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jueves, 19 de mayo de 2011

Los errores


TODO EL MUNDO YERRA

Usted ciertamente ya oyó o dijo alguna vez la frase: “!todo el mundo yerra!”


Esa afirmativa es correcta porque la Tierra es un planeta de pruebas y expiaciones, lo que quiere decir que en este mundo no hay nadie perfecto.

La perfección es una meta que todos nosotros alcanzaremos un día, más no puede ser encontrada en el actual estado evolutivo de la humanidad terrestre.

No es otra razón porque todos aun cometemos errores, aunque muchas veces intentando acertar.

Todo eso es fácil de entender, dirán algunos. Es más fácil aun intentar justificar las propias faltas con la disculpa de la imperfección.

Admitir, por tanto, que cometemos faltas más veces de lo que nos gustaría, no es difícil. Tampoco no es difícil tolerar los corregimientos de nuestras imperfecciones.

¿No en tanto, si usted admite que “todo el mundo yerra”, porque es tan difícil perdonar las faltas ajenas?

¿Por qué es tan fácil justificar los propios errores y tan difícil aceptarlos en los otros?

Si rompemos una copa, por ejemplo. Luego nos disculpamos diciendo que fue sin querer, y puede habernos dado igual. Más, si es otra persona la que lo hace, ya hayamos una manera de criticar, diciendo que es descuidada y no prestó la debida atención en lo que estaba haciendo.

Si la esposa no consiguió servir el almuerzo a la hora que debería, es porque quedo conversando con alguna amiga. Más cuando es usted es el esposo y no se da cuenta de dar un corto plazo, es porque es un hombre muy atareado.

Cuando el marido llega a casa nervioso e irritado, es porque está sobrecargado de problemas, más no disculpa si la esposa está impaciente por haber pasado el día oyendo el lloro del niño y atendiendo las tareas del hogar.

Si usted es la esposa y tiene sus motivos para justificar la falta de atención con los hijos, en determinado momento, piense que su esposo también tiene sus razones para justificar una falta cualquiera.

Si usted es hijo y halla que está seguro actuando de esta o aquella manera, entienda a sus padres, pues ellos también encontraran motivos para justificar sus deslices.

Lo que generalmente ocurre, es que no nos paremos oír a las personas que transitan en nuestro camino. Lo que es más común, es criticar sin saber los motivos que las llevaron a equivocarse.

Si tenemos siempre una disculpa para nuestras faltas, debemos aceptar que los otros también la tienen.

¿Si es así, por que tanta inquietud con las acciones que juzgamos erradas en los otros?

No tenemos intención de hacer apología o defender la disculpa, más, simplemente llamar la atención para el hecho de que todos estamos sujetos a dar un paso en falso. Y por eso debemos, al menos, entender cuando eso acontece.

Si todo el mundo yerra, tenemos más motivos para la tolerancia y el perdón.

Y si nadie es perfecto, más razón para entender las imperfecciones ajenas.

¿O será que solo nosotros tenemos derecho a equivocarnos?

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La tierra es una escuela de perfeccionamiento de la humanidad.

Las personas que aquí están, se están preparando para conquistar mundos más adelantados, universidades más avanzadas.

Por esa razón, vale la pena prestar atención a su aprovechamiento personal, y dejar a los otros el deber de cuidad de sus propios actos.

Pues cada vez que dejamos el cuerpo físico, por la reencarnación, una nueva evaluación es hecha y todos, sin excepción, recibiremos conforme nuestras obras.


Equipe de Redacción do Momento Espírita.


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