¿Usted pensó en lo que haría si alguien intentase invadir o robar los bienes materiales que le pertenecen?
Las personas de una forma general, luchan para defender su patrimonio, aun mismo que para eso sea necesario exponerse de una forma peligrosa.
Sin embargo, muchos son los que permiten que otro patrimonio, bien más valioso y efectivo, sea saqueado con facilidad.
Se trata del patrimonio moral.
Mientras que los bienes materiales no nos pertenecen de hecho, pues en cualquier momento podemos dejarlo a los herederos, por ocasión de la muerte, o perder por un motivo cualquiera, el patrimonio moral es el único tesoro que realmente nos pertenece.
¿Más, de qué forma nuestro patrimonio moral puede ser dilapidado?
Eso ocurre de una manera tan sutil que casi no nos damos cuenta.
Cuando, en un restaurante, por ejemplo, el camarero nos pregunta si queremos una nota de un valor mayor para utilizar en alguna prestación de cuentas, nos está invitando a ser deshonestos.
Y, en el caso de que aceptáramos, la diferencia entre el pago y el valor de la nota será el precio por el cual vendemos un pedazo de nuestro patrimonio moral. Y generalmente es muy barato. En ese caso vemos cuando abaratamos ese tesoro.
Otro ejemplo es cuando intentamos substituir una multa cualquiera, sea fiscal o de transito, por una propina. En ese caso no solamente estamos empobreciendo nuestro patrimonio moral, sino también sugiriendo lo mismo al profesional que nos informó.
Cuando disponemos de un certificado médico falso para justificar una ausencia del trabajo, estamos dilapidando nuestro tesoro moral.
Cuando hacemos una compra y la cajera se equivoca, dándonos un cambio mayor, y no devolvemos esa cuantía, quedamos un poco más pobres moralmente.
Cuando el comerciante adultera el peso de la mercancía para vender menos y cobrar más, está desvalorizando su patrimonio real.
Cuando el lector empeña su voto a cambio de un beneficio cualquiera, está comercializando su bien más precioso.
Eso sin hablar de aquellos que utilizan bienes o valores de terceros, o del erario público, para saquear la moral ajena. En ese caso, quedan aun más empobrecidos moralmente, pues desconsideran la confianza que les fue depositada.
En fin, son tantas las maneras de vender o desperdiciar, nuestro patrimonio moral que es preciso quedar atento para no tornarnos mendigos moralmente en poco tiempo.
Como podemos percibir, el cuidado con los bienes materiales es válido, más no podemos dejar de preservar el patrimonio moral, el único que podremos llevar con nosotros para toda la eternidad
Era ese tesoro lo que Jesús se refería, diciendo ni la polilla ni herrumbre que corroen, y ningún ladrón puede robar.
¿Usted lo sabía?
¿Usted sabia que muchos empresarios ya están atentos a las cualidades morales de las personas que desean contratar?
Después que varias empresas fueron a la ruina a causa de la deshonestidad de los funcionarios que ocupaban cargos de confianza, el factor moralidad pasó a tener mayor peso entre los requisitos de los candidatos al empleo.
Por esas y otras razones, vale la pena garantizar la integridad de ese bien de valor inestimable, pues él es nuestro pasaporte para la conquista de un mundo mejor.
Redacción de Momento Espirita
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EFECTO DE LA ORACIÓN EN LOS ESPIRITUS SUFRIDORES
La oración es el recurso al que el hombre desesperado acude para alivio de sus padeceres, es como un centinela vigilante contra las influencias espirituales nocivas, porque la naturaleza del hombre no se afecta ante los estímulos ajenos de orden pecaminoso, pues la oración aquieta los impulsos inferiores y evita las explosiones de odio, celos y orgullo.
Pero bien sabemos que hay hermanos que siendo escépticos, dudan de que ella surja efecto, pues piensan que Dios no va a cambiar sus dictámenes en la vida, entonces rechazan el orar y solo se someten y adoran.
La Doctrina espirita nos esclarece que el determinismo en lo referente a la vida del hombre no existe, que todo puede cambiar para mejor o peor según nos comportemos. Y que las penas eternas no existen, tenemos una idea clara de la ley de acción y reacción, y sabemos que portándonos bien, dentro de las pruebas que tenemos que pasar, ellas adquieren sentido diferente, y que a través de nuestro dialogo a través de la oración, los guías, los mensajeros del cielo, pueden fortificar nuestros atribulados espíritus, haciendo nuestro yugo más leve.
