EL LIBRE ALBEDRIO
Eliseo Rigonatti
El libre albedrío es la libertad que cada uno de nosotros tiene, de hacer o no una cosa.
El libre albedrío nos torna plenamente responsables de todos nuestros actos.
Dios nos concedió el libre albedrío, para que construyésemos nuestro destino.
Depende únicamente de nosotros seguir el camino del bien que nos haga felices, o del mal que nos conduzca al sufrimiento.
Sólo nos pertenece el mérito de nuestras buenas acciones y la culpa de nuestros males.
A cada acto practicado le sigue una consecuencia. Un acto bueno trae buenas consecuencias. Un acto malo trae malas consecuencias.
Podemos practicar el mal, pero luego debemos sufrir las consecuencias.
Ya sabemos cuales son las consecuencias del mal: una encarnación dolorosa.
Todo el que sufre, no ha usado su libre albedrío en la práctica del bien.
Nosotros tenemos inteligencia suficiente para distinguir lo que es bueno de lo que es malo y saber aceptar lo que es útil y rechazar lo inútil.
Nuestra conciencia guía nuestra inteligencia y nos indica lo que debemos y lo que no debemos hacer.
Escuchando la conciencia, usaremos con acierto el libre albedrío.
Para poder oír la conciencia, es necesario pensar antes de hacer o decir alguna cosa.
Antes de tomar una decisión debemos estudiarla con cuidado y prever cuáles serán las consecuencias. Solamente después de tener la certeza de lo que vamos a hacer o decir es bueno, podremos ejecutar lo que pretendemos.
Otra cosa que debemos evitar es actuar sin reflexionar.
En cualquier circunstancia es preciso conservar la calma.
Pensar primero, actuar después.
Tomado del libro “Doctrina Espírita para la Niñez”
Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta.
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APOMETRIA : PLACEBO ESPIRITUAL ¿PARA QUE?
“Mas
vale repetir diez verdades que admitir una sola mentira, una sola teoria
falsa”.
Erasto(1)
Muchos compañeros recurren a las instituciones que practican
apometria, porque el “tratamiento” es más “fuerte”, según afirman. Los apometras
incautos, hipnotizados por las tinieblas, mantienen ese tipo de actitud bizarra
bajo los aplausos de sus victimas, psíquica y mentalmente aprisionadas.
Si la apometria es más “fuerte” que la reunión de desobsesión, ¿Por que la
omisión de los Espíritus Superiores? ¿Por qué ellos se callan sobre el asunto?
¿Curioso eso, no? El silencio de los Espíritus Superiores es, sin duda, un
presagio de que tal practica es de mal augurio, y, por eso mismo, ella es
circunscrita a unos pocos grupos que deberían borrar el nombre, Espiritismo, de
sus estatutos.
Para quien desconoce, mostramos algunas "joyas" que encontramos
en las proposiciones de es tal “avanzadísima terapia”. Los apometras confirman que “la apometria es más fraterna,
por ser más eficaz. Actúa en la médula de la obsesión y, con visión de
conjunto, puede auxiliar a la medicina del futuro en la cura holística. (sic)
Pregonan con sus roncas voces que “la apometria acelera, con
calidad, a los morosos atendimientos
desobsesivos que, aun, son realizados en muchas casas de nuestro país”.
(Pásmense) Gritan que “el éxito de la
apometría reside en la utilización de la facultad mediumnica, para entrar en
contacto con el mundo espiritual de manera más fácil y objetiva, siempre que se quiera. Así, puede ser
utilizada como una técnica eficaz en el tratamiento de las obsesiones y la eficacia
acontece, en virtud de que los espíritus protectores estén en el mismo plano de los
asistidos, pudiendo, por tanto, actuar con mayor profundidad y más rapidez”.
Desconocen, tales androides, que “la cura de las obsesiones graves requiere
mucha paciencia, perseverancia y devoción.”(2) Nuestra conciencia doctrinaria
no acepta tanta facilidad – por lo que no admitimos sea posible una transformación
tan rápida en Espíritus que cultivan el odio tan intensamente.
