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martes, 8 de diciembre de 2015

Encarnación de los Espíritus



ENCARNACIÓN  DE LOS 

ESPÍRITUS


EstudIo con base en EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS, Libro II, Cap. II, FINALIDAD DEE LA ENCARNACIÓN.


Los Espíritus son creados simples e ignorantes y se instruyen a través de las luchas y adversidades de la vida corporal. En su origen,el Espíritu posee apenas consciencia de sí mismos y de sus actos, actuando de forma instintiva. Su inteligencia se desenvuelve lentamente y paso a paso. Por eso, la encarnación es una necesidad del Espíritu, donde cada nueva existencia, él avanza en su progreso.

La vida del espíritu es constituida por una secuancia de existencias corporales, siendo cada una de ellas una valiosa oportunidad de progreso, de la misma forma que cada existencia se compone de una secuencia de días, donde el hombre adquiere más experiencia e instrucción. Por la Ley de Conservación el espíritu encarnado tiene la obligación de proveer de nutrición al cuerpo, para su seguridad y bienestar, obligándose a aplicar sus facultades en investigaciones, a ejercerlas y a desenvolverlas.

De esta forma la finalidad de la encarnación de los Espíritus es trabajar para la conquista de la perfección. Para unos puede ser una expiación y para otros una misión. Para llegar a esa perfección, los Espíritus deben de pasar por todas las vicisitudes de la existencia corpórea: es en esto donde está la expiación. Pero la encarnación, no es pues,en absoluto, una expiación para el Espiritu, como cualquiera podría pensar, pero una condición inherente a la inferioridad del Espíritu es un medio de progresar. La encarnación tiene aún otra finalidad, que es la del poner al Espíritu en condiciones de afrontar su parte en la obra de la creación. Y para ejecutarla toma un aparejo en cada mundo, en armonía con su materia esencial, a fin de cumplir en él, desde aquel punto de vista, los propósitos de Dios. De esa manera, concurriendo para la obra general, que también progresa.

La encarnación es necesaria para el doble progreso del Espíritu:moral e intelectual. Al progreso intelectual por la actividad obligatoria del trabajo y al progreso moral por la necesidad recíproca de los hombres entre sí. Como no consigue progresar solo, pues no posee todas las facultades, busca la sociedad por instinto a fin de participar con el progreso, no solo individual, como colectivo. Por tanto la vida social es la piedra de toque de las buenas o malas cualidades.

Todos los Espíritus están sujetos a encarnación, pues es necesario que se sometan a las pruebas de la vida material, cuyo objetivo es el de adquirir conocimientos esenciales para llegar a la perfección. La vida puramente espiritual (existencia incorpórea), no es suficiente para la conquista de todos los conocimientos necesarios para el justo adelantamiento moral e intlectual.

De la misma manera que un escolar no llega a alcanzar sus grados sino después de haber pasado por todas las clases, el Espíritu, no habiendo cumplido completamente el deber en la clase a la que pertenece, es constreñido a recomenzar su tarea,  y así, multiplica sus existencias corpóreas que se le hacen penosas por su propia falta.

Pasar por cada clase no es un castigo, es una necesidad, una condición indispensable para su adelantamiento, pero si por su pereza, es obligado a repetirlas, ahí está la punición. Consdguir pasar por ellas es un mérito. La encarnación sobre la Tierra puede ser considerada una punición para amuchos de aquellos que la habitan, porque habr`´ian podido evitarla. Pero como el Espíritu actúa en relación a su libre albedrío, puede negligencias las leyes naturales y así retardar su avance, consecuentemente, prolonga la duración de sus encarnaciones en los mundos materiales, permaneciendo en lugares inferiores, siendo necesario recomenzar el mismo compromiso. Depende así, del Espíritu abreviar, a través de un trabajo de depuración en sí mismo ( autoconocimiento), la duración del periodo de encarnaciones.

Una sola existencia corporal es insuficiente para que el Espíritu adquiera todo lo bueno que le falta y eliminar el mal que le sobra. Es por eso que la reencarnación es una necesidad. Cuando haya eliminado de sí todas las impurezas, no precisará más de las pruebas de la vida corpórea, tornándose un espíritu puro.

Un salvaje, por ejemploo, no conseguiría en una sola encarnación nivelarse moral e intelectualmente al más adelantado hombre civilizado. La sensatez rechaza tal suposición, que sería tanto la negación de la justicia y la bondad divina, comoo de las propias leyes evolutivas de la Naturaleza. Como el proces de reencarnación, ciertamente, él no quedará eternamente en la ignorancia ni en la salvajería, privado de la felicidad que solo el desarrollo de las facultades puede proporcionarle. Como Dios hizo esas leyes de acuerdo con Su bondad y justicia, naturalmente, le es concedido al Espíritu tantas encarnaciones com le fuesen necesarias para alcanzar su objetivo y perfección. En esa caminata evolutiva el Espíritu, cualquiera que sea el grado de su adelantamiento, en la situación de encarnado, o en la erraticidad, estará siempre colocado entre un grado superior, que lo guía y perfecciona, y uno inferior, para con el que tiene que cumplir esos mismos deberes. Es así como por una ley admiraable de la providencia divina, todo se encadena, todo es solidario en la Naturaleza.

En cada nueva existencia el Espíritu se presenta con el bagaje que adquirió en vidas anteriores. Aptitudes, conocimientos intuitivos, inteligencia y moralidad se suman con las conquistas de la existencia actual. Es así que en cada encarnación, dá un paso adelante en el camino del progreso.

Aquellos que progresarán espiritualmente en las existencias corporales, encarnan en mundos cada vez más superiores, donde la materialidad es más suave que la terrestre. La encarnación, así, por consecuencia, se hace cada vez más necesaria, haciéndose voluntaria, donde pueden ejercer sobre los encarnados en mundos inferiores una acción más productiva y tendente al cumplimiento de misiones que escogen para actuar junto a los mismos. Es asi como aceptan abnegadamente las vicisitudes y sufrimientos de la encarnación en un mundo adverso.

A medida que los Espíritus progresan, participan cada vez más activamente en el mecanismo de la Creación, debiendo dirigir la acción de los elementos materiales. Presidiendo las leyes que ponen los fluídos en movimiento constante, determinan los fenómenos naturales. Pero ellos no pueden llegar a tal resultado sino por el conocimiento de esas leyes, por eso, no las podrán conocer adecuadamente si primero no aprenden a abedecerlas para después dirigirlas.

El Espíritu, en la proporción que progresa moralmente, gradualmente irá librandose de la influencia de la materia y así, se va depurando. Espiritualizándose, sus faacultades y percepciones se van ampliando, siendo así que su felicidad estará siempre en razón del progreso completado. Dios, que es justo, no podía hacer felices a algunos Espíritus, sin dificultades y sin esfuerzo, consecuentemente, sin méritos. Los que siguen el camino del bien llegan más deprisa a la meta. Además de eso, las vicisitudes de la vida son frecuentemente las consecuencias de la imperfección del Espíritu. Cuanto menos imperfecto sea, menos tormentos sufrirá. Aquel que no sea envidioso, ni celoso, ni avariento o ambicioso, no pasará por los tormentos que se originan de esos defectos.

Un punto frecuentemente cuestionado es que el Espíritu, siendo creado simple e ignorante con libertad de hacer el bien o el mal, no sufre caida  moral si toma el mal camino, una v ez que llega a hacer el mal que no hacía antes. Todavía, esta argumentación no es sostenible, pues no hay caida sino en el paso relativamente bueno a un estado peor. El Espíritu creado simple e ignorante está, en su origen, en un estado de nulidad moral e intelectual, como la criatura que acaba de nacer. Si no hizo mal, tampoco hizo el bien. Así, no es ni feliz ni infeliz. Actúa sin conciencia y sin responsabilidad, por eso, si nada  tiene, nada puede perder y tampoco no puede retrogradar. Su responsabilidad solo comienza en el momento en que se desenvuelve en él el libre albedrío. Consecuentemente, el mal que viniese a hacer más tarde infringiendo las leyes de Dios y abusando de las facultades a él concedidas, no es un retorno del bien al mal, sino la consecuencia del mal camino que escogió.

