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jueves, 25 de noviembre de 2010

Eutanasia


Al hilo de la preocupación del público sobre los eventos que hoy en día están en el candelero gracias a nuestro adelanto científico-técnico, tratamos de dar sentido mostrando que la tragedia de la vida, en este caso del homicidio terapéutico, se desarrolla en una pérdida de la metafísica de la esencia y de la existencia de la realidad.

El debate sobre la eutanasia se reabre continuamente marcado por la hegemonía de lo efímero: los casos más recientes son los del quintapléjico de Barcelona o de la mujer alemana que la solicitó en Alicante. Pero este debate parte casi siempre de premisas erróneas. Una de las más fuertes consiste en proclamar la autonomía absoluta del individuo para decidir sobre su propia vida. Se alega que el Derecho no puede coartar esta libertad, cuyas limitaciones se deben a motivos religiosos, incongruentes con un Estado aconfesional, como es el de España, etc. Pero dicho razonamiento no se sostiene en pie; y quienes lo esgrimen manifiestan su ignorancia jurídica y filosófica.  La banalidad de la vida considerada como un mal, fruto de la repetición de argumentos sin fundamento está hoy en boga -como el "marquismo", imperativo fundamental de la moda-. Es un nuevo estilo universal de vida, una actitud antitrágica que no quiere problemas y sólo quiere fáciles soluciones...

Tiene su reflejo, también, en el lenguaje, pues son ya muchas las cosas que no pueden llamarse por su nombre y han de ser bautizadas de nuevo de acuerdo con la blandura del momento: ya no hay viejos, ni ciegos, ni subnormales, ni cáncer, sino tercera edad, invidentes, disminuidos psíquicos o enfermedad larga y dolorosa (sin hablar de su  última variante: el lenguaje sexista. Este escrito estará plagado de términos censurables). Decía Pascal: "No pudiendo curar la muerte, la miseria, la ignorancia, a los hombres se les ha ocurrido, para vivir dichosos, no pensar en ellas". 
Asistimos al fanatismo de la tolerancia, al dogmatismo de que "no hay verdad", al auge de la frivolidad, el cinismo y la inconsecuencia, disfrazados de sentido común y de elegantes maneras: conciencia insatisfecha, quizá, por habernos quedado sin sustancia. Nos hallamos en la era del vacío, confusos y perplejos, hastiados y desengañados del pasado y sin futuro, en un presente absurdo, vertiginoso y enloquecedor. Nuestra herencia universal ha cambiado por efecto de ese vacío. Ahora tenemos su consecuencia: la estupidez. La bajeza del pensamiento bajo todas sus formas en la era de banalidad trágica se reduce a dos figuras principales: la búsqueda del éxito y la diversión. El Éxito es el dios de una nueva religión universal que habla todas las lenguas y promete urbi et orbi la salvación. Es la religión cibernética definida por E. Fromm. 

Pero esto no es un discurso peripatético y, por tanto, tengo que cambiar el rumbo. Aquí sólo pretendo dar esclarecimiento a uno de los problemas -por mor de la posible generalización- de los que adolece hoy nuestras sociedades: la creencia en que la eutanasia es un bien común, y que, por tanto, habría que adoptarla como un derecho de la persona y no penalizar su uso.

En primer lugar, habría que especificar que la inviolabilidad e indisponibilidad de la propia vida ha sido establecida por multitud de filósofos, desde Aristóteles hasta Kant, en cuyo pensamiento no interfieren consideraciones de índole religiosa. En su Crítica de la razón práctica, Kant escribió: "La humanidad en nuestra persona debe ser sagrada para nosotros mismos, porque el hombre es sujeto de la ley moral y, por tanto, de lo sagrado en sí, de aquello por lo cual y de acuerdo con lo cual también sólo algo puede ser calificado de sagrado".

Para Kant, la voluntad de un ser racional debe considerarse como legisladora; hasta aquí, parece que otorga su plácet a la eutanasia. Pero a continuación establece que el hombre no es libre para decidir sobre su propia vida, porque no se puede utilizar un principio como fundamento de la destrucción del mismo. Así, por ejemplo, un hombre no puede utilizar su libertad decisoria para abdicar de ella y convertirse voluntariamente en esclavo; pues, al hacerlo, dejaría de ser libre y, por consiguiente, no podría hacer uso del fundamento capital por el que disponía de su persona. Del mismo modo, la autonomía personal no justifica que renunciemos voluntariamente a la vida, pues tal elección implica la destrucción de nuestra autonomía. 