No satisfechos, como títeres, difunden otra perla: “Los
diagnósticos son mucho más precisos y detallados; las operaciones astrales son
ejecutadas con alta técnica y con el empleo de aparatos sofisticados de
hospitales muy bien montados en regiones elevadas del Astral Superior. Por
resonancia vibratoria, el desencarnado recibe cierto alivio, una especie de
calor benéfico que se irradia del cuerpo
vital, pero causa en el encarnado el malestar de que este se queja.
Se le completa el éxtasis con el llamado aurífero y discuten en alta voz: “en la medida en que la
humanidad evoluciona, los velos de lo desconocido se van descorriendo y el
conocimiento de las leyes espirituales, que antes eran privilegio de unos pocos, ahora va
siendo revelado, abiertamente, a los estudiosos exentos de preconceptos.
Distantes del régimen de la lógica, los apometras persisten obsesos mentales,
con el prejuicio de racionar. Proclaman falacias cristalinas del tipo: “Desde
el punto de vista del Budismo y de la Teosofía, los vehículos de manifestación de
conciencia (holossoma) son divididos en
siete. ya en la óptica del espiritualismo, del espiritismo heterodoxo (sic) y
de la Concienciología
(entre otras líneas del pensamiento más nuevas), hay solamente tres vehículos (los
cuerpos físico, astral y mental), siendo el energético (doble eterico) solo un involucro que no porta la conciencia.
Analicemos otra joya rara: “La apometria trabaja con sintonía. No incorpora egos. No incorpora vehiculos
de manifestación de la conciencia. Una vez encerrado el
atendimiento en la casa apómetrica, la
sección de apometria puede continuar en el
astral, a ejemplo de lo que ocurre con las sesiones espiritas convencionales. ¿Entendieron? ¡Pues eso!, y está aquí: “con la ayuda de los amparadores extrafísicos
(mentores) de la sección de la apometria, la sensibilidad espiritual del médium
permite una sintonía con determinada faja conciencial del paciente, que permite que haga
una limpieza bioenergética y psicométríca en sus chacras, nádis( canal por el cual circula el prana por el cuerpo ) parachacras(chacras del cuerpo espiritual)”. (¿)
Divaldo Franco amonesta sobre la exquisitez de colocarse “obsesores en capsulas espaciales y mandarlos para el mundo de la erraticidad. “No iremos a examinar la cuestión esdrújula de ese comportamiento, mas, si yo, en la condición de espíritu imperfecto que soy, llegase desesperado a un lugar, pidiendo misericordia y apoyo en mi locura, y otro, mi prójimo me exiliase para el magma de la Tierra, para que yo experimente la dureza de un infierno mitológico o ser desintegrado, yo renegaría a aquel Dios que inspiró ese adversario de la compasión. O, si me mandase en una capsula espacial para que fuera expulsado de la Tierra… ¿Con que autoridad? ¿Cuándo Jesús dijo que su reino es de los miserables? (3)
Divaldo Franco amonesta sobre la exquisitez de colocarse “obsesores en capsulas espaciales y mandarlos para el mundo de la erraticidad. “No iremos a examinar la cuestión esdrújula de ese comportamiento, mas, si yo, en la condición de espíritu imperfecto que soy, llegase desesperado a un lugar, pidiendo misericordia y apoyo en mi locura, y otro, mi prójimo me exiliase para el magma de la Tierra, para que yo experimente la dureza de un infierno mitológico o ser desintegrado, yo renegaría a aquel Dios que inspiró ese adversario de la compasión. O, si me mandase en una capsula espacial para que fuera expulsado de la Tierra… ¿Con que autoridad? ¿Cuándo Jesús dijo que su reino es de los miserables? (3)
Una vez que pudieran haber obsesores retirados del campo mental del obsesado “a la fuerza” y enviados a “otros
planetas”, o a extraños locales o dimensiones extra fisicas, se reafirma que,
entre los engañados apómetras, hay una grotesca falta de conocimiento de la Doctrina Espirita.
Actuemos con cautela, pues no basta la asiduidad a la Casa Espirita. Es
indispensable que estudiemos a Kardec con mucha seriedad y persistencia. Los enunciados contenidos en la Codificación exigen
cautela al interpretarlos y, sobre todo, humildad al ejercerlos.
