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sábado, 18 de junio de 2016

LOS CONOCIMIENTOS DE LOS ESPÍRITUS


      
       Código penal de la vida futura 

Impreso en la conciencia del ser llevamos la noción del bien y del mal, así como la existencia de un Dios creador y dador de vida. Siendo el hombre un ser trascendente, desde la aceptación de una vida futura se planteó cómo sería la vida después del túmulo. El destino, más allá de la tumba, ¿sería igual para el justo que para el que no se ajustó a las leyes divinas? 
El sentido común y la intuición de las leyes divinas llevaban a considerar que la situación sería muy diferente y así, en función de la evolución que en cada momento presentaban las sociedades, se intentó dar explicación a esta cuestión. Con diversas interpretaciones de acuerdo a las diferentes filosofías, religiones y según también el grado de adelanto de las sociedades, se daba una coincidencia en una suerte de “paraíso” de paz y felicidad para el justo y un sufrimiento para aquellos que faltaron a la ley divina, a los que se les suponía una localización física. 
Las visiones de los místicos, extáticos, sensitivos, médiums en definitiva, fueron interpretadas ajustándolas a sus preconceptos religiosos (Dante Alighieri, Santa Teresa, Swedenborg …) Allan Kardec en el capítulo VII del libro El Cielo y el Infierno nos habla del código de las penas futuras en la interpretación del espiritismo. Explica que –al igual que con el resto de las obras espíritas- siguió un método de observación y análisis, sin preconceptos previos, fruto de la observación, a través de numerosas comunicaciones recibidas por una cantidad ingente de médiums, en lugares diversos: «No se trata aquí de la relación de un solo espíritu, que podría ver los acontecimientos desde su punto de vista, bajo un solo aspecto, o estar todavía dominado por las preocupaciones terrestres, ni de una revelación hecha a un solo individuo que podría dejarse engañar por las apariencias, ni de una visión extática, que se presta a las ilusiones y muchas veces no es más que resultado de una imaginación exaltada, sino de innumerables ejemplos suministrados por toda categoría de espíritus, desde lo más alto hasta lo más bajo de la escala, con ayuda de innumerables intermediarios diseminados sobre todos los puntos del globo, de tal modo que la revelación no es privilegio de nadie, sino que cada uno está en disposición de ver y de observar, y nadie está obligado a creer en la palabra de otro». 
Establecida una gradación en los “goces” y en las “penas”, según se deduce de las manifestaciones de los espíritus (recomendamos al lector la lectura de la Parte II de El Cielo y el Infierno, donde se recogen, a modo de ejemplo, algunas comunicaciones), surge la cuestión de si esa situación es puntual, eventual o será ya permanente, para el resto de la eternidad, como preconizan ciertas religiones. A través de un análisis racional y lógico, Kardec demuestra que un Dios bueno, justo, misericordioso no casa con la idea de un Dios vengativo, incapaz de sentir misericordia por sus hijos extraviados; que ante una caída condena para siempre cuando Él pide el ejercicio del perdón a todos sus hijos. 
Por otro lado, el Divino Pastor nos dijo que no se perdería ni una sola de sus ovejas. Si se admitiera la teoría de las penas eternas estaríamos ante una discriminación, por cuanto si el hombre se arrepiente durante su vida aún puede aspirar a la dicha eterna, pero si el arrepentimiento le llega después de la muerte ya todo para él está determinado y no hay nada que hacer. ¿Por qué el arrepentimiento no ha de tener eficacia sino durante la vida, que no es más que un instante, y no lo ha de tener durante la eternidad que no tiene fin? En estas circunstancias, estaríamos ante un Dios inclemente, menos misericordioso que el propio hombre que permite la rehabilitación y la reinserción del delincuente en la sociedad. 
Del análisis de todas las comunicaciones se llega a una serie de conclusiones en las que nos parece importante señalar cuanto sigue: La dicha y el sufrimiento de los espíritus son directamente proporcionales al grado de perfección e imperfección que presentan. Esta situación es eventual, pues sometido el espíritu a la Ley del progreso, y con destino final la Felicidad, irá progresando, deshaciéndose de sus imperfecciones para alcanzar la dicha que a todos nos está reservada. «Ninguna oveja se perderá» nos dijo el Divino Pastor. 
Las penas y sufrimientos inherentes a las imperfecciones, entre las que se incluye la falta de práctica del bien cuando se tuvo ocasión y no se hizo, se pueden padecer tanto en el mundo físico –en la misma encarnación o en sucesivas reencarnaciones– como en el mundo espiritual. El arrepentimiento supone el punto de inflexión para cambiar el estado de “penalidad”, ya que la ayuda se manifiesta de forma más activa y se modifica la situación en que está el espíritu. Puede darse tanto durante la vida material como en la espiritual. Cuanto antes se dé el arrepentimiento antes se acortará el tiempo del sufrimiento del culpable. Además del arrepentimiento, son necesarios la expiación y la reparación para que la falta y sus consecuencias queden totalmente “borradas”, superadas más bien, porque todo formará parte de nuestros archivos personales. 
Si a cada cualidad corresponde una dicha y a cada falta una pena, la determinación de ésta no es automática, rígida, por cuanto entran en juego los agravantes o atenuantes aplicables al caso, entre los que se contempla el grado de responsabilidad, de madurez intelecto-moral del espíritu, así como la propia actitud, ya que las situaciones, en función de la ley de causa y efecto, se están modificando a cada momento. Recordemos las palabras de Jesús: «El amor cubre la multitud de pecados». Y no olvidemos que la duración también se podrá acortar con un arrepentimiento temprano. 
Las penas no se imponen como medio vengativo, sino que tienen una finalidad, como no podría ser de otra manera ante un Dios infinitamente justo y misericordioso: hacer reflexionar al espíritu para que se produzca un cambio de actitud; por eso son temporales. La dicha y el sufrimiento son inherentes al espíritu, no hay localizados geográficamente un “cielo” o un “infierno”, aunque existan diversos mundos con diferente grado de adelanto en donde concurren espíritus con el mismo grado de evolución. El mensaje que nos trae el espiritismo, desde el razonamiento lógico y la experimentación –que se ha seguido manteniendo vigente a lo largo de las comunicaciones y revelaciones en obras mediúmnicas– es esperanzador. 
Sin ocultar las consecuencias que alcanzan a los espíritus infractores, nos muestra una limitación en la duración de las penas, duración que depende únicamente de nosotros, pues somos los arquitectos de nuestro futuro. La ayuda divina nunca falta. En cuanto el espíritu se muestra arrepentido y decidido a cambiar, la ayuda se le muestra más activamente, permitiendo una reparación, una superación mediante la vuelta al bien, “al camino recto”: es el regreso del hijo pródigo. 
Día a día, momento a momento con nuestros pensamientos, nuestras acciones así como con las omisiones en la práctica del bien, estamos creando nuestro futuro, preparando “la morada” en la que habitaremos al desencarnar. Afanémonos, pues, para encontrarnos plenos y dichosos por la labor bien hecha y agradezcamos a Dios Padre su misericordia infinita, que nos ofrece infinitas oportunidades, tiempo ilimitado para que podamos rectificar, volver al camino y avanzar hacia su encuentro, lo que nos llevará a estar liberados de toda penalidad y sufrimiento. ¡Bendito destino el que Dios preparó a todos sus hijos! «Tal es la ley de la justicia divina: A cada uno según sus obras, así en el cielo como en la tierra» 

