para un estilo especial 
de ver el mundo. Fue exactamente en esos comienzos del periodo
 iluministas de Huygens, Christiaan Huygens que consiguió 
inventar el reloj de péndulo. El mundo ahora conocía, a partir de Huygens, una 
forma de marcar el tiempo, bastante diferente de las formas utilizadas hasta
 entonces. Las criaturas conocían el reloj de sol. Pero el reloj de sol estaba en la 
dependencia de los periodos del año. En aquellos periodos en que el día era
 más amplio, teníamos un determinado número de horas marcado por el reloj
 de sol. En los periodos invernales, cuando los días son menores, ya estaba 
perjudicada la lectura por medio del reloj solar.
Huygens tuvo esa idea de inventar un artefacto pendular, después del 
descubrimiento de Galileo Galilei. El notable genio Galileo, observando un 
péndulo que pendía de una columna y que se movía, en su movimiento, se dio 
cuenta, después de observar prolongadamente, que el tiempo desarrollado por
 el péndulo, el tiempo que el péndulo llevaba del centro del equilibrio a una de las
 extremidades de su movimiento a otra, era siempre el mismo. Ese equilibrio 
pendular hizo que Galileo fuese el gran descubridor de esa peculiaridad de los 
péndulos. Y esa peculiaridad de los péndulos permitió a Christiaan Huygens la 
construcción del primer reloj pendular. Al final de cuentas, todos nosotros ya 
podemos imaginar lo que significa para la ciencia, por ejemplo, leer el tiempo
, sin ninguna variación incomoda. El tiempo, que es una de los grandes 
vértigos de los científicos, tiempo y espacio, ahora, al menos, podría ser 
sufrido sin tantos problemas, a partir del reloj pendular de Huygens.
Todos imaginamos lo que es el tiempo, pero esa grandeza que imaginamos, es 
muy difícil de ser establecida, cuantificada. ¿Qué es el mismo tiempo? Para la 
Ciencia, para la Física, el tiempo puede ser ese intervalo que existe entre una 
ocurrencia y la ocurrencia inmediatamente siguiente. Ahí está el gran problema
: ¿Cuál es la ocurrencia inmediatamente siguiente? Entonces tenemos que usar
 un sistema discreto, cosas observables, para establecer el tiempo. Cuando 
miramos el tiempo que el reloj marca, percibimos que él es diferente de otro tipo 
de tiempo. El tiempo que la mente marca. Basta recordar de que, cuando salimos 
de vacaciones, por ejemplo, nuestras vacaciones ya fueron debidamente vividas,
 gozadas en nuestra intimidad. Ya sabemos cómo serán nuestras vacaciones aun 
no disfrutadas. Decimos por ejemplo: Tendré vacaciones este fin de año. Voy a pasar
 tantos días con el abuelo, viajare para tal lugar, comprare tal cosa y, cuando 
llegue a casa, comenzare a trabajar. Ahora, en nuestra cabeza, ya disfrutamos las 
vacaciones, ya fuimos, ya volvimos. Mas ahora tenemos que esperar todo el 
trayecto del reloj físico, que establece el calendario. Entonces, nos damos cuentas 
de que existe un tiempo físico, que el reloj marca, y un tiempo psicológico, que 
marcamos en nuestra intimidad.
* * *
Nuestras existencias son regidas básicamente por un tiempo físico. Nacemos y, a 
partir de ahí, se cuenta nuestro tiempo. Conmemoramos las fechas a partir de 
ese resultado. Conmemoramos el primer aniversario de nuestro hijo, el segundo, 
el tercero, el decimo año de ese niño. Vamos así marcando de año en año, el 
tiempo en que se vive en el cuerpo físico. Al mismo tiempo, el cuerpo físico va 
marcándose el pasaje del tiempo, por sus transformaciones. El niño que no 
hablaba, pasa a hablar, que no andaba, comienza a caminar. Muchas cosas que él 
no conseguía hacer, ahora ya tiene autonomía para hacerlo, en la medida en que 
pasa el tiempo. El raciocinio que, en la fase infantil, es eminentemente lúdico, 
imaginativo, objetivo, concreto, el tiempo pasa y nuestro hijo, se aproxima a la 