Observen lo que encontramos en ese riquísimo subsuelo de mineros:
“Los que prefieren el método clásico de adoctrinación religiosa, entronizado
a lo largo del siglo XX en los centros
espiritas y espiritualistas brasileños,
critican la Apometría,
porque esta no “evangeliza” al espíritu obsesor. Todavía, en complejas
obsesiones espirituales, el intento de “evangelizar” sensibilizar o
“concienciar” al espíritu obsesor, no
surge efecto. Evangelizar magos negros
es tan eficaz como enseñar lecciones de
fraternidad a un psicópata. De repente, surge un diamante de varios quilates. ¿“Seria “más fraterno”
dejar a los pacientes con los chips
atravesados y los magos negros y sus compañeros sueltos, haciendo lo que hacen? ¿Análogamente, seria
más fraterno si nuestros policías no portasen armas, pues podrían herir a los
bandidos que nos asaltan y nos matan? La correlación es la misma “. (Aspas,
destaque, etc., todo, por cuenta de los
apómetras) El tribuno bahiano recuerda que “Nuestra tarea es la de iluminar, no
es de eliminar, al Espíritu malo, perverso, cruel es nuestro hermano en la ignorancia”.
(4) A rigor, el uso de energía para
apartar a los obsesores, sin la necesaria reforma intima, indispensable para la
liberación real de los envueltos en dramas obsesivos, contradice los
principios básicos del Espiritismo,
pues, el simple apartamiento de las
entidades rencorosas no resuelve la
cuestión. Por esa razón, la apometria, especialmente por sus leyes y rituales,
no es una técnica que se encuadre en los principios doctrinarios espiritas, no
siendo, por tanto, una practica recomendable en la casa espirita.
En ese mundo de fantasía de la apometria, encontramos una
esmeralda. Veamos: “La principal característica de la Apometria radica en el
abordaje de su asistencia espiritual. La apometria investiga el cuerpo astral
del paciente, su hábitat (ambiente doméstico o profesional), obsesores locales
y no locales (basados en otros niveles del umbral), es mucho más poderosa que
el pase y la adoctrinación convencionales. Detecta y retira equipamientos
extrafísicos mecánicos y electrónicos (Paratecnología del psicosoma (cuerpo
astral) de los pacientes. Los pases no son medios suficientes ni instrumentos exclusivos para la retirada de los chips extrafísicos de los pacientes. En determinadas
circunstancias, remedios homeopáticos de alta potencia destruyen
o descolocan equipamientos extrafísicos adheridos al aura o al psicosoma
del paciente. Hay una practica bioenergética llamada “MBE” (movilización básica
energética) (sic) bastante eficiente en
la destrucción de implantes de paratecnologia negativa. La mayoría de la
humanidad es inmadura conscientemente (criaturas espirituales): no lee, no
estudia, no hace practicas bioenergéticas.” (¡?) (Quedamos verdes, con una
tremenda sensación de impotencia ante todo eso).
Como se observa, los
apometras adoptan terminologías diversas de aquellas utilizadas por la Doctrina Espirita
y conceptos de criaturas orientales. Más allá de eso, sus razonamientos chocan
de frente con el buen sentido Kardeciano. Que sepamos, no hubo manifestaciones
sobre el tema en varias partes del mundo, a través de mediúms conceptuados.
Debemos considerar, por tanto, que no existió el Control Universal de las
enseñanzas de la técnica, como preconiza Kardec. (5)
Los términos utilizados por los apometras impresionan, realmente,
a los imprudentes.
Sino veámoslo: “salto quántico, spin, despolarización de la
memoria, campos magnéticos, chips astrales, determinación en portugués o griego
y pulsos energéticos. Las percepciones espirituales de los mediúms de
soporte de las secciones de Apometria se
dan por la clarividencia objetiva, intuitiva y mental. En diapasón mental
adecuado, atiende la potencia al cuadrado (elevado al cuadrado), en que diez trabajadores afinados, y en alta
sinergia, valen por cien personas (lo que también se aplica a otros grupos) de ahí la importancia del grupo apometra para desenvolver un agudizado nivel técnico,
mediúmnico y sinergetico”.
