El hombre es un ser gregario por naturaleza.
El siente necesidad de convivencia y contacto con los semejantes.
Justamente por eso, establece vínculos a lo largo de su vida.
Muchos de esos vínculos son prácticamente automáticos, como los que se derivan de la estructura familiar.
Con todo, algunas ligaciones se originan solamente por afinidad y simpatía.
La amistad es una forma de afecto muy peculiar.
Habitualmente, se afirma que los amigos son la familia que se escogió.
La nobleza de la amistad fue revelada por el propio Cristo.
En determinado pasaje del evangelio, el maestro afirmó que no llamaba a los apóstoles siervos.
Los llamaba amigos, pues les había dado a conocer lo que oyera del Padre.
Jesús ofreció a Sus discípulos lo que de mejor poseía: la luz de Sus enseñanzas y el calor de Su afecto.
La amistad no implica posesión, exclusivismo o búsqueda de ventajas.
Nada obliga a mantener los lazos de la amistad. Es la expresión más fraterna de los sentimientos.
Se procura estar próximo al semejante solo por el placer de su compañía.
Por ser tan precioso, ese vínculo debe ser bien cuidado.
Conquistar amigos puede ser más fácil que preservarlos.
En la adquisición de afectos, el carisma personal auxilia bastante. Mas la manutención del vinculo exige dedicación. Es necesario disponerse a gastar algún tiempo en el cultivo del afecto que se granjeó. Entretanto, el comportamiento noble y leal también se hace imprescindible.
La manutención de los amigos poco tiene que ver con lecciones de etiquetas o buenas maneras.
Tales recursos muchas veces apenas esconden el real carácter de quien aparenta afabilidad. Es relevante asimismo pulir el propio modo de ser, desenvolviendo nobleza y cordialidad.
Considerando esa realidad, hay innumerables actitudes que se deben evitar en el trato con los amigos.
La agresividad, en palabras o gestos, sorprende negativamente nuestros afectos.
La negligencia, consistente en dar poca importancia a la presencia de la palabra de los compañeros, esto hace que no nos procuren más.
La irritación continua torna nuestra compañía aburrida.
La lamentación constante también convierte nuestra presencia en un pesado fardo.
Es preciso considerar que los otros también tienen problemas.
Importa, pues, cultivar la jovialidad.
Ocultar los propios dolores, para no afligir inútilmente a los semejantes, es una forma de caridad.
Así, reflexiona sobre la importancia de los amigos en tu vida.
Piensa como ellos te traen la alegría y hacen tu vivir más leve.
Acuérdate del ejemplo de Cristo, que dio lo mejor de si a los compañeros que escogió.
No gastes los preciosos momentos que pasas con tus amigos en futilidades, reclamaciones o bajezas.
Dales tu amor.
Haz de tu compañía en una fuente de equilibrio, alegría y bienestar.
Muéstrate confiable y dispuesto, cuando ellos necesiten de ti.
Amalos, con pureza y desinteresadamente.
Al final, amigos leales y cariñosos son uno de los mejores tesoros que se pueden conquistar.
Redacción de Momento Espirita.
Aunque nadie puede volver atrás y hacer un nuevo comienzo, cualquiera puede comenzar a partir de ahora y hacer un nuevo final............
- Francisco Cándido Xavier -
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