Entradas populares

sábado, 15 de septiembre de 2012

MUERTE, CREMACIÓN DE CADÁVERES Y DONACIÓN DE ÓRGANOS



Muerte



Existe diferencia entre la muerte física y la desencarnación ambas no ocurre simultáneamente. La persona muere cuando el cuerpo denso deja de  funcionar, admitiéndose hoy, para la caracterización del óbito, el concepto de muerte encefálica, llamada también muerte cerebral. La desencarnación  es otra cosa; el alma desencarna cuando se completa el desligamiento, lo que demanda algunas horas o algunos días.
Podemos valernos, así, del vocablo muerte y del verbo morir  y sus derivados, como Kardec hartamente utilizó (Ver el articulo “La muerte en la terminología espirita”, El Inmortal de agosto/93, pág. 14)
Como nos dice André Luiz (estudie y Viva, pág. 119): “Desencarnación es liberación del alma, muerte es otra cosa. Muerte constituye cesación de la vida, putrefacción, moho”.
Fijando algunos conceptos  que son fundamentales sobre todo cuando tratamos de extracción de órganos  como el corazón, pulmón, hígado, riñones y páncreas, que, de acuerdo con el cardiólogo Ignacio Alfredo Fiorelli, coordinador de la Central  de trasplantes de la Secretaría Estatal de Saude de  S, Paulo, deben ser retirados  con el corazón del donador aun funcionando.
La muerte encefálica, descrita por primera vez en Francia, en la década de los 50, significa que las estructuras vitales del encéfalo, necesarias para mantener la conciencia  y la vida vegetativa, se encuentran  lesionadas irreversiblemente. En otras palabras, el tronco cerebral  no funciona, no existe la actividad cerebral, hay total ausencia de circulación sanguínea en el cerebro y el electroencefalograma mostrará el silencio eléctrico cerebral.
No confundirla con el estado vegetativo, pues en este una parte del cerebro aun funciona, visto que la lesión habrá afectado a  una parte de las células neurológicas, más no a las estructuras del encéfalo.
El Consejo Federal de Medicina estableció, en 1991, a través de la Resolución numero 1346, que la muerte encefálica  corresponde a un estado definitivo e irreversible de la muerte, pudiendo ser utilizada, sin cualquier duda, para la retirada de órganos para trasplantes.
La sepración del alma no se da instantáneamente; al contrario, ella se libera gradualmente y no como un pájaro cautivo que, de repente, encuentra la libertad. La enseñanza espirita es bien clara: rotos los lazos  que la retenian al cuerpo, el alma se libera. (L. E. 155)
Sin embargo hay, una curiosa e importante excepción a ese principio, como vemos en la cuestión 156 de El Libro de los Espíritus, en donde Kardec pregunta: ¿“la separación definitiva del alma y del cuerpo puede ocurrir antes de la cesación  completa de la vida orgánica?”. La respuesta es la siguiente: “Algunas veces, en la agonía, el alma ya dejo el cuerpo y no hay nada más que la vida orgánica. El hombre no tiene  más conciencia de si mismos y, entre tanto, le resta aun un soplo de vida. el cuerpo es una maquina  que mueve el corazón; existe mientras  el corazón hace circular la sangre en las venas, y para eso no necesita del alma”. (Vea a tal respecto la enseñanza contenida en el ítem 136- A del Libro de los Espíritus, donde se dice que la vida orgánica puede animar un cuerpo sin almas, más el alma no puede animar un cuerpo sin vida)
Cuando Kardec obtuvo esa respuesta no existía el concepto de muerte cerebral. El se reportaba entonces, con certeza, al coma profundo, con alguna actividad cerebral  o la propia muerte encefálica.  Ahora, si en la agonía eso puede darse, podemos deducir con razonable dosis de certeza que la muerte encefálica el cuerpo es como “una maquina que el corazón movimentan” y “para eso no necesita del alma”.
André Luiz trata del tema en el cap. XVI, Mecanismos de la mente – Sección de la medula, de “Evolución en Dos Mundos”, en el que nos dice:
“… después de seccionada la medula de un paciente se observa, de inmediato, la insensibilidad completa, el relajamiento muscular, la parálisis  y la eliminación de los reflejos somáticos  y vísceras, en todas las partes que reciben los nervios nacidos abajo del punto  en el que se verifico el prejuicio.”