Las faltas cometidas por el Espíritu tienen como fuente primera su imperfección, ya que aún no alcanzó la superioridad moral que tendrá un día, pero que, ni por eso, deje de tener su libre albedrío La vida corporal le es concedida para librarse de las imperfecciones a través de las pruebas que en ella padece. Son precisamente esas imperfecciones que lo hacen más frágil y más accesible a las sugestiones de otros Espíritus imperfectos, que se aprovechan para intentar hacdrlo sucumbir en la lucha que emprende. Si sale vencedor, será elevado, si fracasa, continuará siendo lo que era, ni peor ni mejor. Será una prueba a recomenzar, pudiendo durar hasta un tiempo mayor que en la encarnación pasada. Cuanto más se depure, más disminuirán sus puntos débiles y menos se entregará a aquellos que procuran conducirlo al mal, pus su fuerza moral crecerá en razón de su elevación y los malos Espíritus, naturalmente, se apartarán.

Y en las convulsiones sociales que el Espíritu puede avanzar más rápido, pues la experiencia adquirida a través de las relaciones difíciles resulta siempre en una mejora. El infortunio puede ser un estimulante útil para impelirlo a procurar un remedio para el mal.

Cuando en la erraticidad reflexione, puede tomar nuevas resoluciones para cuando vuelva a encarnar, hacer alguna cosa mejor. Y así que de encarnación en encarnación (reencarnación), el progreso se efectúa en el Espíritu.

Pesquisa: Claudia C y  Elio Mollo

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      Viviremos siempre

Hijo, no humilles a los ignorantes y a los débiles, todos somos viajeros de la vida eterna. Desde la cuna al túmulo atravesamos apenas un acto de inmenso drama de nuestra evolución para Dios. Algunas veces, el señor viste el traje pobre del operario humilde para conocer en el las duras necesidades, y el operario humilde viste el suntuoso traje del señor para conocer las duras obligaciones en la tarea administrativa.

Cuando un hombre menos precia las oportunidades de tiempo y dinero que el Cielo le confía, vuelve al mundo en otro cuerpo, experimentando la escasez de todo. No escarnezcas del herido. Tu boca podrá cubrirse de cicatrices.

No recojas los bienes que no te pertenecen. Tus brazos son susceptibles de caer paralíticos, sin que puedas acariciar lo que es tuyo provisoriamente.

No camines al encuentro del mal, porque el mal dispone de recursos para sorprenderte tal vez con la perturbación y con la muerte.

Ayuda y pasa adelante, expandiendo un corazón compasivo para con todos los dolores y lleno de amor y perdón para todas las ofensas.

Cuando no puedas elogiar, cállate y espera, porque la lengua viciada en la definición de los defectos ajenos regresa al mundo en plena mudez.

Quien llega a través de una infancia risueña, en la mayoría de los casos es alguien que torna al campo de la carne a fin de restaurarse y aprender. Así como la flor se destina al fruto que alimenta, tu conocimiento debe producir la bondad que construye y santifica.

Acuérdate que largo es el camino y que necesitaremos cambiar de cuerpo. En la dirección de la victoria final, tantas veces como fueran necesarias, hasta que la indispensabilidad de la vestimenta física se desvanezca con las sucesivas encarnaciones…

Cosecharemos de la sementera que hagamos. No desprecies, así, a los menos felices. El malhechor y el vagabundo que se dejaron esclavizar por los demonios de la negligencia son igualmente nuestros hermanos, ayudémoslos, a través de todos los medios a nuestro alcance.

No siempre el verdadero infortunado es aquel que se debate en un lecho de sufrimiento. No olvides al infeliz bien trajeado que cruza las avenidas de la ignorancia, sin paz y sin luz.

Hijo mio, volveremos aun a la tierra, probablemente muchas veces… El servicio de redención así lo exige. Ama a todos. Auxilia indistintamente. Siembra el bien, al margen de todos los caminos. Recurriremos al amparo de muchos. Es de la Ley del Señor que no avancemos sin los brazos fraternos unos de los otros.

¡Prepara, desde ahora, la colaboración de que necesitarás, a fin de proseguir, en paz, montaña arriba! Se hermano de todos, para que te sientas, desde hoy, en el centro de la gran familia humana, y el Señor Supremo te bendecirá.

Por el Espíritu Néio Lúcio
Do livro Alvorada cristã.
Psicografia de Francisco Cândido Xavier.

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                                         Parábola del Festín de Bodas y otras
        
                       Reflexiones

Parábola del festín de las bodas
1. Y respondiendo Jesús, les volvió a hablar otra vez en parábolas,diciendo: semejante es el reino de los cielos a cierto rey, que hizo bodas a su hijo. -
Y envió sus siervos a llamar a los convidados a las bodas, mas no quisieron ir. -
Envió de nuevo otros siervos, diciendo: Decid a los convidados: He aquí preparado mi banquete; mis toros y los animales cebados están ya muertos, todo está pronto: venid a las bodas. - Mas ellos le despreciaron, y se fueron unos a su granja, y otros a su tráfíco. - Y los otros echaron mano de los siervos, y después de haberlos ultrajado, los mataron. - Y el rey cuando los oyó, se irritó; y enviando a sus ejércitos acabó con aquellos homicidas y puso fuego a su ciudad.
Entonces dijo a sus siervos: Las bodas ciertamente están aparejadas, mas los que habían sido convidados no fueron dignos. - Pues id a la salida de los caminos y a cuantos hallareis, llamadlos a las bodas; y habiendo salido sus siervos a los caminos, congregaron a cuantos hallaron, malos y buenos; y se llenaron las bodas de convidados.
Y entró el rey para ver a los que estaban a la mesa, y vio allí un hombre que no estaba vestido con vestidura de boda. - Y le dijo: Amigo, ¿cómo has entrado aquí no teniendo vestidura de boda. Mas él enmudeció. - Entonces el rey dijo a sus ministros: Atadlo de pies y manos arrojarle en las tinieblas exteriores: allí será el llorar y el crugir de dientes. – Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos. (San Mateo, cap. XXII, v. de 1 a 14).
2. El incrédulo se burla de esta parábola que le parece de una sencillez pueril, porque no comprende que se pusiesen tantas dificultades para asistir a un festín, y aun menos que los convidados llevasen la resistencia hasta el extremo de matar atrozmente a los enviados del Señor de la casa. "Las parábolas, dice, son sin duda figuras, pero es preciso que no traspasen los límites de lo verosímil".
Lo mismo puede decirse de todas las alegorías y de las fábulas más ingeniosas, si no se las despoja de su envoltura para buscar en ellas el sentido oculto. Jesús sacaba las suyas de los usos más vulgares de la vida, y las adaptaba a las costumbres y al carácter del pueblo al cual hablaba; la mayor parte tienen por objeto hacer penetrar en las masas la idea de la vida espiritual; muchas veces el sentido sólo parece ininteligible porque no se aparta de este punto de vista.
En esta parábola, Jesús compara el reino de los cielos en donde todo es alegría y felicidad, a un festín. Por los primeros convidados hace alusión a los Hebreos que Dios
había llamado los primeros al conocimiento de su ley. Los enviados del maestro, son los profetas que venían a exhortarles para que siguieran el camino de una verdadera felicidad; pero sus palabras eran poco escuchadas, sus, advertencias eran despreciadas y aun muchos fueron muertos alevosamente como los servidores de la parábola. Los convidados que se excusan diciendo que tienen que cuidar sus campos y sus negocios,
son el emblema de las gentes de mundo, que absortos por las cosas terrestres, son indiferentes para las celestes.
Era una creencia entre los judíos de entonces, que su nación debía adquirir la supremacía sobre todas las otras. En efecto, Dios, ¿no había prometido a Abraham que
su posteridad cubriría toda la tierra? Pero siempre tomando la forma por el fondo, creían
en una dominación efectiva y material. Antes de la venida de Cristo, a excepción de los
hebreos, todos los pueblos eran idólatras y politeístas. si; algunos hombres superiores al
vulgo concibieron la idea de la unidad divina, esta idea quedó en el estado de sistema
personal pero en ninguna parte fué aceptada como verdad fundamental, sino por los
pueblos iniciados que ocultaban sus conocimientos bajo un velo misterioso e impenetrable para las masas. Los hebreos fueron los primeros que practicaron públicamente el monoteísmo, y a ellos transmitió Dios su ley, primero por Moisés, y
después por Jesús; de este pequeño foco salió la luz que debía esparcirse por todo el
mundo, triunfar del paganismo y dar a Abraham una posteridad espiritual "tan numerosa como las estrellas del firmamento". Pero los judíos, rechazando la idolatría, habían rechazado la ley moral, para dedicarse a la práctica más fácil de las formas exteriores. El mal llegó a su colmo; la nación esclavizada estaba destrozada por las fracciones y dividida por las sectas; la misma incredulidad había penetrado hasta el santuario. Entonces apareció Jesús, enviado para llamarlos a la observancia de la ley y abrirles los nuevos horizontes de la vida futura; convidados los primeros al gran banquete de la fe universal, rechazaron la palabra del celeste Mesías, y le hicieron perecer; así perdieron el fruto que hubieran podido recoger de su primera iniciativa.
Sería injusto, sin embargo, acusar al pueblo entero de este estado de cosas; la
responsabilidad incumbe principalmente a los fariseos y a los saduceos, que perdieron la nación por el orgullo y fanatismo de unos y por la incredulidad de los otros. A éstos
sobre todo, compara Jesús con los convidados que rehusaron la comida de las bodas.
Después añade: "El Señor, viendo esto, hizo convidar a todos aquellos que se encontraron en las encrucijadas de las calles, buenos y malos". Entendía decir con esto que la palabra iba a ser predicada a todos los otros pueblos, paganos e idólatras, y que aceptándola éstos, serían admitidos al festín en el puesto de los primeros convidados.
Pero no basta ser convidado; no hasta llevar el nombre de cristiano ni sentarse a la mesa para tomar parte en el celeste banquete: es menester, ante todo y con expresa condición, estar revestido con la ropa nupcial, es decir, tener la pureza de corazón y practicar la ley según el espíritu; y esta ley está completa en estas palabras: "Sin caridad no hay salvación". Pero entre todos aquellos que oyen la palabra divina, ¡cuán pocos hay
que la guarden y se aprovechen de ella! ¡Cuán pocos se hacen dignos de entrar en el
reino de los cielos! Por esto dijo Jesús: "Serán muchos los llamados, y pocos los
escogidos".
-          El Evangelio según el Espiritismo -

