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martes, 29 de noviembre de 2011

Ley de destrucción



CAPÍTULO VI – V. LEY DE DESTRUCCIÓN
Destrucción necesaria y destrucción abusiva



728. La destrucción ¿es una ley de la Naturaleza?


Precisa que todo se destruya para renacer y regenerarse. Porque lo que llamáis destrucción no es sino una transformación, que se propone por objeto renovar y mejorar a los seres vivientes.


       Los desastres acontecidos  en el planeta durante este primer periodo del siglo XX1, unos ocasionados por las fuerzas de la  naturaleza, como son:  tsunamis, terremotos,inundaciones y huracanes y otras calamidades creadas   por el hombre, entre ellas: guerras, hambrunas, esclavitud y pobreza  son temas que nos inquietan a todos los seres sensibles  que habitamos el planeta Tierra . Tal razón, nos indujo a escribir dos notas sobre el tema en referencia.  

    El primer tema  que presentamos aquí pretende dar una idea general sobre la opinión de los espíritus superiores sobre la recurrencia de cataclismos en nuestro mundo y como los colocan dentro de una de las leyes de la naturaleza: la  LEY DE DESTRUCCIÓN. La segunda nota es una continuación de la primera y trata sobre que debemos hacer los “Espiritistas ante los Desastres”. Ambos escritos se concatenan entre sí.  

     Al circunscribirnos al asunto que nos concierne en esta nota y con el fin de  comprender mejor la constante secuela  de desastres en el mundo,  creímos  necesario  recurrir a la  fuente, a la palabra orientadora de los espíritus y a su opinión sobre porque ocurren tantas calamidades en nuestro orbe.

     En consecuencia, acudimos al Libro de los Espíritus de Allan Kardec,  que en su Libro Tercero- Leyes Morales Cap. Vl, le asigna el número cinco V , bajo el título de LEY DE DESTRUCCIÓN y la clasifican como una de las leyes  naturales o divinas  que rigen el universo.

     Al respecto, en el Cap.l del Libro de los Espíritus, dedicado a la LEY DIVINA O NATURAL, los espíritus ofrecen unas cuantas respuestas sobre este asunto. Afirman,por ejemplo que  la ley natural es la ley de Dios.  Es la única verdadera para la felicidad del hombre. Le indica lo que debe hacer o no hacer, y sólo es desdichado porque de ella se aparta . Es eterna e inmutable, como Dios mismo (#615). Todas las leyes de la Naturaleza son leyes divinas, puesto que Dios es el autor de la totalidad de las cosas. El sabio estudia las leyes de la materia, el hombre de bien estudia las del alma y la practica (#617). Entre las leyes divinas, unas regulan el movimiento y las relaciones de la materia inerte. Son las leyes físicas. Su estudio es del dominio de la ciencia. Otras conciernen, en especial, al hombre en sí mismo, así como en sus relaciones con Dios y con sus semejantes. Comprenden las reglas de la vida de cuerpo tanto como las de la vida del alma. Éstas son las leyes morales. (#617a.)

1. ¿Con qué objeto castiga Dios a la humanidad con calamidades destructoras?

     Para que progrese más rápido. ¿No hemos dicho ya que la destrucción es necesaria para la regeneración moral de los Espíritus, que adquieren en cada nueva vida un grado más de perfección? Hay que ver el final para evaluar los resultados. Vosotros los juzgáis sólo desde vuestro punto de vista personal, y los llamáis plagas debido al perjuicio que os ocasionan. Pero tales trastornos son a menudo necesarios para acelerar el advenimiento de un orden de cosas mejor, trayendo en unos pocos años lo que hubiera demandado muchos siglos para producirse. (véase respuesta núm.100)

738. ¿No podía Dios valerse, para el mejoramiento de la humanidad, de otros medios que no fuesen calamidades destructoras?
     Sí, y a diario los emplea, puesto que ha otorgado a cada cual los medios de progresar mediante el conocimiento del bien y del mal. El hombre es el que no los aprovecha. Es menester, pues, que se le castigue en su orgullo y se le haga sentir su fragilidad.

Nota- Esta respuesta plantea de una manera muy clara el problema de los “saltos” en la Naturaleza, al que nos referimos en nota anterior. El “salto cualitativo” a que alude la dialéctica marxista, y que en opinión de algunos contradice el orden evolutivo de la Doctrina Espírita, es la exacta expresión de ese tipo de “trastornos” que apresuran el desarrollo. Conforme se advertirá, el Espiritismo reconoce la existencia y la necesidad de tales “trastornos”, pero integrados dentro del proceso general de la evolución, no admitiéndolos como una ruptura de dicho proceso. [N. de J. H. Pires.]


