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miércoles, 2 de marzo de 2011

La responsabilidad de la palabra



RESPONSABILIDAD DE LA PALABRA
Tuvimos noticia de que un escritor americano trabó, en determinada época, una verdadera batalla verbal con el director de un filme.
Es que un amigo del escritor fue asesinado por una pareja  que se inspiró en los dos personajes  psicópatas del filme de aquel director.
Otro título nos da  ciencia de que dos chavales de 11 años aprovecharon  un descuido de la madre  de un niño  de apenas dos años  y lo llevaron a dar un paseo.
Días después, el cuerpo del chavalillo fue encontrado en la vía del tren. Igual al filme que los dos habían asistido, algunos días antes, por diversas veces.
Tales materiales nos llevan a ponderar  acerca de la responsabilidad  de lo que escribimos, creamos y entregamos para la divulgación.
Ciertamente, asuntos que defendemos, temas que vinculamos, pensamientos y actos  en las personas que de ellos tomen conocimiento.
Si fomentamos la violencia, la agresión, el irrespeto, naturalmente  la criatura que viniera a realizar esto  en nombre de ellos, es de nuestra responsabilidad.
Por eso mismo, advirtió Jesús: Sea vuestro hablar si, sí; no, no. Lo que quiere decir definir posiciones y asumir responsabilidad.
Nosotros somos responsables por las imágenes que proyectamos en las mentes ajenas. Si incentivamos el mal, este nos atenderá como Ley de Causa y Efecto, y lo mismo se dará si divulgamos el bien.
Esmeremos no, así, en la creación y divulgación de conceptos positivos, benéficos, en síntesis, hará bien a nosotros mismos.
Francisco de Asís, un día, escribió poemas de amor a la naturaleza. Llamó  hermanos al sol, a la luna, a las estrellas, al agua.
¿Podremos acaso aquilatar  cuanta serenidad sembró con tales versos?
¿Cuántas criaturas, hasta hoy, transcurridos los siglos, los leen y repiten?
 Somos tan responsables por lo que sale de nosotros que Jesús alertó por la gravedad de la falta de alguien  escandalizar a algunos de los pequeños.
 Y pequeños no son solamente los niños sino  también nosotros, Espíritus aun inmersos en la ignorancia y con gran facilidad pa ra sintonizar con el mal.
Siendo así, hablemos el bien. Escribamos  el bien con las palabras simples que brotan  de nuestro corazón aficionado al bien.
Tengamos versos delicados que exalten lo bello, que hablen de Dios, de la ventura de vivir, de la inmortalidad, de la alegría de ser heredero del Universo.
 * * *
 Por la palabra y por los ejemplos Gandhi  libertó a un pueblo. Su filosofía se basaba en la no violencia.
Por los discursos y actos, un déspota desgracia a muchos pueblos.
Hablemos de Hitler, que sembró desgracias en gran parte de la Humanidad.
Ambos vivieron en el mismo siglo XX
 Redacción de Momento Espirita

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