Añade André que esa parálisis e insensibilidad proceden del desligamiento de las regiones del cuerpo espiritual, correspondientes en los tejidos orgánicos  y en el cerebro, como si fuese la retirada de la fuerza eléctrica  de determinado sector.
Concluye André: “Semejante desligamiento, sin embargo, no se verifica del todo, lo que acarrearía, en niveles altos, irreversiblemente, el proceso liberatorio del alma  con la desencarnación”.
Con esas palabras, André está afirmando que, habiendo  una lesión irreversible en una región del sistema nervioso central, ocurrirá el desligamiento de las regiones del cuerpo espiritual correspondientes  a la zona afectada del cuerpo físico, y si la región lesionada correspondiera a niveles más altos, esto es, a regiones más próximas del cerebro, ocurrirá el proceso liberatorio del alma. Ahora, si la lesión irreversible afecta el propio encéfalo, que es el centro regulador de la vida, el desprendimiento del alma  se hará de forma automática.)
De un modo general en el proceso de desprendimiento, una vez que ha muerto, el Espíritu  continúa ligado  al cuerpo  cuando son en él muy fuertes las impresiones  de la existencia física. Los individuos materialistas quedan retenidos por más tiempo, hasta que la impregnación fluídica animalizada de que se revisten sea reducida  a niveles compatibles con el desligamiento. Esa demora en el desprendimiento es, sin embargo, necesaria, para que el que ha desencarnado tenga menos dificultades para ajustarse a las realidades espirituales.
El desprendimiento comienza por las extremidades y se va completando en la medida en que son desligados los lazos fluidicos, que prenden al Espíritu al cuerpo. En el libro “Obreros de la Vida Eterna” cap. XIII, el Instructor Jerónimo informa  que hay tres regiones orgánicas fundamentales que demandan extremo cuidado en los servicios de liberación del alma: el centro vegetativo, ligado al vientre, como sede de las manifestaciones fisiológicas; el centro emocional, zona de los sentimientos y deseos, situado en el tórax, y el centro mental, situado en el cerebro. Ese fue el  orden  en como el actuó para facilitar el desprendimientos de Dimas, descrito en el referido libro.
La oración es muy útil en el desprendimiento del espíritu. Allan Kardec relata en el libro “El Cielo  y el Infierno” el caso Augusto Michel, ocurrido en 1863, el cual pidió a un médium fuese hasta el cementerio a orar en su túmulo. El espíritu de Augusto Michel suplico tanto, que el médium atendió y, en el propio cementerio, el se comunicó agradecido, aliviado por la constricción que antes  preso al cuerpo. Al comentar el caso, Kardec indaga si la costumbre casi general orar  al pie de los difuntos no provendría de la intuición inconsciente que se tiene de ese efecto.
Es normal la perturbación  que sigue después de la muerte en un caso normal (Ernesto Bozzano, en su libro “La Crisis de la Muerte”, después de examinar 18 casos científicamente documentados, sobre las fases del fenómeno de la muerte, enumera en 12 puntos sus conclusiones. De entre ellos, destacamos los siguientes: a) todos afirmaron  haber ignorado, durante algún tiempo, que estaban muertos; b) casi todos pasaron por una fase más o menos larga de “sueño reparador”; c) los Espíritus de los muertos gravitan fatalmente  y automáticamente para la esfera  espiritual que les conviene, por virtud de la “ley de afinidad”.
León Denis, en su libro “Después de la Muerte”, explica que la separación del alma del cuerpo es seguida por un periodo de perturbación. Ese tiempo es breve para el espíritu justo y bueno, que luego se separa con todos los esplendores de la vida celeste, más es muy largo, algunas veces durando años enteros, para las almas culpables, impregnadas  de groseros fluidos.
La perturbación que se sigue al momento de la muerte es tratada minuciosamente en los ítems 149 a 165 de “El Libro de los Espíritus” .  El estado de perturbación es un hecho natural en todos nosotros y varía de acuerdo con el grado de elevación moral del que desencarna (LE., 163 y 164)