Sabemos que nada sucede porque sí, que ni una sola hoja de un árbol de cae sin el permiso de Dios. Entonces comprendemos, que El lo sabe todo de nosotros, y que los errores y faltas cometidas tienen su justo castigo. Y que ese castigo está subordinado al arrepentimiento, contra más perseveremos en el mal, este más se acentúa y más se prolongan nuestros padeceres. Mientras que nuestro arrepentimiento, cuando es sincero y clama al cielo pidiendo ayuda, Dios nos envía la esperanza, que aunque sabemos que nuestro mal persiste hasta que reparemos los males cometidos, Dios nos ofrece esas oportunidades para que reparemos nuestros errores pues esa es la razón por la que en la tierra pasemos por las pruebas que pasamos y que no tienen en el presente explicación.
Siempre las leyes de Dios están para aclararnos el camino, para hacernos ver el error y nos dice también como debemos combatirlo, lo que muchas veces nos falta es la fuerza de voluntad para llevarlo a cabo, por eso es muy importante que cuando alguien se acerque a nosotros pidiéndonos esclarecimiento y ayuda para sus males, hemos de tratar de esclarecerlos, de ayudarles mostrándoles las leyes de Dios, diciéndoles que gracias a los que nos hacen sufrir, es que nos redimimos y nos elevamos sobre ellas, podremos ascender y dejar de sufrir, que este es el recurso que Dios nos da de Amor y Caridad, para que nos elevemos por encima de nuestros errores y culpas.
Orando el hombre, mejora su frecuencia vibratoria espiritual, higieniza la mente, expulsa los malos pensamientos y genera mayor cuota de luz interior.
Esto explica porque algunos santos se purifican exclusivamente de la oración, mientras otros solo pueden lograrlo por vía del sufrimiento. En ambos casos, la purificación es el fruto de la dinamización de las fuerzas espirituales, latentes en la intimidad del ser, aunque varié el proceso empleado. En el primero, es un procedimiento espontáneo catalizado por la oración, en el segundo es el resultado del ejercicio del dolor. El hombre se purifica también por el habito constante de los buenos pensamientos, pues estos mantienen en el campo vibratorio de su mente, un estado, espiritual tan benéfico, como el que se produce en los momentos sedativos de la oración.
Cuando el hombre deja de orar y vigilar, el dolor se encarga de activar las reacciones morales necesarias para que más tarde se libere perentoriamente de la opresión del mundo animal.
Aunque la oración es una actitud de sublimación espiritual, no libra al hombre de las agresiones y hostilidades de los malhechores del mundo. Son innumerables las personas de vida santificada, que han sido sacrificadas, muertas, cuando oraban, fervorosamente. Pablo fue decapitado cuando oraba; los mártires del Cristianismo soportaron la masacre colectiva, ante las fieras, mientras se ínter ligaban por la fuerza emotiva de las oraciones y los cánticos excelsos de renuncia a la vida humana.
La oración como sublime expresión de catalizador angélico, no sirve pará obtener una cobertura. La claridad sublime que se forma alrededor del hombre durante el éxtasis de la oración, y la emoción de su espíritu invocando el Amor de Dios, no logran condensar los fluidos inferiores, para fines execrables. La oración es una vibración de energías excelsas para el servicio del Bien y del Amor.
Toda oración fervorosa recibe de lo Alto la respuesta benefactora, la sugestión segura y las energías psíquicas que sustentan al cuerpo carnal, es un detonador psíquico capaz de mover excelsas energías que duermen en la esencia del alma humana, es la ayuda más eficiente para mantener el equilibrio moral del espíritu, con la oración la persona confiada, serena y amorosa se religa a Dios.
No despreciemos los dones del cielo, utilicémosla con fe y oremos con fervor porque no nos quepa la menor duda de que la oración es un bálsamo reparador para las heridas.
MERCHITA
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Y si “a cada uno será dado según sus obras”, los planes para las peripecias de una reencarnación, son rigurosamente estudiados al otro lado de la vida, antes de reencarnar, son estudiados, realizados y revisados, siempre de acuerdo con la más equitativa justicia, y en pleno cumplimiento de la alta expresión de la sentencia inmortal sancionada por el Divino Maestro, la que viene a aclarar todos los grandes e irremediables problemas que afligen y decepcionan a la Humanidad.