A esta altura del artículo, los
apometras deben estar horrorizados, diciendo entre si: Jorge Hessen debe
tener varios chips astrales circunscritos en el periespiritu, deteriorando su
raciocinio...
Aun, nuestro hermano Divaldo Franco, durante una larga entrevista,
en el programa Presencia Espírita de la radio Buena Nueva, de Guarulhos (SP),
en Agosto del 2001, a
partir de una pregunta a él dirigida,
afirma: “No iré a entrar en el mérito, ni en el estudio de la apometria, porque
yo no soy apometra, yo soy espirita. Lo que puedo decir es que la apometria, de
la forma como los apometras la interpretan, no es Espiritismo, por cuanto sus
practicas están totalmente en desacuerdo con las recomendaciones de “El Libro de los
Médiums”.(6) Con esas esdrújulas practicas, se abren precedentes graves para la
implantación de rituales, totalmente inaceptables en la practica espirita, que
es, fundamentalmente, la doctrina de la fe razonada.
En la practica y en los métodos de liberación de los obsesores, la violencia
que dichos métodos presentan, a mi personalmente , me parece tan chocante, que me hace recordar la Ley del Talion, que Moisés
suavizó con el Código Legal y que Jesús sublimó a través del amor..
Es lo que pensamos
respecto a este asunto. Nuestros argumentos son por demás consistentes, pues se
basan en estudios y experiencias Kardecianas. De nuestra parte, sin
estrangulamiento de cualquier línea de raciocinio, creemos que la
apometria es un método supuestamente terapéutico que se puede estudiar lejos de
las huestes espiritas para ser mejor valorado. La desobsesión es cosa seria y no
admite placebos inocuos.
Concluyo con la severa amonestación: “si alguien prefiere la
apometria, divórciese del Espiritismo. ¡Es un derecho! Más no mezcle, para no
confundir. (…) (8)
Jorge Hessen
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LA TOMA DE CONCIENCIA Y EL ESTADO DE NECESIDAD
De entre los atributos que imprimen la figura del Ser Supremo, nos encontramos con la Sabiduría, la Justicia y la Bondad.
La conjugación de estos tres predicados conlleva a la plasmación de Sus ideas en un acto de realización sublime, cuyo soplo divino gesta la aparición del espíritu sencillo e ignorante. Así, nos vemos compelidos a desarrollar nuestra actividad en un océano ilimitado en la inmensidad del universo.
Cuando observamos a nuestro alrededor, percibimos que todo lo que nos envuelve se encuadra en un dualismo del que no podemos escapar. La noche y el día; el frío y el calor; el sueño y la vigilia. En toda la naturaleza se observan concatenaciones de valores opuestos cuya persistencia en unos ahora, y en otros después, desembocan al movimiento, al cambio, al progreso.
Asimismo acontece con las ideas del Bien y del Mal, que reposan a uno y otro extremo de una balanza en constante movimiento, pues dependiendo de su mayor o menor relevancia la decantan hacia un lado o a otro.
La existencia del mal es una obviedad y su análisis ha sido objeto de estudio en todas las corrientes filosóficas de todos los tiempos. Igualmente a nosotros nos es preciso adentrarnos en las causas de ese mal; ubicar su origen, su procedencia, su dirección, saber dónde está ubicado, de dónde ha venido y hacia dónde se dirige.
Muchas son las corrientes del pensamiento que atestiguan que ante la magnanimidad del Ser Supremo, señalan a éste como el origen de la existencia del mal, pues es Él quien todo lo crea. Sin embargo, nuestra creencia espiritual, nos indica que de los atributos divinos no puede surgir ni una sola circunstancia que denote la presencia del mal. Entonces sólo nos cabría pensar en que el mal como atributo, podría recaer sobre un “ser especial”, que comúnmente se le otorga el nombre de Satanás en otras corrientes espirituales.