Belén Peytaví 
Revista Espírita de la FEE


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EL ESPIRITISMO, SEGÚN EL GÉNESIS


El espiritismo, al darnos a conocer el mundo invisible que nos rodea y en medio del cual vivimos sin que lo sospecháramos, así como las leyes que lo rigen, sus relaciones con el mundo visible, la naturaleza y el estado de los seres que habitan en él y, por consiguiente, el destino del hombre después de la muerte, constituye una verdadera revelación en el sentido científico de la palabra.

. Por su naturaleza, la revelación espírita tiene un doble carácter:participa al mismo tiempo de la revelación divina y de la revelación científica.* Participa de la primera, porque su aparición es providencial, y no el resultado de la iniciativa o de un deseo premeditado del hombre; y porque los puntos fundamentales de la doctrina provienen de la enseñanza que han impartido los Espíritus encargados por Dios de ilustrar a los hombres sobre cosas que ellos
ignoraban, que no podían aprender por sí mismos, y que les importa conocer, ya que hoy son aptos para comprenderlas. Participa de la segunda, porque esa enseñanza no es privilegio de ningún individuo, sino que es impartida a todos del mismo modo; porque los que la transmiten y los que la reciben no son seres pasivos, dispensados del trabajo de la observación y la investigación; porque no han renunciado al razonamiento y al libre albedrío; porque no se les ha prohibido el examen, sino que, por el contrario, se les ha recomendado; en fin, porque la doctrina no fue dictada completa, ni impuesta a una creencia ciega; porque es deducida, mediante el trabajo del hombre, de la observación de los hechos que los Espíritus colocan delante de sus ojos, así como de las instrucciones que le dan, instrucciones que él estudia, comenta, compara, a fin de que él mismo extraiga las
consecuencias y aplicaciones. En suma: lo que caracteriza a la revelación espírita es el hecho de que su origen es divino, la iniciativa es de los Espíritus, y su elaboración es fruto del trabajo del hombre.