El Derecho nos enseña que el principio de autonomía personal no tiene un valor absoluto; cuando choca con el valor de la vida, el Derecho siempre le otorga primacía a éste. El derecho a la vida tiene un contenido de protección positiva que impide configurarlo como un derecho de libertad que incluya el derecho a la propia muerte (jurisprudencia constitucional). Y es que, la vida tiene un supuesto ontológico sin el que los restantes derechos no tendrían existencia posible.

Así pues, si reconocemos la primacía de la autonomía personal sobre el valor superior de la vida en enfermos terminales o en tetrapléjicos, ¿por qué no en enfermos que sufren un dolor psíquico intolerable, víctimas de neurosis, depresión o esquizofrenia? Cuidado con la trivialización del debate (damos armas para ejercer dominio por la voluntad de poder político) sobre la eutanasia, pues, y dejemos de una vez de mistificar los hechos. El saber alcanzado por la humanidad -conocimiento logrado en Ciencia, Derecho, Filosofía,  etc., y no las opiniones religiosas- es quien impide legalizar la eutanasia. Por otra parte, no tiene sentido que haya una Sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (contraria a la eutanasia) y nadie sepa que la ha habido. Pero esto sucede porque no se habla de contenidos, sólo se evocan argumentos sin fundamento.

El hombre está inclinado a buscar lo bueno para él y evitar lo malo, y la muerte es el peor de los males naturales. Si pretendemos desestimar este principio caemos en un puro darwinismo (egocentrismo egoísta) que nos llevaría a la propia aniquilación por sistema.

Hay un problema ético hoy en día del que sería bueno reflexionar: si la dignidad es prioritaria respecto a la autonomía o viceversa. Desde luego, históricamente se concibió que la dignidad, el hecho de que el hombre es intocable, es la fuente de la autonomía. Precisamente por esto, la ética del hombre no puede ser heterónoma; la autonomía se convierte, pues, en una consecuencia de la dignidad (Kant).

Jürgen Habermas, mítico representante de la escuela de Frankfurt - marxista cuando se podía ser, hoy día postkantiano, como ha sido siempre- está enormemente preocupado por el futuro de la naturaleza humana. Dice Habermas: "No está claro si estamos ante un incremento de libertad necesitado de regulación normativa o ante preferencias no necesitadas de autolimitación alguna". Esto lleva al riesgo -dice Habermas- de "alterar la estructura de nuestra experiencia moral en su conjunto (recordar que la moral es lo que nos distingue del resto de animales); aspirando a un aumento de la autonomía del individuo, podemos minar la autocomprensión normativa de personas que deben respetarse en situación de igualdad. Situación de igualdad que no se da cuando alguien legalmente puede matar a otro: ahí no hay igualdad ninguna, jamás la habrá".

Una consecuencia clara de la despenalización de la eutanasia es la de que habrá que pedir perdón por vivir. Recuerdo el punto de vista de un médico que decía: "Cuando seguir viviendo se reduce sólo a una entre dos opciones legales, todo aquel que imponga a otro la carga de su supervivencia estará obligado a rendir cuentas, a justificarse".  Se genera aquella situación, pues: hay que pedir perdón porque uno es una carga. 

La sociedad tiene una gran reto por delante: renunciar a un individualismo posesivo que acaba cosificando al otro, y acaba suscribiendo una cultura de la muerte que anima a plantearse si no sería bueno, por el bien del otro, matarlo. "Hay que dar paso a una cultura de la vida que lleve a no regatear esfuerzos para ayudar a vivir hasta el fin con dignidad", mantiene Johannes Rau, presidente de la República Alemana - socialista- en un discurso institucional en Berlín en mayo de 2001-.

El mundo pretende abdicar de la metafísica de la vida. Esta pérdida de la realidad antropológica -¿acaso no nos están diciendo que el hombre está mal hecho?- es, también, la pérdida del principio de la realidad. El problema del hombre actual no es la libertad, no es la pregunta de si es libre o cómo puede ganar más libertad, sino el de la percepción de la realidad. Hay que luchar para que el ser humano no huya ante la realidad, sino que sea capaz de aceptarse tal como es. Cada vida humana encierra un misterio último que la hace infinitamente preciosa, sean cuales fueren las condiciones que atraviese; un misterio último que debería actuar como dique frente a la pretensión dominadora de cualquier clase de poder. Pero la famosa herencia espiritual fundada en el valor sagrado, único e irrepetible de cada persona humana, que ha sido la pieza clave del genio europeo, cuenta cada vez menos en la mentalidad de nuestras sociedades. Ello hay que debérselo, entre otras cosas, a la mistificación, desnaturalización y tergiversación de las cosas, de la vida por teologías oscuras, que no entiende ni aquellas mentes que las concibieron).