  En esta parábola, Jesús se refería al estado espiritual que debemos conquistar como convidados por el Padre tras un camino de evolución espiritual.
  Este es un festín que está destinado para el disfrute de toda la Humanidad, aunque vemos como en la parábola se refiere en principio al pueblo hebreo que es quien recibió en primer lugar esta invitación de Jesús, porque nació en su seno y en medio de él desarrolló su doctrina.
   Ciertamente somos muchos los llamados, pero en función de nuestra disposición moral son muchos menos los escogidos.  Esta elección para llegar a participar en el banquete del Reino Celestial no la hace el Padre a capricho, sino que toda la Humanidad se autoerige en función del deseo y la disposición por transitar por la senda de progreso basado en el Amor y la Caridad. Precisamente estas son las vestiduras necesarias para alcanzar y gozar de este festín de la parábola. No basta con llamarnos cristianos o espíritas; es necesario que el Amor y la Caridad sean nuestro estandarte en esta vida, formando parte de nuestro ser y personalidad habituales.
   En estos días de tránsito hacia una nueva forma de sociedad en el mundo, es de considerar que no nacimos por casualidad en esta época. No es casual que hayamos nacido en el seno de una sociedad cristiana, ni menos que hayamos conocido el Espiritismo y seamos espíritas. Pero no por esto nos podemos envanidecer, pues tal vez estamos en el Espiritismo precisamente los más endeudados y los que mas cosas tenemos que rescatar.
    Los espíritas somos en parte esos “obreros de la última hora” a quienes también se refirió Jesús en otra parábola. Somos igualmente esos llamados al  “banquete nupcial” y no podemos perdernos por los laberintos de la vida y dar la espalda a esa  invitación del Maestro Jesús, a la que hemos venido preparados para  aceptar y seguir.  Pero sin embargo no podemos pretender acceder a ese festín sin las galas necesarias de la práctica del Amor y de la Caridad, viviendo el día a día con los pies en la tierra y la cabeza en unión y relación con la Mente Creadora.
    Sintamos cada día la responsabilidad como invitados al banquete celestial y luchemos por ser siempre dignos de esa invitación. Tenemos la responsabilidad moral de ser buenos espíritas en todo momento de nuestras vidas y para ello debemos y podemos hacer mucho mas de lo que hasta ahora hicimos , pues tengamos presente que a quienes mas se ha dado mas se les va a pedir, y a los espíritas se nos está dando un conocimiento muy valioso, capaz de transmutar nuestras imperfecciones en valores morales positivos, dentro de un continuo proceso de auto-perfeccionamiento.
     Llegado a este punto, nos podemos preguntar: ¿ Qué medios tenemos para nuestra transformación moral?.
   Son varios, valiosos y necesarios: autoanálisis sincero; programación de nuestros actos; fortalecimiento de la voluntad mediante la autodisciplina; realización de un trabajo íntimo contínuo para nuestra transformación moral; sirviendo al prójimo con Amor, y finalmente evaluándonos cada día.
   Pero, ¿ Cómo se ama al prójimo?. Comprendiéndolo, ayudándole,  sirviendo sin condiciones y  perdonando siempre.
   Finalmente , aquí nace otra pregunta: ¿ Qué es el perdón?. No solamente el dado con la boca o con el Alma.  Supone también dar la oportunidad de rescatar la falta mediante una acción de bien. La misma oportunidad que el Padre, que es Amor, nos da siempre para poder rescatar las deudas y volver a comenzar.

-          Jose Luis Martín-
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          Arrepentimiento y 