Aquí existirían dos opciones a dilucidar. La primera sería situar a ese ser maléfico en el mismo nivel de superioridad que Dios. Si bien, Kardec afirma que “esta hipótesis es inconciliable con la unidad que revela el orden universal”.(1)
La segunda hipótesis, nos haría pensar en un ser subordinado a la Figura Divina, aunque ello implicaría que su creación obedecería a la voluntad de Dios, cuestión que descartamos en atención a que pondríamos en tela de juicio la bondad de Dios “(…) ya que habría dado vida al espíritu del mal”.(2)
Los diferentes males que asolan la humanidad en general, y a los espíritus encarnados en particular, pueden o no depender de su propia voluntad. Los segundos serían todos aquellos que escapan a las riendas libres de actuación de todo ser pensante. Así, tendríamos el caso de las catástrofes naturales.
A lo largo de la evolución histórica de la humanidad, vamos observando como en el empeño de salvaguardar la propia existencia, el ser ha ido estableciendo mecanismos preventivos unos, de defensa otros y paliativos los últimos, a fin y efecto de contrarrestar todas y cada una de las consecuencias que determinados acontecimientos naturales pudieran afligir al hombre. En un claro ejercicio de su intelecto ha ido materializando vías tendentes a paliar o suprimir en la medida de lo posible las consecuencias de ese mal, en principio no generado por el espíritu a título individual.
Como consecuencia de ello, es extraíble la conclusión que determinadas circunstancias adversas han conllevando al desarrollo de la inteligencia y por ende a evitar estados de ociosidad, pereza o estancamiento.
El espíritu trabaja con la intención de salvar óbices en cumplimiento de su instinto de conservación, siendo incitado a salvaguardar igualmente la vida de cuantos le rodean y recaigan sentimientos de amor, provocando el estímulo de sus facultades psíquicas y morales que a lo largo de las experiencias carnales va desarrollando.
La acumulación de experiencias reencarnatorias conjugadas con el libre albedrío, suponen que el ser reencarnado camina sobre una estrecha tabla y que cualquier paso en falso le conllevaría a una forzosa caída.
Los verdaderos males de los que sufre el espíritu, son sin duda gestados por sí mismo, por sus vicios en el amplio concepto del término. La voz de la conciencia es la que indica en cada momento cuándo y dónde debe pisar sobre seguro, es el registro donde queda instaurada la Ley de Dios, es el mejor libro Espírita abierto.
“Si el hombre actuase conforme a las leyes Divinas evitaría los males más agudos y viviría feliz sobre la Tierra. Si no lo hace, es en virtud de su libre albedrío y por eso sufre las consecuencias que merece”.(3)
Sin embargo, junto a todo mal reside un remedio. Llega el instante en que el exceso de mal moral se vuelve intolerable y el hombre siente la necesidad de cambiar. Es precisamente este estado de necesidad en el que se sumerge el espíritu, reencarnado o en la erraticidad, lo que forzosamente lo empuja a su adelantamiento intelectual, psíquico y moral. La necesidad es la fiel compañera que le hace caminar firmemente y adoptar las mejores resoluciones una vez se haya precipitado en el angustioso abismo de sus errores y excesos.
Para el materialismo el mal y el dolor es una constante universal que siempre ha recaído en la humanidad. Determinadas corrientes religiosas, personifican el mal y el dolor en un ser superior al espíritu reencarnado, amo y señor de lúgubres lugares donde residen aquéllas almas que han contravenido las leyes o dogmas de la correspondiente doctrina; mientras que raros elegidos son aptos para residir en determinados paraísos en los que reina la felicidad.
Para el creyente de determinados movimientos religiosos, la separación definitiva de los seres que se aman con posterioridad a la desencarnación es tan perpetua como la de cualquier corriente materialista.
Sin embargo, el Espiritismo enseña el carácter transitorio del mal, en atención a la propia voluntad del sufridor, teniendo presente que a más tardar este mal desaparecerá cuando resurja aquel estado de necesidad, y que la referida voluntad podrá ponerse en práctica y actuar gracias a la Ley de Justicia que recae sobre la Reencarnación.
Imperioso es que el ser pensante se adelante con respecto a las condiciones adversas que le afligen ocasionadas por sus propios errores. La toma de conciencia para establecer nuevos rumbos es el centro y motivo principal de la experiencia en la vestidura carnal. No únicamente es la expiación por la que se sufre, no únicamente es la prueba por la que se aprende, sino que el tiempo reencarnatorio también sirve para la concientización a fin de que el ser reencarnado logre acortar su proceso expiatorio.