El creciente interés surgido por el público en general sobre eventos como la eutanasia, el trasplante de órganos, las técnicas de fecundación asistida, la clonación de seres humanos, entre otros viene dado por la confusión y la pérdida del sentido de la vida que sufre hoy en día el ser humano. Noticias que suscitan la curiosidad de la  población, siendo fuente de arduas polémicas en torno a los límites del conocimiento. Sin embargo, hay que tener en cuenta la clásica distinción aristotélica entre doxa y episteme. La primera está referida a la opinión, el prejuicio; en la segunda se trata del conocimiento, el juicio. Todos podemos opinar. El problema se suscita cuando se realizan afirmaciones sin fundamento, campo de la doxa considerándola orto-doxia.


Podemos considerar algunos ejemplos a tener en cuenta para una determinación de la idea de eutanasia:

. Stephen Hawkins: el genio de la física, convive con Esclerosis lateral aniotrófica (ELA). Duración media de vida de 3 años. Ha superado todas las previsiones posibles, al mantener una lucha con el tiempo desde hace ya 38 años; ¡y sigue construyendo el mundo!

. Christopher Reeve (superman): tetrapléjico a raíz de un accidente de caballo, luchó por salir adelante; después de estructurar su campo psicológico, se dedico a contribuir con su fortuna para la investigación con células madre, hasta que murió por un ataque al corazón en el 2004.

. Irene Villa: sufrió un atentado de ETA con 12 años. Hoy con 25 es licenciada en Ciencias de la Comunicación y en Psicología.

. Algo inesperado: la conexión de circuitos nerviosos neuronales después de 20 años en coma de Terry Walis.

. Adolf  Hitler: en 1939 promovió la primera ley conocida a favor de la eutanasia y, luego, sirvió, más que nada, para encubrir la eugenesia encaminada a la "mejora de la raza aria".

. Holanda: se publicó un libro con título Eutanasia. 100 cuestiones y respuestas. Hoy en Holanda, y en tantos otros lugares, ya no permiten que algunas personas se hagan preguntas, porque se elimina su voz, se acaba con las respuestas. ¿no está la vida en peligro?

. Estudio del Instituto de Tumores de Milan (2001): de 900 pacientes 1 pidió morir y cambió de idea cuando tuvo un tratamiento paliativo que mitigaba el dolor. 

. Comprobación, por estudios realizados, de que el cáncer desarrolla en la persona un fuerte apego a la vida.

. Practicar la eutanasia a una persona en Holanda cuesta 3.600 dólares. ¿No es un negocio para las clínicas, compañías de seguros y servicios sanitarios tanto públicos como privados? O tan sólo para la economía familiar: quitar de en medio a la abuelita porque su cama le vendría bien a uno de los pequeños, harto de dormir en la habitación de sus hermanos. 

Como corolario el azar es la mayor invención del ser humano para justificar su inmadurez ante aquello que no controla. El cielo estrellado sobre la cabeza del hombre y la ley moral dentro de ella, debería sobrar para hacernos ver que somos restrictivos a la hora de abarcar la totalidad dimensional del ser humano. ¿No habría que luchar por conseguir una cosmovisión, un paradigma nuevo dentro del conocimiento científico de nuestras sociedades modernas, que conciba al ser humano de forma integral, esto es, como ser biopsicofísicosocioespiritual y ecológico?

Como se puede ver, hemos raciocinado desde el punto de vista del conocimiento material solamente, es decir, sin adentrarnos en la realidad espiritual que es el hombre, base de todas las erróneas concepciones religiosas viejas e inservibles dentro de nuestra capacidad actual de raciocinio. Tenemos muchos hechos que justifican y garantizan la realidad del elemento espiritual, del alma como ser inmortal y preexistente. No como ser abstracto dado por las religiones, sino como ser real, esto es, de algo determinado como sustancia compuesto de atributos entre los que cuenta la inteligencia. Desde esta perspectiva ni que decir tiene que la eutanasia se convertiría en el peor de los males posibles, puesto que sería una forma de interrumpir una expiación. Es un engaño, pues, no considerar los sufrimientos morales. La Reencarnación es hoy un hecho incuestionable y una prueba fehaciente, que nos brinda la oportunidad de saber, en verdad, quiénes somos, de dónde venimos, hacia dónde vamos y qué hacemos en este mundo. 
    
        (Bibliografía: Estanislav Grof, Roger Woolger, Brian Weis, etc.)

Art. publicado anteriormente  por la F.E.E.

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