                 expiación

Habitualmente, consideramos el arrepentimiento y la expiación como una consecuencia del mal practicado, que origina el sufrimiento. Pero ¿Por qué sufrimos realmente? Los benefactores del espacio enseñan que “el sufrimiento es inherente a la imperfección” (1) sufrimiento ese que ocurre tanto en el mundo corporal como en el mundo espiritual. Se deduce de ahí que el mal y el sufrimiento están íntimamente relacionados a la imperfección, que denota ignorancia en su sentido más amplio.
Creados simples e ignorantes, los Espíritus necesitan de la experiencia en la carne, donde, por la acción de la materia y bajo la forja de las infinitas experiencias, desarrollan sus potencialidades almacenadas en germen en lo intimo de cada uno. No sin razón, enseñan los mentores del espacio que, para llegar al bien, los Espíritus pasan “no por la fila del mal, sino por la de la ignorancia” (2) En fin, tanto el mal como el sufrimiento pasan por la infracción de las leyes divinas por el hombre, que debe ejercitar su libre albedrío, por medio del cual aprender a ser responsable y a discernir lo correcto de lo errado, recogiendo de sus propios actos, de acuerdo con la ley del merecimiento, los beneficios y las cargas de sus aciertos y de sus errores.
En la sociedad son más numerosas las clases sufridoras que las felices, y eso pasa por el hecho de que la Tierra es un planeta de expiaciones y de pruebas, de las cuales el hombre se liberara “cuando se haya transformado en una morada del bien y de Espíritus buenos”. (3) Casi siempre, el hombre es el propio causador de sus sufrimientos materiales y morales, sobre todo de este último, que son las torturas del alma. El arrepentimiento constituye el pesar por alguna falta cometida, el cual se confunde con el remordimiento, estado de consciencia en que el Espíritu comienza a cuestionarse sobre la propia actitud. El arrepentimiento autentico es aquel en que la criatura, encontrándose en un abatimiento moral, admite el propio error y se propone sinceramente modificar el comportamiento. Aunque, como se verá, el arrepentimiento no basta por sí mismo. Aunque el arrepentimiento también ocurra en el estado corpóreo, si el Espíritu ya consigue distinguir el bien del mal, es después de la muerte física que se da ese arrepentimiento, con mayor intensidad. Es cuando libre de las cadenas de la carne, nota más nítidamente la situaciones en que se encuentra por saber de los propios actos, recapitulados en imágenes mentales, como si fuese una película de la propia vida, momento en que pasa a comprender mejor las imperfecciones que dificultan su felicidad.
La consecuencia del arrepentimiento del Espíritu, en el estado de desencarnado, es el deseo ardiente de una nueva existencia física para depurarse, en la cual tendrá, bajo el manto del olvido, la oportunidad de expiar y reparar sus faltas, muchas veces junto a aquellos a quien perjudico. Ya el arrepentimiento del ser, en estado corpóreo, despierta el deseo de iniciar una nueva vida, de aprovechar el tiempo perdido para reparar sus faltas. La redención espiritual es una fatalidad para las criaturas, en virtud de la ley del progreso. Quien sea malo hoy, será bueno mañana; quien sea bueno hoy, aun será mejor después. Sin embargo, esa redención, más allá de ocurrir de forma gradual, no acontece del mismo modo y en el mismo tiempo, en virtud de la diversidad del progreso de cada uno. Esa es la razón por la cual el arrepentimiento no siempre sucede de pronto, sobre todo en Espíritus endurecidos. Un día, aburridos de hacer el mal, ellos mismos desearan modificar su situación.
Dios nos concede innúmeras oportunidades de progreso, pero no siempre estamos dispuestos a atender a esas llamadas de amor que llegan de lo Alto. Como la ley del progreso no se compadece con la estancamiento, de los que permanecen estacionados, incluso sin hacer el mal, serán obligados a adelantar por las aguijones del dolor. (4) De ahí es un error creer que la reencarnación constituye un estimulo al adelantamiento y la renovación moral del Espíritu, porque “cuanto más nos demoramos en la reparación de una falta, más penosas y rigurosas serán, en el futuro, sus consecuencias”. (5)
El arrepentimiento, constituye solo el primer paso. Atenúa los dolores de la expiación, despertando la esperanza en el camino de la rehabilitación. Por tanto, para apagar los vestigios de una falta y sus consecuencias, es necesario un ciclo completo: arrepentimiento, expiación y reparación. Después la desencarnación, el Espíritu continúa siendo lo que es, con sus defectos y sus virtudes. No se purifica por el simple hecho de haber desencarnado. Las oraciones dirigidas a él solo tienen efecto cuando se arrepiente del mal cometido. Hasta que se encuentre esclarecido por el estudio y por la reflexión, continuará experimentando los efectos de su rebeldía. Ya la expiación, consiste en los sufrimientos físicos y morales que son consecuentes, sea en la vida actual, sea en la vida espiritual después de la muerte, o aun en una nueva existencia corporal” (6).
Por la expiación, sobre todo, aquella ocurrida en la existencia corpórea, el Espíritu experimenta lo que hizo al otro padecer, método pedagógico, generalmente escogido por el propio infractor en el mundo espiritual antes de encarnar, que le hizo comprender como es el dolor del otro, para que no incida mas en el mismo error: (…) Es en la vida corpórea que el Espíritu repara el mal de anteriores existencias, poniendo en práctica resoluciones tomadas en la vida espiritual. Así se explican las miserias y vicisitudes, parecen que no tienen razón de ser. Justas son todas ellas, sin embargo, como espolio del pasado – herencia que sirve a nuestra peregrinación para la perfectibilidad. (7) Por eso, la expiación no debe ser considerada un castigo, en la aceptación tradicional de la palabra, pero si la oportunidad de crecimiento y de auto-superación delante de las pruebas. Vencidas las etapas del arrepentimiento y de la expiación, resta al Espíritu el paso final a ser dado: la reparación del mal cometido, que “consiste en hacer el bien a aquellos a quien se había hecho el mal” (8)
Nunca es demás recordar que los Espíritus en evolución, no están solos en esa jornada. Todos recibimos el amparo de los protectores espirituales que trabajan incesantemente para auxiliarnos en nuestro levantamiento moral sin, entre tanto, interferir en nuestro libre albedrío, pues “el Espíritu debe progresar por impulso de la propia voluntad, nunca por ninguna subyugación” (9)
La reencarnación es mecanismo eficiente de las leyes divinas que permiten al Espíritu en evolución la reparación del mal cometido, en circunstancias adecuadas a sus verdaderas necesidades, delante de pruebas que deben ser vencidas. Muchos males pueden ser reparados en la misma existencia física. Otros, por su intensidad y gravedad, solamente pueden ser corregidos en el curso de dos o más encarnaciones y, a veces, solo en el curso de los milenios, en una especie de moratoria concedida al infractor. O sea, el Creador “siempre deja a los hijos una puerta abierta al arrepentimiento” (10)
Intrigado con esa cuestión, Kardec pregunto a los instructores de la vida mayor si podemos, ya en la existencia actual, reparar nuestras faltas, oportunidad en que ellos respondieron, positivamente, observando:
– Sí, reparándolas. Pero no creáis que las rescataréis tan sólo con unas pocas privaciones pueriles o legando a los demás vuestros bienes, para después de vuestra desencarnación, cuando ellos no los necesitéis. Dios no toma en cuenta en manera alguna un arrepentimiento estéril, siempre fácil y que no cuesta otro esfuerzo que el de golpearse el pecho. Perder el dedo meñique mientras se presta un servicio borra más culpas que el tormento del cilicio sufrido a lo largo de los años, sin otro objetivo que el bien de sí mismo. El mal sólo es rescatado por el bien, y la reparación no reviste ningún mérito si no afecta al hombre ni en su orgullo ni en sus intereses materiales. (…) (11)
Los desafíos de la existencia física son el convite permanente al ejercicio del bien, que consiste en la práctica de la caridad según lo entendía Jesús: “Benevolencia para con todos, indulgencia para las imperfecciones de los otros, perdón de las ofensas”. (12) Teniendo como propósito de vida tal recomendación, estaremos impulsando nuestro progreso espiritual, de forma permanente y segura, sin las esposas de las ilusiones terrenas, con la certeza de que nunca es tarde para recomenzar la construcción de un nuevo futuro, ¡sin arrepentimientos y expiaciones!
Christiano Torchi
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domingo, 6 de diciembre de 2015

A camino de la luz/ Historia de la civilización a la luz del Espiritismo.

 
A camino de la luz


Historia de la civilización a la luz del Espiritismo.

                    LA VENIDA DE JESÚS
                         EL PESEBRE

El pesebre señalaba el punto inicial de las enseñanzas salvadoras de Cristo, como expresando que la humildad representa la llave de todas las virtudes. Comenzaba la era definitiva de la mayoría de edad espiritual de la humanidad terrestre, al tiempo que Jesús, con Su ejemplo divino, entregaría el código de fraternidad y amor a todos los corazones.
Inútilmente los escritores materialistas de todos los tiempos habían vulgarizado el gran acontecimiento, ironizando sobre los altos fenómenos mediúmnicos que le prece-dieron. Las figuras de Simeón, Ana Isabel, Juan Bautista, José, así como la sublime persona de María, han sido muchas veces objeto de observaciones injustas y malicio-sas. Pero la realidad es que sólo con la ayuda de aquellos mensajeros de la Buena Nueva, portadores de la contribución de fervor, creencia y vida, podría Jesús lanzar en la Tierra los fundamentos de la verdad inamovible.

                                                          CRISTO Y LOS ESENIOS
Muchos siglos después de Su ejemplo incomprendido, hay quien Le ve entre los esenios, aprendiendo sus doctrinas, antes de su labor mesiánica de amor y redención. Las mismas esferas más próximas a la Tierra, que por fuerza de las circunstancias se acercan más a las controversias de los hombres que al sincero aprendizaje de los espíritus estudiosos y desprendidos del orbe, reflejan las opiniones contradictorias de la humanidad, con respecto al Salvador de todas las criaturas.
El Maestro, sin embargo, a pesar de la elevada cultura de las escuelas esenias, no necesitó de su contribución. Desde sus primeros días en la Tierra, se mostró tal cual era, con la superioridad que el planeta Le conocía desde los lejanos tiempos de su principio.


           CUMPLIMIENTO DE LAS PROFECÍAS DE ISRAEL
Nada podemos decir de más de Su divino apostolado de lo que la cultura evan-gélica presentó en todos los siglos posteriores a Su venida a la Tierra, reafirmando que Su enseñanza de amor y humildad fue única en todos los tiempos de la humanidad.
De Él afirmaron los profetas de Israel, mucho tiempo antes del pesebre y del calvario: “Se levantará como un arbusto verde, viviendo en la ingratitud de un suelo árido, donde no habrá gracia ni belleza. Cargado de oprobios y despreciado por loshombres, todos le volverán la cara. Cubierto de ignominia, no merecerá ninguna consideración. Él cargará el fardo pesado de nuestras culpas y sufrimientos, tomando sobre sí todos nuestros dolores. Creeréis ver en Su figura un hombre doblado por el peso de la cólera de Dios, pero serán nuestro s pecados los que Le cubrirán de llagas sangrantes y Sus heridas serán nuestra redención. Somos un inmenso rebaño desgarra-do, pero para reunirnos en el camino de Dios, Él sufrirá el peso de nuestras iniqui-dades. Humillado y herido, no expresará la menor queja, dejándose conducir como un cordero al sacrificio. Su tumba será como la de un malvado y su muerte como la de un impío. Pero, desde el momento en que ofrezca Su vida, verá nacer la posteridad y los intereses de Dios han de prosperar en Sus manos”.