EL GENESIS
ALLAN KARDEC


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LOS CONOCIMIENTOS DE LOS ESPÍRITUS

Se sabe que los Espíritus, a consecuencia de la diferencia que existe entre sus capacidades, individualmente están lejos de poseer la verdad absoluta; que no a todos les es dado penetrar ciertos misterios; que su saber es proporcionado a su depuración; que los Espíritus vulgares no saben más que los hombres, y aun menos que ciertos hombres; que hay entre ellos, como entre estos últimos, presumidos y pseudo sabios, que creen saber lo que no saben; sistemáticos que toman sus ideas por la verdad; en fin, que los Espíritus de un orden más elevado, los que están completamente desmaterializados, son los únicos que se han despojado de las ideas y de los prejuicios terrestres; pero también se sabe que los Espíritus mentirosos no tienen escrúpulos en arroparse con nombres que toman prestados, para hacer aceptar sus utopías. Resulta de esto, que todo lo que está fuera de la
enseñanza exclusivamente moral, las revelaciones que cada uno puede obtener, tienen un carácter individual, sin autenticidad, que deben ser consideradas como opiniones personales de tal o cual Espíritu y que se cometería una imprudencia aceptándolas y promulgándolas ligeramente como verdades absolutas.


EL EVANGELIO SEGUN EL ESPIRITISMO
ALLAN KARDEC


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VALORE EL TRABAJO

Nada dispensa al trabajo.
Al organizar el Planeta que te sirve de abrigo y escuela evolutiva, el Señor Jesús trabajó, y mucho, para que esta Casa del Padre se tornase el hogar de bendiciones de Su Amor.
Observa que tu indumentaria psicofísica es un granero de implementos orgánicos, accionados ininterrumpidamente, parcial o totalmente, en el ideal del funcionamiento plenipotente para tus propósitos de elevación.
Ves que la Naturaleza marcha, igualmente, bajo el yugo de la acción, con el objetivo de que la entropía y la entalpia termodinámicas, se hagan cronometradas en la y para la excelencia de tu vivir; sea oxigenándote por el vegetal, alimentándote por el leguminal, sirviéndote por el animal y ejemplificándote por el hominal.
Y no te dejes al olvido que el angelical se te presenta en trabajo ininterrumpido para que en ángel te transformes, en el porvenir.
El trabajo es propio de la Ley Natural y, por eso mismo es útil, cuando es realizado en la comprensión espiritual. Da placer.
Tanto así es que Dios, el Excelso Trabajador, de Su Labor nos permite vivir.
Las estaciones climáticas son melodías de trabajo cadencioso y sucesivo para el control vibratorio de todo y de todos, en su marcha ascendente.
Fuerzas de trabajo vegetal y animal te sustentan en la forma hominal.
Son tantos, fueron tantos los Trabajadores precedentes del Ayer que, en su acción, te regocijan en el usufructo del Hoy.
¿No sería injusto si no trabajases, a tu vez, visualizando la comodidad de los que te sucederán en el Mañana?
Si el Maestro Jesús se conformase con la labor de carpintero tan solamente, limitándose en él, y la iluminación de las conciencias tardaría, seguramente, aún en el oscurantismo deplorable.
Si los Discípulos del Cristo se acomodasen con la audición de los “dichos del Señor”, sin trabajar en la diseminación de esas enseñanzas, y tal vez, aún estuviésemos enquistados en la ceguera cultural conduciendo ciegos, cayendo todos en la fosa oscura del intelecto, ya entonces apagado.
Si el Espíritu de Verdad, en su forma legionaria, se entretuviese en planeamientos dispensables, postergando el trabajo gigantesco cimentador del Consolador prometido, la Humanidad, ciertamente, estaría aún, padeciendo la falta del farol iluminante, permaneciendo iletrada, comprometida con el ocio espiritual.
Si el ilustre Profesor Allan Kardec, al ser convidado al trabajo codificador de la Doctrina Espírita, alegase estar con la edad avanzada, senilidad cincuentenaria, cansancio, y probablemente padeceríamos de más espera para engalanarnos con el “vestido nupcial” mencionado por Jesús.
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No sólo trabajar debemos; ampliarlo siempre en la dirección perfectiva, valorizándolo