adolescencia, ya consigue reflejar, raciocinar de manera subjetiva. Ya consigue 
subjetivar las cosas. Tiene habilidad de salir del mundo de las cosas concretas,
 el mundo representado solamente por las cosas que vemos, que tocamos, que 
olemos, que comemos, para imaginar, de forma ordenada, de forma razonada.
Cuando comenzamos a pensar en el cuerpo y la mente nos vamos dando cuenta 
del pasar del tiempo, tenemos que percibir que, al considerar la existencia de 
esas dos dinámicas temporales, un tiempo físico, marcado por el reloj y un tiempo
 interior marcado por la mente, vale la pena considerar como estamos utilizando 
el tiempo de nuestra vida. ¿Cómo estamos utilizando ese tiempo por el cual pasa 
nuestro cuerpo? ¿Qué hacemos de cada año de vida? ¿Estudiamos? 
¿Practicamos deportes? ¿Desarrollamos habilidades físicas, intelectuales, 
artísticas, culturales? ¿Formamos familia? ¿Criamos hijos? ¿Construimos, 
viajamos? ¿Cómo estamos utilizando ese tiempo físico de nuestra existencia? 
De acuerdo con el modo como estemos usando ese tiempo, seremos exitosas
 o no, en nuestra caminada humana. Y ese tiempo interno, que marcha con 
mayor rapidez que el tiempo del reloj, ¿Qué estamos haciendo con él? ¿Cuánto                       tiempo ocupamos de nuestra mente pensando en cosas buenas, pensando
 en cosas, más, maquinando la traición, el crimen, el desorden, alboroto, la 
desestabilización de otros? ¿Cuánto tiempo llevamos pensando la mejor manera
 de ayudar a los niños que están sueltos y sin nadie en las calles? ¿Los
 mayores están abandonados en las cunetas, la carencia, esa juventud drogadicta
 que vaguea por las madrugadas, entre pinchazos, tras copas y sexo? ¿Que 
consigue nuestra mente elaborar, que pueda vivir en beneficio de esas criaturas?
 ¿Cuál es el libro que estamos pensando en escribir? ¿Cuál es la música que 
queremos cantar? ¿Cuáles son los tipos de asuntos que valoramos? ¿Cuál es 
el teatro que me gusta, las películas por los cuales me apasiono, las letras y las 
músicas que me conmueven? ¿Qué es eso que dinamiza mi mundo interior y 
que me da fuerzas para vivir? ¿Cuáles son los amigos que tengo, que 
esfuerzo hago para conquistar amigos? ¿Cómo los conservo? ¿Cómo soy de 
amigo con mis amigos? ¿Cómo trato a mi esposa, mi marido, mis hijos, mis 
padres? ¿Cuál es la consideración que yo tengo por ellos? ¿En que cuenta tengo
 mi trabajo, en que cuenta tengo mi religión? ¿Son cosas serias para mí o son 
pasatiempos de los cuales me valgo, para que yo tenga un determinado status 
social, para que yo tenga una representación social, para que yo no sea diferente 
a los otros?
Importantísimo es saberlo, en ese gran reloj del universo, como pendulamos 
nosotros, para qué lado vamos, de qué lado venimos.
Raúl Teixeira.




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ANTE LAS COMUNICACIONES

Las comunicaciones deben leerse y examinarse si 
son escritas, y escucharlas con atención profunda si 
son parlantes; y siempre que los espíritus no 
aconsejan el fiel cumplimiento de todos los deberes,
 el afán por el trabajo y el deseo del bien universal no 
deben aceptarse sus consejos. 
No es tampoco prudente ni razonable estar de continuo 
importunando a los espíritus, tomándoles parecer para 
las cosas más triviales de la vida, porque lentamente, sin darse uno cuenta de ello, se va pasando con armas y bagajes al campo del fanatismo. 
No olvidéis, pues, mis consejos, y tener siempre presente que sólo por la 
abnegación y el sacrificio en bien de la humanidad el espíritu se engrandece y
 penetra en los mundos donde existe la felicidad. 

Memorias de Amalia Domingo Soler 

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