                                                                           LA GRAN ENSEÑANZA
Sí, el mundo era un inmenso rebaño desgarrado. Cada pueblo hacía de la religión una nueva fuente de vanidad, resaltando que muchos cultos religiosos de Oriente derivaban hacia el terreno disoluto de la inmoralidad, pero Cristo venía a traer al mundo los fundamentos eternos de la verdad y el amor. Su palabra, mansa y generosa, reunía a todos los infortunados y a todos los pecadores. Escogió los ambientes más pobres y humildes para vivir la intensidad de sus enseñanzas sublimes, mostrando a los hombres que la verdad no necesitaba el escenario suntuoso de los areópagos, los foros o los templos para hacerse oír en su misteriosa belleza.
Sus sermones, en la plaza pública, se dirigían a los seres más desprotegidos y abandonados, como para demostrar que Su palabra venía a reunir a todas las criaturas en la misma vibración de fraternidad y en el mismo camino luminoso del amor. Com-batió pacíficamente todas las violencias oficiales del judaísmo, renovando la ley anti-gua con la doctrina del esclarecimiento, la tolerancia y el perdón.


                            LA PALABRA DIVINA
No nos compete proporcionar una nueva interpretación de las palabras eternas de Cristo, en los Evangelios. Dicha interpretación está realizada por casi todas las escue-las religiosas del mundo, debiendo sólo sus comunidades y adeptos observar la ense-ñanza inmortal, aplicándola a sí mismos en el mecanismo de la vida de relación, de manera que se produzca la renovación general siguiendo el sublime ejemplo, ya que si el pesebre y la cruz constituyen una enseñanza inolvidable, mucho más deben repre-sentar para nosotros, los ejemplos del Divino Maestro, en Su trato con las vicisitudes de la vida terrestre.
De sus enseñanzas inolvidables se desprenden consecuencias para todas las áreas de la existencia planetaria, en el sentido de renovar los elementos sociales y políticos de la humanidad, mediante la transformación moral de los hombres dentro de una nueva era de justicia económica y concordia universal. Puede parecer que las conquis-tas del verdadero Cristianismo todavía sean remotas, observando las doctrinas imperialistas de la actualidad, pero hay que reconocer que han transcurrido dos mil años desde la palabra divina.
Dos mil años en que los hombres se han destrozado en Su nombre, inventando banderas de separación y destrucción. Han incendiado y se han aniquilado en el nombre de Sus enseñanzas de perdón y amor, masacrando esperanzas en todos los corazones. De todas formas, el siglo presente7 debe señalar una transformación visceral en la vida humana. El dolor completará las obras generosas de la verdad cristiana, porque los hombres han rechazado el amor en su marcha hacia el progreso.


            EL CREPÚSCULO DE UNA CIVILIZACIÓN
Se viene formando, hace mucho tiempo, una nube de humos, en los horizontes de la Tierra, llena de industrias de muerte y destrucción. Todos los países están convo-cados a conferir los valores de la madurez espiritual de la humanidad, vertidos en el planeta hace dos milenios. El progreso científico de los pueblos y sus más nobles y generosas conquistas están llamados al banquete de la matanza y la ambición, mientras la política del mundo se siente maniatada ante los dolorosos fenómenos del siglo actual, se realizan en el espacio nuevas actividades de trabajo, porque la dirección de la Tierra está en las manos misericordiosas y augustas del  Cordero.


                       EL EJEMPLO DE CRISTO
Sin referirnos a los problemas de la política transitoria del mundo, acordémonos que la enseñanza de Cristo quedó para siempre en la Tierra, como un tesoro para todos los infortunados y desvalidos. Su palabra construyó la fe en las almas humanas, haciéndolas   entrever sus gloriosos destinos. Es necesario volver a ver la creencia y la esperanza reuniéndose en nuevas catacumbas romanas para levantar el sentido cris-tiano de la civilización de la humanidad.
Muchas veces vamos a encontrar la divina palabra en los corazones humildes y afligidos, cantando el himno maravilloso de los bienaventurados. Y, para cerrar este capítulo, recordando la influencia del Divino Maestro en todos los corazones sufridores de la Tierra, recordemos el episodio del monje de Manila que, acusado de intentar la libertad de su patria contra el yugo de los españoles, es condenado a muerte y conducido al cadalso.
En el instante del suplicio, dice sollozando desesperadamente el pobre condenado:
–¿Cómo es posible que muera así, siendo inocente? ¿Dónde está la justicia? ¿Qué hice para merecer tan horrendo suplicio?
Pero un compañero corre a su lado y le dice al oído:
–¡Jesús también era inocente!...
Ante los ojos de la víctima pasa entonces una claridad de misteriosa belleza. Se secan sus lágrimas y la serenidad vuelve a su semblante pálido, y cuando el verdugo le pide perdón, antes de apretar el siniestro tornillo, le responde resignado:
–Hijo mío, no sólo te perdono sino que te ruego que cumplas con tu deber.

A camino de la luz
Historia de la civilización a la luz del Espiritismo.
Francisco Cândido Xavier. Por el espíritu Emmanuel.


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Cualquier vicio esclaviza y mata. 

No te vincules a los llamados “aperitivos sociales”, que dan margen a lamentables procesos de alcoholismo, ni adoptes la posición de fumador, por parecerte una postura distinta y de elegancia, pero que conduce a las esposas del tabaquismo asesino. 

Juego, sexo, gula, anecdotario servil, para citar solamente algunos, se inician en pequeñas dosis, para culminar en presión moral cuando no en penitenciaria común. 

Una vida saludable, se torna dichosa y prolongada, a beneficio de aquel que así la preserva. 

- Aportación de Jacob C. Sanchez-

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¿Pueden coincidir juntos en varias vidas, los mismos Espíritus?

         Con frecuencia,  sucede así, pues siempre durante la vida con “diversos compañeros de viaje”  se crean lazos de Amor o de odio, o cualquier otra pasión, que perduran después de  la muerte del cuerpo, y  por igualdad de sintonía, atraen y  unen a esos Seres que se buscan en el Mas Allá y después también aquí, en donde regresan de nuevo al mismo escenario físico en donde ya estuvieron juntos anteriormente. Así  puede suceder porque la Ley de Causa y Efecto y  la de Afinidad, funcionan inexorablemente como toda ley moral establecida.
 En estos casos es muy frecuente que cada uno venga con otro papel que representar en este escenario de la vida, lo que significa que  muchas veces  la  relación personal o familiar entre ellos cambia de una vida a otra, así  por ejemplo, quienes tuvieron en una vida pasada una relación de amigos, ahora  podrían  coincidir de nuevo juntos pero como esposos;  otras veces volverán como padre e hijo, otras  lo serán  como  jefe y subordinado, etc.
    En cada vida humana, el Ser espiritual va jugando papeles o roles diferentes, con el fin de reafirmar mejor  los valores y aspectos positivos que haya entre él y quienes le rodean, así como para  pulir y superar otros aspectos negativos que también nos ligan con otros Espíritus. Somos semejantes a los  actores que van representando una tras otra, diferentes obras, con diferentes papeles en cada una de ellas, y así vamos  perfeccionando nuestras representaciones con arreglo a las experiencias que vamos acumulando.
Existen karmas colectivos en los que los Espíritus antes de reencarnar se ven abocados a hacerlo juntos en una misma vida, inducidos por la Ley de Causa y Efecto. Esta experiencia a la que se sienten impulsados, es llevada a cabo de este modo porque les es necesaria precisamente para que se realice entre ellos otra Ley Divina inexorable: La Ley de Justicia.
Para poder realizar este vasto plan de reencarnación conjunta y en un mismo escenario físico, se comprende la tremenda dificultad que existe en el plano físico para llevar a cabo esta clase de acuerdo , pues para un grupo de seres espirituales, el poder elegir la reencarnación en el mismo escenario terrestre y en en momento adecuado, de modo casi simultáneo, como resulta obvio , es extremadamente difícil y complejo pues aun con la ayuda de sus mentores espirituales, tienen que esperar a que converjan en el escenario terrestre, variadas y específicas circunstancias. Todo este proceso no se lleva a cabo sin una meticulosa planificación previa, en la que todos los detalles son estudiados, coordinados y concretados desde el plano espiritual, desde donde sutilmente y de modo desapercibido para nosotros, no dejan de mover los hilos necesarios para que las circunstancias materiales se concreten y realicen.
    Ciertamente se pueden poner de acuerdo desde el plano espiritual y planificarlo con ayuda de sus mentores espirituales, aunque a veces la aparición en el mismo escenario de la vida no depende de su aprobación o deseo, sino de que sea lo adecuado para proseguir su evolución según lo estipulado por las variadas leyes cósmicas, pero en cualquier caso para lograrlo, a veces deben de esperar durante mucho tiempo las circunstancias adecuadas que les propicie esta existencia en común.


- Jose Luis Martín -
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 “La doctrina espírita nos muestra el verdadero significado de la vida social, especie   de    terreno espiritual en que plantamos y cosechamos, e igualmente la escuela   donde debemos  aprender la ciencia del bien.