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Ejemplos vivos no nos faltan de que la bendición del trabajo es, realmente, forma de alcanzar la felicidad íntima.
Psicológicamente se concluye, que destilar el sudor del rostro en el trabajo, digno para las conquistas materiales e intelectuales, es relacionar salud psicofísica al Espíritu.
Vale la pena trabajar.
El Espiritismo es ciencia filosófica y moral fundamentada en el trabajo de iluminar conciencias, indemne de prohibiciones, prejuicios.
El médium moderno ya se expresa con trabajo intercambiante en régimen libertario, con responsabilidad que muchos de sus predecesores no lograron, ya que cometieron el equívoco de limitar su acción en la mera pasividad.
Quien, en las tiendas espíritas, “descanse, cargando piedras”, aprovechando bien lo mucho que le fue dado”, sabe que la Divina Merced le dará mucho más.
En los tiempos modernos, la psicología del descanso, la terapia de las fiestas, la prodigalización legal de feriados, el control minimizado de las actividades físicas y morales, han generado disfonías psíquicas de monta, aturdiendo a estudiosos del alma, que enfrentan depresiones, psicosis, vastas veces irreversibles; comprometiendo el trabajo regular del organismo ante la presencia de estupefacientes generadores de la peligrosa narco dependencia.
Muchos, ostentando cuidados contigo, se irrogan “vigilantes” de tu trabajo redentor, opinando que te dedicas a él en exceso, expresando ellos, a escondidas, su apología al comodismo que sólo hace lo necesario… nada más…!
¿Para qué trabajar tanto – aseveran con aires de sabiduría – si nadie reconoce?!
Esos, como dice Jesús, ya recibieron su paga, pues exigen reconocimiento por lo poco hecho hay mucho costo.
Si el esfuerzo de la psicología moderna se purifica en la terapia del trabajo bien distribuido, exaltando el buen aprovechamiento del tiempo, seguro será el retorno del paciente a su salud psíquica.
Hay jóvenes que se envejecen en el envilecimiento de la ociosidad; hay ancianos que se dignifican en el trabajo rejuvenecedor.
Tránsfugas de los deberes, son muchos los que filosofan arengas de que el trabajo es bueno, pero no mucho… dejando al olvido que es por el trabajo incesante de Dios que ellos viven…
El operario en Jesús, consciente de sus deberes, trabajará siempre, en la cadencia racional y permanente, desdoblándose en la racional distribución de su tiempo, dando reposo al cuerpo, para que su Espíritu prosiga trabajando-estudiando, ya que está consciente de lo imprescindible de su esfuerzo en el progreso que desea, en la felicidad que anhela.
Huye, pues, de la negligencia, trabajando hasta en el reposo fisiológico, seleccionando tus registros intelectuales.
Fiestas, feriados, paros y “brazos caídos”(DICE “CORPO MOLE”), han sido expresiones de enfermedades psicosociales, que la Ciencia Espírita orienta, advirtiendo.
Sí, hubo, y aún hay, trabajo esclavo en el mundo.
El progreso del trabajo perfeccionante, todavía, va generando, inclusive, legislación pertinente a los derechos humanos, que, infelizmente, aún no se igualan a los deberes (humanos).
Y el fuerte no será aquel que venza al más débil, sino el que a éste ampare, venciéndose a sí mismo.
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Mira alrededor de ti y verás que, si hay muchos paralíticos mentales, maniatados psíquicos, arrecostados en la indolencia, apologistas de los derechos sin deberes, hay, también, muchos que te presentan la faz empapada de sudor digno, respiración oprimida y luminosa sonrisa en el rostro, que, viejos-mozos o mozos-viejos, te ejemplifican que la gran sabiduría es comprender, la felicidad consiste en servir y la más precisa terapia es amar.
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Preséntate a ti mismo por el trabajo-estudio, dejando al margen pequeñas cuestiones dispensables y análisis estériles.
Dios no fue; Dios nunca será; Dios es.
Perfecciona los talentos que de Él recibiste y te tornarás asalariado de la paz.

Del libro “Destellos de Luz “por Espíritus Diversos, del médium POR EL MÉDIUM REYNALDO LEITE

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