Cremación

(La incineración de los cadáveres humanos remonta  a la antigüedad. En la Edad  de Hierro  ya existían las necrópolis de incineración, como los “campos de urnas” de Alpiarça, atribuidos  a la época celtica, y la necrópolis de Alcacer del Sal, 300 años a. C. La cremación constituía  una regla en la Grecia primitiva y entre los romanos  y aun hoy es costumbre en varias regiones del mundo, como la India  y Portugal.
La Iglesia en los principios del Cristianismo, prohibía la cremación, y el clero romano la condena hasta en los días actuales, ciertamente por coherencia con el dogma  de resurrección de los cuerpos, definido en  el 40 Concilio de Letrán  y se confirmó en el 11 Concilio de Toledo, realizado en 675.
El Código del Derecho Canónigo establece en el Canón 1240, 50, estar privados de sepultura eclesiástica los que mandaran, antes de morir, quemar su cuerpo, además  no tendrán derecho a ninguna misa funeral, y a ningún otro oficio fúnebre.)
(Fue en 1774 que se inició el pro-cremación, iniciado por el abad Piattoli Scipion, que se expandió por Suiza, Alemania, Inglaterra, Francia, etc. En Francia, una ley de 1886 garantiza el derecho a elegir para el entierro o la cremación.
En el campo económico, la ventajas de la incineración es evidente. Las dispensas del funeral serian reducidas enormemente. El espacio fisico destinado a los cementerios no seria necesario. En vez de mausoleos, una urna pequeña resolvería el problema.
En el aspecto higiénico, o sanitario, es la solución ideal. Algunos científicos opinan  por la incineración obligatoria en casos de muerte  por molestias contagiosas, como el tifus, viruela, escarlatina (dolencia infecciosa aguda, caracterizada por fiebre, erupción de pequeños puntos rojos y descamación en largas placas) y otras. En las epidemias, solo el fuego puede  realizar un saneamiento   en regla.)
Una de las desventajas  de la cremación de los cadáveres está en el campo jurídico, pues existen algunos argumentos  contrarios a la cremación, ya que destruido el cadáver, la cremación impediría cualquier verificación post – morten que se hiciese necesaria.
En el aspecto espiritual León Denis anota una desventaja, pues que, en general, la cremación provoca desprendimiento más rápido, más brusco y violento de la entidad que desencarna, siendo aun mismo doloroso para el alma apegada a la Tierra. Determinados Espíritus permanecen algún tiempo imantados al cuerpo material despues del trance de la muerte, como acontece principalmente  con los suicidas.
El rompimiento del cordón fluídico no siempre se consuma en un corto espacio de tiempo. En esas condiciones,  el desencarnado es como si fuese un muerto vivo cuya percepción sensorial, para su desventura, continua presente y actuante. La cremación vendría  a causarle un angustiante trauma, lo que sería “aumentar la aflicción al afligido”.
La posición espirita  sobre la cremación de cadáveres (Más Alla de la posición, ya vista, de León Denis, lo que existe  son posiciones  esparcidas.  Richard Simonetti entiende que, aunque el cadáver  no transmita sensaciones al espíritu, este experimentará obviamente “impresiones extremamente desagradables” si en el acto crematorio la entidad estuviera aun ligada al cuerpo.
Paul Bodier allá que “la incineración, tal como se practica entre nosotros, es, con efecto, por demás prematura” . Tal vez, por eso el entierro debe ser el proceso normal, solo quemándose los cadáveres con señales evidentes de putrefacción.
Emmanuel esclarece, a través de Chico Xavier, que “la cremación es legítima para todos aquellos que la desean, desde que haya un periodo de, por lo menos, 72 horas de expectación para el hecho en cualquier horno de cremación”. (Vea “Pinga-Fogo en la TV Tupi- SP”, Realizado en 1971.)
Allan Kardec, lo que nos consta, no cuido específicamente del asunto, lo que equivale a decir que la Doctrina Espirita no tiene una posición firmada sobre la cremación de cadáveres.)