-Chico Xavier-

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DISTINCIÓN  ENTRE EL BIEN Y EL 

MAL

Estudio con base en el  libro tercero, cap. I de El Libro de los Espíritus (Allan Kardec)

Investigación: ClaudiaC y Elio Mollo


  Todas las leyes de la Naturaleza son leyes divinas, pues Dios es el autor de todas las cosas, siendo así, la ley natural es la ley de Dios y está escrita en la conciencia del hombre. Es la única ley que conduce al hombre a la felicidad, indicándole lo que debe o no hacer. El hombre solo se torna infeliz cuando se aparta de esa ley. Estando las leyes divinas escritas en el libro de la Naturaleza, el hombre podrá conocerlas siempre que desee buscarlas, pues ellas están escritas por todas partes. Es la ley natural que traza para el hombre el límite de sus necesidades.

La moral es la regla de buena conducta, es por medio de ella que hacemos la distinción entre el bien y el mal, pues se funda en la observación de la ley de Dios. Podemos decir que el hombre se conduce bien cuando objetiva el bien de si mismo y de sus semejantes, siendo así, el bien es todo lo que está de acuerdo con la ley Divina y el mal es todo lo que se aparta de ella, todo lo que la contraría.
El hombre tiene medios para distinguir por si mismo el bien y el mal, pues Dios le dió la inteligencia para distinguir el uno del otro. En el evangelio de Lucas 6:31, encontramos: "Tratad a todos los hombres como querais que ellos os tratasen". Observando esta enseñanza el hombre no se engañará.

Los Espíritus son creados simples e ignorantes. Por la ley natural y de acuerdo con su capacidad evolutiva el Espíritu posee el grado de libertad para elegir su camino, si escoge un camino que no este solidario con la ley natural, estará practicando el mal, así su peregrinación será más larga para alcanzar la perfección. Pero que no piense que será suficiente no practicar el mal para ser agradable a Dios, para asegurar una situación mejor en el futuro, es preciso hacdr el bien, en el límite de las propias fuerzas, pues cada uno responderá por todo el mal que hubiese ocurrido por causa del bien que dejó de hacer.

En esa peregrinación, existe la necesidad del apprendizaje, por tanto, pruebas naturales se presentarán en el camino. Es necesario que el Espíritu adquiera la experiencia, y para eso es preciso que él conozca el bien y el mal. No hay mérito sin lucha. Como el hombre necesita progresar, las pruebas a que está expuesto son un estimulante al ejercicio de su inteligencia, de todas las facultades físicas y morales, por ser llevado a buscar las formas de vencer estas pruebas, razón por la cual, existe la necesidad de la reencarnación. Es la urgencia de la misión que le cabe, en los más diferentes grados. Esas diferentes posiciones sociales existen en la Naturaleza y están de acuerdo con la ley del progreso y tienen en vista la armonía del Universo. Desde que esa diversidad está en el órden de las cosas es conforme a la ley de Dios, cabe a la razón distinguir las necesidades reales de las necesidades ilusorias.

Dios creó leyes repletas de sabiduría que no poseen otra finalidad sino el bien, de esta forma el hombre encontrará en sí mismo todo aquello que es necesario para seguir estas leyes, pues su camino será trazado por su propia conciencia que las contiene y, además de esto, Dios las recuerda siempre por medio de sus mesías, profetas y espíritus encarnados que tienen por misión esclarecerlo, moralizarlo y perfeccionarlo.

Donde no existe el bien, solo puede existir el mal, ya que este es definido como la ausencia del bien y siendo así, podemos afirmar que dejar de hacer el mal ya es el comienzo del bién.

No hay nadie que no pueda hacer el bien. Solamente el egoísta no encuentra ocasión para practicarlo. Cada día de la vida ofrece la posibilidad de ser útil en la relación social, en la medida de lo posible y siempre que el auxilio se hiciese necesario, pues el Espíritu, sea cual fuese su grado de adelantamiento, en la situación de reencarnado o en la erraticidad, está siempre colocado entre un superior que lo guía y perfecciona y un inferior ante el cual tiene los mismos deberes que cumplir.

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¿Podemos aprovechar  en esta vida, lo aprendido en el pasado ?

Todas las experiencias del ser humano van dejando como un poso de conocimiento en lo mas profundo de su Ser, y este conocimiento lo acumula el Ser espiritual  durante sus vidas en este mundo que son  como  peldaños subidos en su escalera evolutiva. Estas necesarias experiencias y aprendizajes necesarios, a cada uno de nosotros nos sirven, siempre que sepamos escuchar la voz de la conciencia, que es la memoria del alma.  Si  esto no fuese así  porque  el olvido del pasado fuese total y no quedase de él ningún residuo de lo aprendido en el fondo de la conciencia espiritual del ser humano, la reencarnación carecería de sentido, y sin embargo la reencarnación es una realidad demostrada y plena de sentido. Tantos casos de los llamados “niños prodigio, así lo demuestran a diario, pues las habilidades y conocimientos  innatos demostrados prematuramente, nos hablan de la evidencia de que han venido a este mundo con un bagaje de ciencia, moral y aptitudes  artísticas o de otra índole, que solamente pudieron ser adquiridos en el pasado.
Nacemos con un nivel de conciencia humana pendiente de desarrollarse  manifestándose en un cerebro físico  virgen, pero con un subconsciente que no está grabado en el cerebro físico, sino en el psíquico o espiritual, y en el que se guardan los recuerdos y experiencias importantes o traumáticas vividas en existencias anteriores. Este  archivo almacenado en nuestra parte subconsciente, conforma nuestro almacén de conciencia humana  y supone un vasto archivo  de conocimientos y experiencias que a veces se manifiestan en forma de reacciones personales ante lo imprevisto, así como las ideas innatas.
- Jose Luis Martín-
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“Se valora el contenido de una idea por los rechazos que produce cuando es   presentada en    comunidad.”
                                                           Hessen- (Filósofo Alemán)

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viernes, 4 de diciembre de 2015

Parábola del Festín de bodas y otras Reflexiones.


                           ESPEJO DEL ALMA


     Cuando somos jóvenes, generalmente tenemos una buena relación con el espejo.
     Paramos ante él y nos miramos de cuerpo entero y desde todos los ángulos.
     Tenemos el coraje de observarnos y de enfrentar posibles desajustes físicos,  y el futuro está a nuestro favor.
     Somos más flexibles, desarmados, versátiles, y mas dispuestos a los cambios. Gustamos de cambiar opiniones y acatamos ideas nuevas con facilidad.
     Nuestra alma, tanto como nuestro cuerpo, está en constante transformación. Estamos siempre buscando nuevos significados para las viejas ideas.
     Con el paso del tiempo vamos evitando espejos que reflejen nuestro cuerpo por entero. Buscamos si  acaso aquellos que reflejen solo del cuello hacia arriba.
     Huímos de nuestra apariencia porque no nos gusta o porque aún deseamos ver reflejado aquel cuerpo joven de cabello abundante y piel lisa y brillante.
     Y porque no nos gusta nuestra imagen huímos del espejo, como si eso resolviese nuestro problema.
     Así  también acontece con las cuestiones del alma´
     Cuando somos jóvenes tenemos el coraje de reflexionar sobre nuestras actitudes, nos gusta aprender cosas nuevas y estamos dispuestos a enfrentar desafíos.
     Buscamos respuestas para nuestras dudas y no tememos las críticas por entender que ellas nos ayudan a crecer.
     Pero cuando las gorduras del comodismo se van acumulando en nuestra alma, comenzamos a huír de espejos que nos muestren tal como somos.
     Las ideas se van cristalizando y ya no tenemos tanta disposición para reciclar nuestra memoria.
     Nos posicionamos en un área de confort y nos dejamos llevar por las circunstancias, sin tantos esfuerzos.
     Para muchos es como si una influencia paralizante les tomase por asalto.
     Ya no se interesan más por el conocimiento ni por hacer nuevas amistades o cuidar un poco su cuerpo y su salud.
     Olvidados de que la sabiduría no está en la espina dorsal ni en la piel joven o en una espesa cabellera, se entregan al desánimo como si estuviesen llegando al final de la línea.
     No se dan cuenta de que en cuanto respiramos ya es tiempo de aprender a crecer, de hacer ejercicio y eliminar las gorduras indeseables.
     En cuanto podemos contemplar el espejo físico, nos podemos observar y hacer esfuerzos para corregir lo que juzguemos necesario.
     En cuanto la vida nos lo permite, debemos volver a mirar el espejo de la conciencia y ajustar lo que sea preciso, para que quedemos más bellos y más sabios.
     Arreglar los pensamientos y reciclar las memorias infelices que teníamos archivadas en los rincones del ser.
     Repensar conceptos, rehacer ideas, resisar actitudes y posturas.
     Solo así anularemos el deseo constante de huír del espejo, de huír de nosotros mismos, fingiendo que somos felices enmascarando la realidad.
     No luche contra la naturaleza, deseando asegurar el tiempo con las manos.
     No deje que su sabiduría se esconda en las arrugas de la piel, ni pierda el brillo de los cabellos blancos.
     La belleza de su alma es independiente del cuerpo físico.
     Que su grandeza se refleje en su forma de pensar, sentir y actuar, y no en la imagen proyectada en el espejo.
     Piense en eso y obsérvese de cuerpo y alma, por entero.
     Acuérdese que solo a usted cabe la decisión de asumir la realidad y modificarla cuando y como se juzgue necesario.
¡ Piense en eso !
      Es peor estar insatisfecho con el cuerpo y con la insatisfacción de la propia conciencia. Esa insatisfacción le roba la paz, la alegría, la voluntad de crecer y ser feliz. Por eso es importante recordar que usted puede modificar esa realidad cuando lo desee.
     Basta invertir en su mejoría íntima aireando su mente, eliminando preconceptos y adquiriendo conocimientos que le traigan satisfacción y paz de conciencia.
¡ Piense en eso, pero piense ahora, antes de que sea tarde!
(Eliane de Pádua)
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"Enseñar no es herir. Es orientar al prójimo, amorosamente, para el reino de la comprensión y de la paz."
- Andre Luiz-
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ETIOPATOGENIAS X LEY DE 


