Jesús es el Ser más notable de la Historia de la Humanidad.
Su vida y Sus Obras, son las más comentadas y discutidas bajo cualquier aspecto. Su Testamento – El Evangelio – es el poema más bello de esperanzas y consuelos de que se tiene noticias.
Es un precioso tratado de psicoterapia contemporánea para los incontables males que afligen a la criatura y a la Humanidad.
Jesús separa el lado oscuro de la sociedad y de las criaturas, iluminando las conciencias con la propuesta de la liberación por medio del conocimiento de la Verdad e integración en los postulados soberanos del amor.
Incomprendido, asediado por la astucia y la perversidad, perseguido tenazmente, jamás se dejó atemorizar o desviar del objetivo para el cual había venido. Jamás la Humanidad volverá a vivir días como aquellos en los cuales “ÉL estuvo con las criaturas, sufriendo con ellas amándolas, ayudándolas y entendiéndolas, al tiempo en que tomaba ejemplos de la Naturaleza y en su pauta incomparable cantaba la melodía extraordinaria de la Buena Nueva.
Su voz alcanza a los oídos de hoy en dia de todos aquellos que sufren o que aspiran por los ideales de belleza y de felicidad, ambicionando la plenitud.
El legado dejado por El a la Humanidad, porque nada escribió, sufrió rudas alteraciones a través de los tiempos.
No obstante, permaneció la esencia de Sus enseñanzas, que se encuentran sintetizadas en el “Amor a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como Asi mismo”
Jesús, el Hombre excelente, llegó a la tierra y enfrentó a la ignorancia predominante trayendo el mensaje de amor que jamás fuera presentado antes en la formulación de la cual Él era portador.
El amor era considerado un sentimiento femenino, propio de la fragilidad atribuida a la mujer, porque se ignoraba la fuerza existente en el ánimo que reside en todos los hombres, prepotentemente sometidos al férreo yugo de la brutalidad.
Jesús no vino a someter a la Humanidad ni a someterse a las leyes vigentes. Era portador de una revolución que tiene por base el amor en su esencialidad más excelente y sutil, y que al ser adoptado transforma los cimientos morales del individuo y de la sociedad.
El traía una nueva versión de la realidad, concentrado en el ser inmortal, procedente del mundo espiritual y que a el volvía, lo que alteraba la estructura de la justicia, que ya no mas debería ser primitiva destructiva, sino educativa rehabilitadota.
El trajo la Buena Nueva cuyos objetivos se centran en el futuro del Espíritu, en su emancipación total, en su incesante búsqueda de Dios.
Tornándose el Camino, la Suya es la Verdad que conduce a la Vida, a la plenitud, al acopio de la sabiduría y del amor.
Sus parábolas son discursos de todos los periodos del desarrolló socio psicológico de las criaturas. Y aunque hizo, grandes silencios en torno de verdades más transcendentes que podrían ser desnaturalizadas por falta de madurez evolutiva y psicológica de Sus contemporáneos, imposibilitados hasta registrar el pensamiento, que habría e sufrir, inevitablemente, mutilaciones, adaptaciones, adulteraciones de acuerdo con los intereses vigentes en cada estadio de la evolución.
En la perspectiva de la psicología profunda, la Ley de Amor está inserta en el ser legitimo, trabajando sin cesar; y es relevante y esencial significado, que aun delante de leyes injustas e imposiciones apasionadas, el ser lucido no debe crear dificultades o temer a los mandatos negativos, por cuanto, en su libertad interior, nada de fuera consigue alcanzarlo realmente, excepto la sabiduría de la Ley Natural, inserta en su conciencia.
Jesús en momento alguno levantó Su voz para maldecir al mundo, para condenarlo, por el contrario; proponía respeto y consideración por su estructura conforme Él mismo se comportaba, comedido y afable.
El vino para que los hombres conociesen la realidad, cuando decía que Su Reino no era de este mundo, transitorio, relativo, material, decía una gran verdad.
Y aunque se refería a las Esferas de donde procedía, Su reino también eran los paisajes y regiones del sentimiento, donde se pueden establecer las bases de la fraternidad y el amor uniese a todos los individuos como hermanos, conquista primordial para la travesía por el puente metafísico del mundo terrestre para aquel que es de Dios y nos aguarda a todos.
Si no existiese la vida futura, ningún significado tendría en Su vida – en todas las vidas – el esfuerzo hercúleo para erguir al ser humano del primitivismo, y recomendarle la incesante lucha por la transformación moral, por la adquisición de percepciones psíquicas, que son un elemento básico para la constatación de ese desiderátum.
El desea conducir a sus ovejas al reino de donde Él vino como un Pastor gentil, que irá a presentarlas al Supremo Creador, es el amor que encierra las más completas aspiraciones existenciales del ser humano.
El vino a instalar en la Tierra el amor – de ahí sus palabras: “Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad, que en su definición profunda y penetrante es Dios”
La existencia terrena debe ser vivenciada con placer y emoción, frente a la riqueza de experiencias que ofrece, auxiliando al Espíritu a desprenderse de las fajas inferiores de las pasiones, experimentando el júbilo de los gozos que estimulan el avance y compensan los cansancios y desaires de los emprendimientos humanos.
Jesús Hombre no presentó métodos, técnicas, conductas especiales, para conseguir el reino. El es todo eso, vivió todas esas expresiones, señalando las muchas moradas que existen en la Casa del Padre. Refiriéndose a los mundos habitados que pueblan el Universo.