Por lo común, es el propio espíritu quien escoge las pruebas por las cuales debe pasar en la próxima reencarnación: los acres espinas que deben dilacerar los días de su existencia terrenal, y el lugar en que convendrá que remedie las consecuencias del pretérito culposo. El mismo suplica a las Potestades Guiadoras nuevas oportunidades que le permitan poner de manifiesto el arrepentimiento de que se halla poseído, así como el deseo de iniciar el camino regenerador que favorezca la ocasión de que pueda corregirse de los impulsos inferiores que pudieran arrastrarlo al mal comportamiento… Y tales pruebas, serán efectivas tanto en un cuerpo relativamente sano, como en uno mutilado, o impedido por enfermedades irremediables, siempre de acuerdo con los agravantes de sus propias faltas acumuladas.
Si somos rebeldes y desperdiciamos muchas veces, de esa concesión con manifestada falta de respeto a la Ley del Creador, que nos ha permitido repetidas veces la misma oportunidad, incurriremos en una concesión más apreciable porque, en tales casos, existirá la propia intervención del propio Maestro redentor, que Suplicará al Creador Supremo nuevos ciclos de experiencias, con el fin de que el rebelde pueda rehabilitarse…
Siendo nuestro cuerpo físico terrenal un deposito sagrado, como verdadera dadiva celeste que es, las criaturas debemos proceder con más inteligencia conduciéndonos a la altura de la concesión recibida, portándonos respetuosamente, teniendo consideración y prudencia durante el periodo a que no obligue a permanecer disfrutando las ventajas morales que la estancia en el planeta tierra nos confiere…Con ese proceder evitaríamos repeticiones de existencias expiatorias, dolorosas e inevitables, que son el resultado por la falta de respeto a las leyes venerables, a que es sometida la Vida Universal…
El dolor educador, corrige las anomalías con las que nos rodeamos, reconciliándonos con la Ley, con Dios y con la Misericordia Infinita. Dios quiere que las criaturas se embellezcan con la armonía de Sus Leyes. Y sabemos que esas leyes son incorruptibles, por eso debemos observarlas y respetarlas, con el fin de no vernos después obligados a absorber la hiel irremediable de las consecuencias que por nuestra propia voluntad creamos por desviarnos de la ruta natural y luminosa…
Conviene que acentuemos, que la reencarnación es una concesión sublime hecha por Dios a Sus criaturas, para que progresen y se engrandezcan: preparándose para la herencia que les está reservada en la Gloria de Su reino.
Nuestro cuerpo físico terrenal es un depósito sagrado que el hombre debe respetar, proteger y salvaguardar en todo lo posible, de impurezas y de daños. El cuerpo, físico-astral, ósea, el periespiritu, no debe serlo menos, protegiendo nuestra inteligencia, nuestra conciencia, nuestra razón, nuestros sentimientos, nuestro ser, en fin, es la propia esencia del Creador, partícula Suya, centella extraída de Su Supremo Ser.
De esto se deduce, que todos somos templos venerables, puesto que poseemos la gloria de traer a Dios en nosotros mismos, y que ya sea en la tierra como seres humanos, o invisibles como espíritus libres, al otro lado de la vida, debemos respeto y veneración a nosotros mismos, así como a nuestros semejantes considerando que todas las criaturas son perfectamente iguales ante su Creador ¡Joyas muy amadas del cofre sempiterno de Aquel que es la Suprema Razón de la Vida! De ahí se origina, ciertamente, la ley básica Divina:
“-Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a si mismo”
Procuremos no desanimarnos ante los reveses de la vida, por el contrario debemos confiar en la infinita ternura de nuestro Amado Maestro y Señor, que es el Guía infalible de nuestros destinos… Recordando, también, de que Aquel que estableció la sabiduría de las leyes que rigen el Universo, también habrá de fortalecernos para que obtengamos la victoria sobre nosotros mismos.
Amigos os deseo un feliz miércoles, que la Luz del Espiritismo y su mensaje redentor siga iluminándonos todos los días, para que luchemos por conquistar nuestro progreso.
Merchita.
Extraído del libro “Memoria de un Suicida” de Ivonne Pereira
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