ACCIÓN Y REACCIÓN



En los envoltorios sutiles, reside la verdadera causa de las dolencias. Somos herederos de nuestras acciones pretéritas, tanto buenas como malas. El karma o “cuenta del destino creada por nosotros mismos” está impreso en el cuerpo causal (32). Esos registros fluyen hacia los demás cuerpos y acaban determinando el equilibrio o el desequilibrio de los campos vitales y físicos.
No todos los desequilibrios físicos, sin embargo, son originarios de cuentas kármicas (pasadas), aunque reflejen el estado espiritual del individuo, son generados por su conducta actual. Los vicios de la mente, conocidos como egoísmo, orgullo, vanidad, tiranía, pereza, etc., se constituyen en causas de múltiples dolencias, porque se constituyen en el móvil de nuestras acciones (33).
Cuando sean descubiertas las tecnologías que nos posibilitarán el examen profundo del periespíritu, la Medicina cambiará radicalmente, porque trabajaremos mucho más de forma preventiva, evitándose, así, las intervenciones quirúrgicas largas, agresivas, realizadas todavía hoy, aún con los grandes progresos ya alcanzados, en las últimas décadas.
Los médicos tendrán oportunidad de conocer, con detalles, la fisiología transdimensional, comprendiendo mejor el modo como se conjugan los variados envoltorios, en las llamadas sinergias, para auxiliar mejor en la manutención del estado de salud mental y física de sus pacientes.
Vamos a dar algunos ejemplos prácticos, correlacionando dolencias congénitas o de la primera infancia con la desarmonía de los cuerpos sutiles, siguiendo informaciones de André Luiz, médico e investigador, desencarnado en la década de 1930, en Río de Janeiro.
Si la personas se suicidó, en la vida anterior, por envenenamiento, al tomar un nuevo cuerpo físico podrá ser portador de afecciones valvulares, hemopatías diversas, como la leucemia, por ejemplo, u otras dolencias similares. Si incendió el propio cuerpo, en la existencia posterior, podrá presentar dermatosis más o menos extensas, de difícil curación o tratamiento, como el Pénfigo Foliáceo y la Ictiosis.
Si empleó, en el suicidio, agua o gas, podrá renacer con problemas en las vías respiratorias, tales como Enfisema y Cistos pulmonares. Si la causa fue la horca, la consecuencia posterior podrá ser la Parálisis Cerebral Infantil o Neoplasias diversas.
Si se destrozó el cráneo, sufrirá los reflejos, después, presentando dolencias como: Hidrocefalia, Síndrome de Dawn, Deficiencia Mental, Encefalitis, Epilepsia. Si eliminó el cuerpo precipitándose de grandes alturas, podrá tener, después, males como Osteosis Difusa, Distrofia Muscular Progresiva, etc.
Prácticamente todas las molestias tienen sus raíces en el periespíritu. Aunque esté aparentemente saludable, una persona puede traer, en sus Centros de Fuerza o Chacras, disfunciones latentes, adquiridas en esta o en otras vidas, que, más tarde o temprano surgirán a la superficie en el cuerpo físico, bajo la forma de dolencias más o menos graves, conforme la extensión de la lesión y la posición mental del deudor.
El Prof. Ian Stevenson, de la Universidad de Virginia, EUA, presenta en dos volúmenes del libro Reencarnación y Biology, entre los 2.600 casos investigados, los de marcas de nacimiento y defectos congénitos, elucidándolos con el estudio de las vidas pasadas.
Tomado del libro: El Alma de la Materia
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         Sin brazos y sin piernas
    En una de las oraciones que rezan los católicos romanos llaman a este mundo valle de lágrimas, y creo que es la mejor definición que se puede hacer de esta penitenciaría del Universo, porque en realidad, no hay un solo Ser que pueda vanagloriarse de decir: ¡soy feliz en toda la acepción de la palabra! La mayoría de los potentados suelen sufrir enfermedades incurables; hay millonarios en los Estados Unidos que sólo pueden alimentarse con copas de leche en muy corta cantidad; otros no pueden dormir porque se ahogan y tienen millones de renta que no les proporcionan el menor goce, con lo que descienden hasta los más pobres; si algunos son fuertes y robustos carecen de los más indispensable para sostener sus fuerzas vitales, viéndoselos decaer como lámpara que se apaga en el lleno de su juventud; por consiguiente, la felicidad es una nube de humo que se deshace al menor soplo de viento huracanado de la vida, como se deshace la niebla a los primeros rayos del sol; mas en medio de tantos dolores, los hay de distintos grados: los hay soportables y los hay irresistibles.

Hablando hace pocos días con una amiga ésta me decía lo siguiente:

-Hace algún tiempo que fui a un depósito de aguas y allí encontré una familia que nunca olvidaré. Era un matrimonio, los dos jóvenes, amables y simpáticos, sus semblantes irradiaban alegría; los dos se amaban con ese amor primero que se asemeja a un árbol florido que espera ser más tarde hermoso racimo de sazonados frutos; se unieron por amor, únicamente por amor. Él era un modestísimo empleado, ella una humilde costurera; se vieron y se amaron, se amaron y se unieron, y al unirse, al recibir la bendición, él pensó en la llegada de su primer hijo, y ella, contemplando a un niño Jesús, pidió a Dios tener un hijo tan hermoso como aquella figura angelical. Un año después, la enamorada pareja se sintió dominada por la más viva y amorosa ansiedad. A fuerza de economías habían comprado todo lo necesario para vestir a un recién nacido: camisitas de batista con preciosos encajes, vestiditos blancos con finos bordados, gorritas lindísimas, todo lo más bello, todo lo más delicado les parecía poco para el niño que debía llegar pidiendo besos con sus sonrisas. Al fin llegó el momento supremo. Áurea sintió los agudos dolores precursores del laborioso alumbramiento y dio a luz un niño; quiso verlo inmediatamente y su esposo y las personas que lo rodeaban, mustios y callados, parecían que no la comprendían, se miraban unos a otros y cuchicheaban, hasta que Áurea gritó alarmadísima:

– Pero qué, ¿no me oyen?, quiero abrazar a mi hijo… ¿está muerto quizás?…

– No, contestó el esposo, pero….

– ¿Pero qué? ¿Qué sucede?

– ¡Que el niño no tiene brazos… ni piernas!…

– Así estará más tiempo en mis brazos,-contestó Áurea, abrazando a su hijo con delirante afán. El niño era precioso, blanco como la nieve, con ojos azules, cabello rubio muy abundante, sus grandes ojos tenían una mirada muy expresiva; cuando yo conocí al niño tendría ocho o diez meses y estaba hermosísimo; su madre estaba loca con él y su padre lo mismo; pero este último, cuando su esposa no podía oírle, decía con profunda amargura: ¡tanto como yo deseaba un hijo… y ha venido sin brazos ni piernas!…

– ¡Qué injusto es Dios!…. Si mi hijo fuera rico, pero ¡sí yo soy tan pobre!