La Ley de Acción y Reacción es sabia, justa y bondadosa. La Ley de la Reencarnación es el claro ejemplo de la nueva oportunidad concedida de forma satisfecha y envuelta con la Paciencia y la Confianza del Creador. Éste permanece paciente observando cómo nuestro espíritu deudor evoluciona gracias al movimiento inevitable de la balanza del Bien y del Mal cuyo vaivén provocamos a nuestra voluntad.
Nuestra voluntad pondrá en marcha todos los mecanismos aptos para que acontezca aquél estado de concientización. Caso que no ocurra, nos veríamos abocados a la espera, surgimiento o resurgimiento de ese inevitable estado de necesidad, exponente de la Ley del Progreso.
Gracias a la bondadosa Dádiva Divina, la Ley de Causa y Efecto permite al reencarnado moldear las características intrínsecas del dolor que se encuadran en su estipulada vivencia expiatoria. Así, toda expiación resulta maleable en atención al trabajo y al esfuerzo de su sufriente. Éste no queda punido en una sentencia proveniente de la aplicación de la ley del talión. Mas al contrario, dependiendo del rumbo que adopte en su marcha expiatoria podrá observar cómo se aminora la dureza de la prueba, mutando aquellas circunstancias a su alrededor, desapareciendo unas o surgiendo otras indicándole en consecuencia que sigue el camino correcto de su recuperación anímica, facilitándole por ello la labor, como respuesta a su toma de conciencia.
Mientras el ser no se concientice ni mude su casa mental, las durezas de las pruebas y expiaciones continuarán su curso hasta que sea necesario, hasta que aparezca irremediablemente ese estado de necesidad.
Joanna de Ángelis nos indica que en la edad temprana se sitúa el momento en que empiezan a movilizarse los mecanismos de discernimiento y de actuación del ser humano para trabajar de conformidad con la Ley Divina. En efecto, “la experiencia del Bien y del Mal comienza en la infancia delante de las actitudes de los padres y de los demás familiares”4. Ello puede acontecer por un lado gracias a las directrices de comportamiento que los adultos ofrecen a los menores y, por otro lado, a los ejemplos de que puedan valerse los primeros frente a la cálida y atenta observación de los segundos.
Las correcciones comportamentales de los infantes, deben establecerse bajo el prisma seguro de estar obrando conforme al Bien. En caso contrario, la ausencia de explicaciones, respuestas o consecuencias adecuadas en el ánimo de corregir y educar pueden generar la incomprensión de lo suministrado y exigido al menor, interpretando éste dicha información o actuación requerida a cambio de la recriminada como apta simplemente por el hecho de evitar puniciones futuras. En estos casos, puede surgir el sentimiento de culpabilidad del menor que tendrá como única vía de escape reacciones enmascaradas con el odio o por el resentimiento cuando se sienta ya liberto de la imposición del “ascendiente moral”, acarreando con posterioridad posibles episodios depresivos o de trastorno de la personalidad.
Ello indica que el Bien no se impone, que el Bien en ningún caso puede ser revestido de los caracteres de la represión. En razón de eso, continúa Joanna de Ángelis, “(…) se hace más difícil la asimilación e incorporación de los valores del Bien en un adulto aclimatado a la agresión, a las luchas, en las cuales predominó el Mal, tuvo su victoria, los resultados placenteros del ego, la vitalización de los comportamientos opresores, que generan héroes poderosos, pero que no escaparon de las áreas de los conflictos por donde continúan transitando”.(5)
Así, en edad adulta la tarea es doble y más lenta “porque tendrá que modificar las constricciones del ego y a través de la reflexión, de los ejercicios de meditación y evaluación de la conducta, sustituir los hábitos enraizados por nuevos comportamientos compensadores para el yo superior”.
Cuando quien pauta su existencia bajo los prismas de la negatividad, de la inquietud o de la enfermedad, bajo aspectos perturbadores y de insatisfacción, únicamente transmite desarmonía a su rededor, enfermedad, depresión y alucinaciones crueles, pudiendo, en su declive y por falta de la toma de conciencia en la adopción del rumbo correcto, constituir psicopatologías de los más diversos grados y adentrarse igualmente en las áreas de la obsesión espiritual o de la autoobsesión.