Jesús humanizado es el gran medico de las almas, que como las conoce profundamente, presenta la terapia recuperadora, al tiempo que ofrece la libertadora, que hesita nuevos compromisos.
El cultivo del amor, sustentado por la oración que se convierte en canal de irrigación de la energía que procede de Dios y vitaliza a la criatura humana.
El ser humano es la suma de sus aspiraciones y necesidades, pero también es el resultado de cómo aplica esos recursos que pueden esclavizar o libertar.
Por medio de la oración se identifica con otras ondas psíquicas y se impregna de energías que saturan de paz, de enriquecedoras alegrías de vivir y crecer en el rumbo de la plenitud.
Toda la terapéutica propuesta por Jesús es libertadora, total y sin retrocesos. El no se detiene al borde del problema, sino lo identifica, despertando al problemático para que no reincida en el error, en el compromiso moral con la conciencia, a fin de que no le acontezca algo peor, tales como la amargura sin consuelo, la expiación sin alternativa, el impositivo del rescate compulsivo.
Jesús fue la Luz que vino al mundo y el mundo rechazó prefiriendo la densidad de la neblina envolvente y alucinante. Él demostró por medio del ejemplo como vivir equilibradamente y morir con sinceridad, aunque sea a través de cualquier flagicio impuesto.
El nunca se presentó como la solución de problemas, sino que invitó a todos a hacer su parte, a responsabilizarse por los propios deberes, tornándose el Educador que siempre se hizo comprender. Diferente de todos los hombres, no se revistió de aspecto excéntrico, ni tampoco tomó actitudes aberrantes para llamar la atención, manteniéndose siempre el mismo, preservando el criterio de la selección natural por el merito de cada discípulo que se asociase a Su ministerio.
El permaneció fiel a su compromiso, sin alterarlo para ilusionar o congregar simpatizantes.
Vino a instruir y consolar mediante el ejemplo de dedicación, abriendo surcos nuevos en el suelo de los corazones para en ellos sembrar las palabras seguras y medicamentosas para la preservación de la salud y de la vida.
Por ser el camino, único además, para llegar a Dios, no tuvo otra alternativa sino afirmar Venid a mi, todos los que estáis afligidos y sobrecargados, que yo os aliviare.
Casi siempre el individuo inmerso en la sombra, de la que tiene dificultad de libertarse, disfraza sus imperfecciones proyectando la imagen irreal de un comportamiento que está lejos de poseer pero que se torna, comúnmente, severo pararon los demás y muy tolerante con los propios errores.
Establecida esa transferencia psicológica de conducta, pasa a vivir en un torbellino de pasiones y tormento de aflicciones que procura disimular con habilidad.
Cuando alguien se yergue para censurar y condenar sin autoridad moral el hecho también produce escándalo, por esconder la deficiencia y resarcirse en aquel en quien proyecta la inferioridad que le gustaría eliminar de si.
Todos debemos respetar las decisiones y acciones del `prójimo, y el que se levanta para impedir el desarrollo de otro, sea por el motivo que fuera, realiza un escándalo de agresión a su libre albedrío, envolviéndolo en su sombra, de la que no consigue liberarse.
Son bienaventurados los pacíficos, aquellos que trabajan con método y confianza tranquila a favor de la renovación del mundo y de sus criaturas, consiguiendo ser llamados hijos de Dios que representan toda la paz. La paz debe constituir la meta del ser pensante que lucha en continuas tentativas de adquirir la plenitud.
La paz es un tesoro que no puede ser afectado en circunstancia alguna, que la lleve a desaparecer.
Hay sufrimientos ocultos y revelados muy variados y complejos que son desafiantes de la sociedad. Algunos seres se encuentran tan enfermos moralmente y tan incrédulos de la caridad, que se tornan agresivos, difíciles de ser ayudados, exigiendo paciencia perseverante y desinteresada para alcanzarlos. Cuanto más enferma, más atención paciente necesita el ave humana herida en su vuelo de crecimiento interior. No siempre es fácil entender la desesperación de otro, cuando no se sufrió algo semejante.
Jesús vino a ayudar a sus hermanos a enseñarles como podrían ser felices. No obstante, no anhelo que esa felicidad fuese lograda solamente después de la muerte, sino en el instante mismo de la renovación interior, que es el momento propicio para aspirar a la paz y a la armonía.
Dios es la meta, es el Medio, la vida es el camino que Él ilumina con ejemplos para que todos se encuentren y se engrandezcan.
Surgen, entonces, con la psicología profunda una nueva imagen de Jesús, el Hombre que ama, que sirve, que espera, que enseña y pacientemente intercede ante el Padre por todos aquellos que están en la retaguardia.
El deja de ser un recuerdo de la ortodoxia o de la teología para tornarse vivo y actuante, próximo siempre de quien Lo quiera escuchar y seguir Sus enseñanzas actuales y palpitantes.
Su propuesta no es para huir de este mundo enfermo, de la sociedad empobrecida moralmente, sino para que se consiga curar la dolencia con la conquista de la salud para cada miembro del planeta, y haya enriquecimiento moral de todas las criaturas miembros del organismo social. Tal empresa es un grave desafió que solamente los espíritus pacientes lo han de conseguir y por eso, serán llamados hijos de Dios…
Las palabras de Jesús fueron:
“Y cuando yo sea elevado de la Tierra a todos atraeré hacia mí”. – Juan 12:23
Merchita
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