Donación de órganos

    Este asunto  no fue, evidentemente, tratado por Kardec, más el Dr. Jorge Andrea, en su libro “Psicología Espirita”, págs. 42 y 43, examinando el tema, asevera que no hay ninguna duda de que, en las condiciones actuales de la vida en que nos encontramos, los trasplantes deben ser utilizados. “La conquista de la ciencia es fuerza cósmica positiva que no debe ser  relegada a posición secundaria por prejuicios religiosos. Por eso, llegará el día en el que podremos evaluar hasta que punto las influencias espirituales se encuentran en esos mecanismos, a fin de que las intervenciones sean coronadas  de éxito y pleno entendimiento”.
Preguntaron a Chico Xavier si los Espíritus consideran los trasplantes de órganos una practica contraria a las leyes naturales. Chico respondió (“Entrevistas”): “No. Ellos dicen que así  como nosotros aprovechamos  una pieza de ropa  que no tiene utilidad  para determinado amigo, y ese amigo, considerando nuestra penuria material, nos cede esa pieza de ropa, es muy natural, que al despojarnos del cuerpo físico, donemos los órganos prestantes a compañeros necesitados de ellos, que puedan utilizarlos  con seguridad y provecho”.)
Todos podemos donar nuestros órganos. La extracción de un órgano no produce reflejos traumatizantes  en el periespiritu del donador. Lo que lesiona el periespiritu, que es nuestro cuerpo espiritual, son las actitudes incorrectas perpetradas por el individuo, y no lo que es hecho a el o a su cuerpo por otras personas. Más allá  de eso,  el donador desencarnado es, muchas veces, beneficiado por las oraciones y por las vibraciones de gratitud  y cariño por parte del receptor y de su familia. La integridad, pues, del periespiritu está íntimamente relacionada  con la vida que llevamos y no con el tipo de muerte que sufrimos o con el destino de nuestros despojos.
    Hay casos, no obstante, que la donación  o extracción de órganos no se recomienda. El día 6 de febrero de 1996, atendimos a un Espíritu en sufrimiento, que recibiera el corazón de un joven muerto en un accidente, el cual, sin haber comprendido que desencarnara, lo atormentaba en el plano espiritual, reclamando  que se le devolviera el corazón. Curiosamente, el Espíritu que recibiera el órgano sabía que estaba desencarnado y recordaba hasta haber donado las corneas  a otra persona.
     Indagaron a Chico Xavier: ¿“Chico, usted cree que el espirita debe donar sus corneas? ¿No habría en ese caso repercusiones para el lado del periespiritu, toda vez que ellas deben ser retiradas momentos, después  de la desencarnación del individuo? El bondadoso médium minero respondió: (“Hoja espirita”, nov./82, apud “Chico, de Francisco”, pág. 84): “Siempre que la persona cultive desinterés absoluto en todo aquello que ella cede para alguien, sin preguntar al beneficiado lo que hace de la pieza recibida, sin desear cualquier remuneración, sin aguardar gratitud alguna, esto es, si la persona llegó a un punto de evolución en la que la noción de posesión no le preocupa, esta criatura está en condiciones de dar  porque no va afectar el periespiritu en cosa alguna. En el caso contrario, si la persona se siente perjudicada por eso o por aquello en el curso de la vida, o tenga recelo de perder utilidades que juzga pertenecerle, esta criatura tiene la mente vinculada al apego  a determinadas ventajas de la existencia y con certeza, después de la muerte del cuerpo, se inclinará para reclamaciones, dándoles cabida, generando perturbación en su propio campo intimo. Si la persona tuviera cualquier apego a la posesión, inclusive de los objetos, de las propiedades, de los afectos,  no debe de dar, porque  se perturbará”.)
     Años después de esa respuesta, se registro el caso Waldimir, el joven suicida que fue aliviado en sus sufrimientos post-morten gracias a las oraciones provenientes de la donación de corneas por ella hecha, mostrando que, incluso en las muertes traumáticas como esa, la caridad de la donación, cuando es practicada por el propio desencarnado, es largamente compensada por las leyes de Dios. (El caso Waldimir es narrado en el libro  “¿Quien tiene miedo a la muerte?”, de Richard Simonetti.)
Extraído de la revista El Consolador, traducido al español por M. C R



REENCARNACIÓN
GILBERTO GELEY

      La idea de la reencarnación, está de acuerdo con la anatomía y la fisiología comparadas, las cuales prueban que nada desliga al hombre de los animales y que la idea de que un alma reservada sólo al hombre, es insostenible desde el punto de vista científico.
    El proceso de encarnación y desencarnación no constituye un privilegio del hombre, sino que es   consecuencia de una ley natural y general, que abarca todo lo que piensa, vive y es.

 Tomado del libro “La reencarnación”







Ver también los  Blog        inquietudesespiritas.blogspot.com
                             elblogdeazucena.blogspot.com
                                       marinamiesdeamor.blogspot.com
                             boletin-nuevaesperanza.blogspot.com
                             ade-sergipe.com.br
                                      ceesinfronteras.es/eventos.htm
                                             espiritistas. es


2 comentarios:

  1. Excelente artículo, como siempre, José Luis Martin sustenta todos sus argumentos con la Codificación Espirita y de otras fuente, TODAS las Fuentes que utiliza, además de ser apropiadas son correctas. Felicito por darnos luz en este artículo sobre este tema y con mucho honor lo comparto en mi muro en Facebook. Gracias por este trabajo de Bien Común, inspirado por espíritus Superiores y Puros.

    ResponderEliminar
  2. ¡Qué buen artículo, pleno de datos acordes a la Codificación! Maravilloso para aclararnos todos esos puntos oscuros que a veces tenemos acerca de cuestiones dudosas como las que se plantean. Felicidades, José Luis, por todo lo que elaboras. Se nota que está hecho con amor. Es todo tan didáctico e iluminador...Un abrazo desde El Puerto de Santa María.

    ResponderEliminar