– Créeme Amalia, aquel niño vive en mi memoria, ¿qué habrá sido? ¿Qué papel habrá representado en la historia?

– Yo lo preguntaré, amiga mía, porque tu relato me ha impresionado muchísimo y, efectivamente, de noche y de día pienso en el niño que tanto deberá sufrir si llega a ser hombre, ¡no tener ni brazos ni piernas!… ¡Qué horror! Y probablemente será un ser de gran inteligencia, querrá volar con su pensamiento y no tiene más remedio que permanecer en la más dolorosa inacción. ¡Dios mío! ¡Dios mío!…, no es vana curiosidad la que me guía, pero deseo saber si es posible el porqué de tan terrible expiación.

* * *

“Por el fruto conoceréis el árbol, dijo Jesús, por consiguiente, a todo ser que veáis cargado de cadenas desde el momento de nacer, podéis deducir, sin la menor duda, que de todo lo que le falte hizo mal uso en sus encarnaciones anteriores. ¿Que no tiene piernas? Señal que cuando las tuvo le sirvieron para hacer todo el daño que pudo; quizá fue un espía que corrió afanoso detrás de algunos infelices para acusarles de crímenes que no cometieron y con sus declaraciones hizo abortar transcendentales conspiraciones, que al ser descubiertas antes de tiempo produjeron innumerables víctimas. Tal vez corrió para precipitar en un abismo a seres indefensos que le estorbaban para realizar inicuos planes; al que le faltan las piernas tiene que haberlas empleado en atormentar a sus enemigos, tiene que haber sido el azote de cuantos le han rodeado; carecer de miembros tan necesarios pone de manifiesto una crueldad sin límites, un ensañamiento en hacer el mal imposible de describir, unos instintos tan perversos que atestiguan el placer de hacer el mal por el mal mismo. ¡Ay de aquél que nace sin piernas!…


“¿Que no tiene brazos? Quizá sus manos que tan útiles son a la especie humana, para hacer con ellas obra de titanes y labores delicadísimas, las empleó para firmar sentencias de muerte que llevaron al patíbulo innumerables víctimas, inocentes en su mayoría. Tal vez gozó apretando los tornillos de horrible potros de tormento, arrancando confesiones de infelices acusados, enloquecidos por el dolor; ¡quién sabe si escribió calumnias horribles que destruyeron la tranquilidad y el cariño de familias dichosas! ¡Se puede hacer tanto daño con las manos!…; con ellas se acerca la mecha a materias inflamables y se produce el devorador incendio; con ellas el fuerte estrangula al débil, con ellas se abofetea y se convierte en fiera al hombre más pacífico y más honrado, con ellas se destruye el trabajo de muchas generaciones. Son los auxiliares del hombre, quien con sus manos produce maravillas o aniquila cuanto existe. Cuando se viene a la Tierra sin manos, ¡cuánto daño se habrá hecho con ellas!

“No hay necesidad de particularizar la historia de éste ni de aquél; todos los que ingresan a la Tierra sin un cuerpo robusto y bien equilibrado, son penados condenados a cadena perpetua que vienen a cumplir su condena, porque no hay apelación ante la sentencia que uno mismo firma en el transcurso de su vida. No hay jueces implacables que nieguen el indulto a los arrepentidos criminales, no hay más juez que la conciencia del hombre; podrá éste embriagarse con fáciles triunfos de sus delitos; podrá no tener oídos para escuchar las maldiciones de sus víctimas; podrá cerrar los ojos para no ver los cuadros de desolación que él ha producido; podrá estacionarse millones de siglos, pero llega un día que, a pesar suyo, se despierta y entonces ve, oye, reconoce su pequeñez y él mismo se llama a juicio y pronuncia su sentencia, sentencia inapelable, sentencia que se cumple hora por hora, día por día, sin que exima del tormento ni un segundo, porque todo está sujeto a leyes fijas e inmutables.

“No lo dudéis; los criminales de ayer son los tullidos de hoy, los ciegos, los mudos, los idiotas, los que carecen de piernas, los que no tienen manos, los que padecen hambre y sed y son perseguidos por la justicia.

“Tenéis un refrán que dice: “No te fíes del lisiado por la mano de Dios”; la idea está muy mal expresada, pero en su fondo hay una gran verdad. Si bien se mira, veréis que la mayoría de esos desgraciados revelan en su semblante la degradación de su Espíritu; la diestra de Dios no ha impreso la ferocidad en su rostro; es el cúmulo de sus delitos, son sus malos y perversos instintos los que han endurecido las líneas de su faz, y para esos penados guardad toda vuestra compasión, guiadles por el mejor camino, haced por ellos cuanto haríais por vuestros hijos, porque son los más necesitados, los más afligidos, porque en medio de la mayor abundancia no hay para ellos agua en la fuente, trigo en los campos, frutos en los árboles, calor en el hogar de la familia; son los judíos errantes de la leyenda, andan siempre sin encontrar una piedra donde sentarse. ¡Qué malo es ser malo! Adiós”.

* * *

¡Qué bien dice el Espíritu! ¡Si por el fruto se conoce el árbol, qué malo es ser malo!

Amalia Domingo Soler
Extraído del libro “Hechos que prueban”
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Parábola del Festín 

de Bodas y 

otras reflexiones

  En esta parábola, Jesús se refería al estado espiritual que debemos conquistar como convidados por el Padre tras un camino de evolución espiritual.
  Este es un festín que está destinado para el disfrute de toda la Humanidad, aunque vemos como en la parábola se refiere en principio al pueblo hebreo que es quien recibió en primer lugar esta invitación de Jesús, porque nació en su seno y en medio de él desarrolló su doctrina.
   Ciertamente somos muchos los llamados, pero en función de nuestra disposición moral son muchos menos los escogidos.  Esta elección para llegar a participar en el banquete del Reino Celestial no la hace el Padre a capricho, sino que toda la Humanidad se autoerige en función del deseo y la disposición por transitar por la senda de progreso basado en el Amor y la Caridad. Precisamente estas son las vestiduras necesarias para alcanzar y gozar de este festín de la parábola. No basta con llamarnos cristianos o espíritas; es necesario que el Amor y la Caridad sean nuestro estandarte en esta vida, formando parte de nuestro ser y personalidad habituales.
   En estos días de tránsito hacia una nueva forma de sociedad en el mundo, es de considerar que no nacimos por casualidad en esta época. No es casual que hayamos nacido en el seno de una sociedad cristiana, ni menos que hayamos conocido el Espiritismo y seamos espíritas. Pero no por esto nos podemos envanidecer, pues tal vez estamos en el Espiritismo precisamente los más endeudados y los que mas cosas tenemos que rescatar.
    Los espíritas somos en parte esos “obreros de la última hora” a quienes también se refirió Jesús en otra parábola. Somos igualmente esos llamados al  “banquete nupcial” y no podemos perdernos por los laberintos de la vida y dar la espalda a esa  invitación del Maestro Jesús, a la que hemos venido preparados para  aceptar y seguir.  Pero sin embargo no podemos pretender acceder a ese festín sin las galas necesarias de la práctica del Amor y de la Caridad, viviendo el día a día con los pies en la tierra y la cabeza en unión y relación con la Mente Creadora.
    Sintamos cada día la responsabilidad como invitados al banquete celestial y luchemos por ser siempre dignos de esa invitación. Tenemos la responsabilidad moral de ser buenos espíritas en todo momento de nuestras vidas y para ello debemos y podemos hacer mucho mas de lo que hasta ahora hicimos , pues tengamos presente que a quienes mas se ha dado mas se les va a pedir, y a los espíritas se nos está dando un conocimiento muy valioso, capaz de transmutar nuestras imperfecciones en valores morales positivos, dentro de un continuo proceso de autoperfeccionamiento.
     Llegado a este punto, nos podemos preguntar: ¿ Qué medios tenemos para nuestra transformación moral?.
   Son varios, valiosos y necesarios: autoanálisis sincero; programación de nuestros actos; fortalecimiento de la voluntad mediante la autodisciplina; realización de un trabajo íntimo contínuo para nuestra transformación moral; sirviendo al prójimo con Amor, y finalmente evaluándonos cada día.
   Pero, ¿ Cómo se ama al prójimo?. Comprendiéndolo, ayudándole,  sirviendo sin condiciones y  perdonando siempre.
   Finalmente , aquí nace otra pregunta: ¿ Qué es el perdón?.   No solo el dado con la boca o con el Alma; supone dar la oportunidad de rescatar la falta mediante una acción de bien. La misma oportunidad que el Padre, que es Amor, nos da siempre para poder rescatar las deudas y volver a comenzar.

- Jose Luis Martín -
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