Aquí la toma de conciencia sugiere al ser sufriente ya en estos términos, el indemorable cambio de actitud mental hacia el encuentro con el Bien, antes de ser abocado al estado de necesidad del cambio, cuando cansado del mal busque remedio en el Bien, dilatando y retardando sus estadías carnales con ocasión de no haber movilizado los recursos que tienden a aminorar las duras pruebas.
Tales recursos reposan en la oscura conciencia del reencarnado, lugar que precisa ser iluminado por el Espiritismo como Consolador prometido por Jesús y que viene a traernos “el conocimiento de las cosas (…), el llamamiento a los verdaderos principios de la Ley de Dios y el consuelo por la fe y la esperanza”.(6)
Tres estadios distintos nos ofrece la Doctrina Espírita entre los que nos podemos encontrar a título individual: el estadio del conocimiento doctrinario; una vez adquirido ese conocimiento aparece el estadio de la consolación de los dolores presentes ocasionados de pretéritas actuaciones; y finalmente el llamamiento a los verdaderos principios de la Ley de Dios, esto es, al cambio o mudanza de nuestro vida mental a fin y efecto que se vaya modificando nuestra vida comportamental.
Lógicamente el primer paso es conocer la Doctrina, el segundo paso y una vez conocida, nos ofrece el consuelo necesario a nuestras atribuladas vidas, y finalmente una vez consolados, nos incita a responder a ese llamamiento a los verdaderos principios de la Ley de Dios a fin de no generar nuevas deudas. Pues como así elucidó Chico Xavier, aunque nadie pueda volver atrás y hacer un nuevo comienzo, cualquiera puede comenzar ahora y hacer un nuevo fin.
Y usted, ¿En cuál de los tres estadios se encuentra?
Xavier Llobet
Centro Espírita Irene Solans, Lleida
Artículo publicado en el nº4 de la revista Actualidad Espiritista
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ESPIRITUALIDAD
¡ " ACTITUDES INTELIGENTES QUE NOS AYUDAN AL CRECIMIENTO Y LA FELICIDAD"!
La aceptación: el proceso de tu desarrollo personal
En la vida nos iremos encontrando con etapas que no serán como deseamos, la única solución para que nuestro bienestar emocional no se vea muy alterado, es la de instalar en nuestra vida la aceptación. Aceptar lo que no puedes cambiar es de vital importancia para que puedas seguir adelante y transformar tu vida. ¿Quién no ha deseado alguna vez que la realidad fuera otra diferente a la que está viviendo?, ¿quién no ha cometido algún error?, ¿a quién no le ha molestado la actitud o forma de vida de otra persona? Ante cualquier situación que te produzca malestar, analiza si puedes hacer algo para solucionarlo. De ser así, crea un plan de acción para mejorar tu vida, pero en el caso de que veas que no puedes hacer nada para cambiar algo, si quieres seguir adelante tienes que aceptar la realidad o sufrirás más de lo necesario. Luchar en contra de una realidad inamovible, será un gasto de energía inútil y dañina. Sólo desde la aceptación podrás seguir adelante sin estancarte.
ACEPTAR NO SIGNIFICA CONFORMARSE
A continuación las diferencias entre la conformidad y la aceptación:
– La aceptación va encaminada a tolerar una situación, saber que la vida es así y no todo puede ser bueno, pero inclinándose hacia la acción. Se puede convivir con esa situación desagradable sin que eso cause un malestar exagerado, pero a pesar de vivir bajo una circunstancia que no nos gusta, se logra centrar el interés y el foco de atención hacia otras áreas, se intentan abrir nuevas puertas. Aceptar, es abandonar una lucha hacia algo que no tiene solución y buscar otros caminos que nos permitan vivir como nos gustaría. Se tienen pensamientos del tipo: “Esto es lo que hay y no puedo hacer nada, lo esquivo y sigo con mi vida para ver si consigo mis propósitos”
Que el Señor os Bendiga hoy, mañana y SIEMPRE!
- Rey Formoso -
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