738 a. Pero en medio de esos flagelos el hombre de bien perece lo mismo que el perverso. ¿Es eso justo?

En el transcurso de su existencia, el hombre lo relaciona todo con su cuerpo. Mas después de la muerte piensa de un modo distinto. Como hemos dicho ya: la vida del cuerpo significa poco. Un siglo de vuestro mundo equivale a un relámpago en la eternidad.

"Un siglo de vuestro mundo equivale a un relámpago en la eternidad".


En consecuencia, los sufrimientos que se prolongan durante lo que vosotros llamáis algunos meses o unos cuantos días, no son nada. Se trata para vosotros de una enseñanza, y que os será de provecho en lo por venir. El mundo real es el de los Espíritus, preexistente y sobreviviente a todo . 


   Los espíritus son los seres inteligentes de la creación que pueblan el espacio. Son las almas de los que han vivido en la Tierra y en otros mundos. Representan las potencias de la naturaleza. Dios se vale de ellos para realizar sus miras providenciales.

   Ellos son los hijos de Dios y constituyen el objeto de toda su solicitud. Los cuerpos no son sino disfraces bajo los cuales aparecen aquéllos en el mundo. En medio de las grandes calamidades que diezman a los hombres los Espíritus vienen a ser como un ejército que, durante la guerra, ve sus ropas gastadas, desgarradas o perdidas. El general se preocupa más por sus soldados que por los uniformes de éstos.

738 b.  Pero las víctimas de esas calamidades no por ello dejan de ser tales. - 


Si se considera la vida conforme a lo que es, y cuán poca cosa significa con relación a lo infinito, se le concedería menos importancia. Esas víctimas tendrán en una existencia ulterior amplia compensación a sus padecimientos, si saben sobrellevarlos sin protesta.


 Ya sea que la muerte llegue debido a una calamidad o por una causa ordinaria, nos es necesario morir cuando la hora de partir ha llegado. La única diferencia estriba en que en aquellos casos se marchan un gran número de personas al mismo tiempo.



Si pudiéramos elevarnos con el pensamiento, de manera de obtener una vista panorámica de la humanidad entera, esos flagelos tan terribles no nos parecerían otra cosa que tempestades pasajeras en el destino del mundo.


 739. Las catástrofes destructoras, ¿reportan alguna utilidad desde el punto de vista físico, a pesar de los males que ocasionan?

En efecto, modifican a veces el estado de una región. Pero frecuentemente el bien que de ellas dimana sólo es apreciado por las generaciones ulteriores.
   
 740. Las plagas ¿no serían asimismo para el hombre pruebas morales que lo enfrentan con las más duras necesidades?


 Las plagas son pruebas que ofrecen al ser humano ocasión de ejercer su inteligencia y poner de relieve su paciencia y resignación a la voluntad de Dios, colocándolo en situación de manifestar sus sentimientos de abnegación, desinterés y amor al prójimo, si no está él dominado por el egoísmo.



741. ¿Es dado al hombre conjurar las calamidades que le afligen? -


    En cierto modo, sí, pero no como por regla general se entiende. Muchas calamidades son consecuencia de su propia imprevisión. A medida que va adquiriendo conocimientos y experiencia puede conjurarlas, eso es, prevenirlas, si sabe descubrir sus causas. Pero, entre los males que afligen a la humanidad los hay de un carácter general, que están en los designios de la Providencia, y cuyo efecto cada individuo sufre en mayor o menor grado. A ese tipo de calamidades el hombre sólo puede oponer su resignación a la voluntad de Dios, e incluso dichos males se ven a menudo agravados por su despreocupación.

Entre los flagelos destructores –naturales e independientes del hombre- hay que incluir en primer término la peste, el hambre, las inundaciones, los fenómenos atmosféricos que des truyen los frutos de la tierra. 


"Sin Caridad no hay salvación"
Pero ¿acaso no ha encontrado el hombre en la ciencia, en los trabajos de mejoramiento de los suelos, en el perfeccionamiento agrícola, en la rotación de cultivos y las obras de irrigación, así como en el estudio de las condiciones higiénicas, los medios de neutralizar, o por lo menos atenuar, muchos desastres? Algunas comarcas asoladas otrora por terribles calamidades, ¿no se preservan hoy? ¿Qué no hará, pues, el hombre en pro de su bienestar material cuando aprenda a sacar partido de todos los recursos de su inteligencia, y cuando al cuidado de su conservación persona sepa asociar el sentimiento de una verdadera caridad hacia sus semejantes?



Amar no es desear. Es comprender siempre, dar de si mismo, renunciar a los propios caprichos y sacrificarse para que la luz divina del verdadero amor resplandezca.
- Regina de Souza 


( Ver el blog  inquietudesespiritas.blogspot.com )

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