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domingo, 6 de marzo de 2011

La voz de la conciencia (historia)



Casi siempre aseguramos que las criaturas no entienden lo que acontece a su alrededor. Tomamos decisiones, inclusive a respecto de sus propias vidas, sin importarnos  sus sentimientos.
 Así acontece en las separaciones conyugales, en la que se decide  con quien quedaran los hijos. Así es cuando se decide cambiar de residencia y aun mismo cuando se opta transferirlos de una para otra escuela.
No en tanto, las criaturas están atentas y perciben los acontecimientos mucho más de lo que podamos imaginar.
El periodista Xiran que, a pesar del régimen de opresión  y abandono que vivió en China, mantuvo un programa  de radio,  en tinta,     cuenta una historia singular, en su libro: Las buenas mujeres de China.
Había una joven que se caso con un joven muy culto y de proyección política en china. Durante tres años, por su status, el fue a estudiar en Moscú.
Ella vivió años de felicidad a su lado. Un casamiento que fue bendecido con dos hijos.  se comentaba “era una mujer de suerte”.
Sin embargo, exactamente  en el momento en que la pareja se alegraba con el nacimiento de su segundo hijo, el marido tuvo un ataque cardiaco y murió, repentinamente.
Al final del año siguiente, el hijo más pequeño murió de escarlatina.
Con el sufrimiento causado por la muerte del marido y del hijo, ella perdió la alegría de vivir.
Un día, tomó al hijo que le quedaba  salió y se fue a la orilla del río Yangtze. Su objetivo era reunirse con su esposo y su bebé en la otra vida.
Parada a la vera del rio, ella se preparaba para despedirse de la vida, cuando el hijo le pregunto, inocentemente: “¿nos vamos a ver a papa?”
Ella sufrió un choque. ¿Cómo un niño de 5 años podría saber lo que quería hacer?
Y Preguntó, "¿qué te parece?"
El respondió: ¡“es claro que vamos a ver a papa”!  Pero yo no he traído mi coche de juguete para enseñárselo el! "
Ella comenzó a llorar. No pregunto más. Se dio cuenta de que él sabía  muy bien lo que ella pretendía.
Comprendía que el padre no estaba  en el mismo mundo que ellos, sin embargo no hacia  una distinción muy clara entre la vida y la muerte.
Las lágrimas reavivaron en ella el instinto materno  y el sentido del deber.
Tomo al hijo en el cuello y, dejando a la corriente del río llevar su debilidad, se volvió para su casa.
El mensaje de suicidio que había escrito fue destruido.
Mientras hacia el camino de volver al hogar,  el niño volvió a preguntar: “¿y entonces no vamos a ver a papa?
Procurando engullir el llanto, ella respondió: “papa está muy lejos. Usted es demasiado pequeño  para ir hasta allá. Mama le va ayudar a crecer, para que usted  pueda llevarle más cosas.  Y cosas mucho mejores.”
Después de eso, ella hizo  todo lo que una madre solita puede hacer para dar  el hijo lo mejor.
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Las criaturas no son tontas. Y mucho más de lo que podemos imaginar permanecen atentas, especialmente en todo lo que les preocupa.
Perciben las desavenencias conyugales, las dificultades domésticas, hasta el punto de caer enfermas.
Por todo eso, preste más atención a su hijo. Y, sobretodo, hable con él sobre  las dificultades y sobre las posibles soluciones.
No lo deje crecer ansioso y triste. Ayúdelo a vivir en el mundo, seguro y firme.

Redacción de Momento Espirita

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