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lunes, 10 de marzo de 2014

Breve historia del Derecho y la Justicia


Breve historia del Derecho y la Justicia .-

Desde que el Ser humano amaneció en este planeta y como consecuencia de la circunstancia normal de vida y desarrollo que le impuso la ley de sociedad, tuvo que aprender a convivir como imperativo de la supervivencia, pues dada la fragilidad humana, el hombre sin la colaboración y el apoyo de otros hombres, no hubiese sobrevivido a los elementos hostiles de la Naturaleza. Esta necesaria convivencia le supuso de inmediato crear unas elementales normas en consonancia con el sentido de la justicia que así comenzó a desarrollarse en su alma.

Pensadores de la antigua Grecia, tal como Platón, Sócrates y Aristóteles, llevados por un íntimo deseo de expresar su sentido de la justicia, concibieron el aspecto de la igualdad entre dos partes para determinados asuntos sociales, así como el derecho a la posesión proporcional que corresponde a cada parte. Esto cuando se reflejó en las leyes humanas supuso un gran paso social por la armonía que trajo a la sociedad.

En las conceptos filosóficos de las grandes religiones tan antíguas como el Budismo, el Cristianismo, etc, el concepto de Justicia se vio superado por el de Caridad y el de Misericordia, porque la justicia humana suele ser ciega y solamente otorga lo que se debe o se merece,intentando un equilibrio de la balanza en el sentido humano de lo que es la justicia, pero sin embargo la Caridad y la Misericordia , otorgan más de lo que se debe o de lo que se merece , dando paso al concepto de la Generosidad.

-  José Luis Martín-
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Entonces dijo Jesús estas palabras: Gracias te doy Padre, Señor del Cielo y de la Tierra, por haber ocultado estas cosas a los doctos y entendidos, y por haberlas revelado a los pequeños ”.
- Evangelio de S.Mateo- 11.25 -
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          LA AUTO-CRUELDAD


La crueldad es, sin duda, la más disimulada de todas las opresiones.
De todas las violencias que padecemos, las que hacemos contra nosotros mismos son las que más nos hacen sufrir. En esa crueldad no se derrama sangre, solamente se construyen barreras y barreras, que pasan a afligirnos por dentro.
Montaigne, célebre filosofo francés del siglo XVI escribió: “La cobardía es madre de la crueldad”. Realmente, es así como se inicia nuestra agresión. En razón de nuestra fragilidad interior y de nuestros sentimientos de inferioridad, aparece el temor, que nos impide expresar nuestras más intimas convicciones, dificultándonos hablar, pensar y actuar con espontaneidad o relajación.
La auto crueldad es, sin duda, la más disimulada de todas las opresiones. Más allá de venir adornada por ficticias virtudes, recibe también los aplausos y las consideraciones de muchas personas, más, aun mismo así, continua delimitando y amargando brutalmente. Esa atmosfera virtuosa que envuelve a los que siempre buscan ser admirados y aceptados se debe al papel que representan incesantemente de satisfacer y de contentar a todos, en cualquier circunstancias. Buscan continuos elogios, coleccionando reverencias y sonrisas forzadas, más pagan por eso un precio muy alto: viven distantes de sí mismos.
La causa básica del “auto tormento” consiste en algo muy simple: vivir la propia vida en los términos establecidos por la aprobación ajena.
La timidez puede ser considerada una auto crueldad. El vergonzoso se vigila y, al mismo tiempo vigila a los otros, viviendo en una auto prisión. En razon de ser aceptado por todos, el no defiende su voluntad, más si la voluntad de las personas. Piensa que hay algo herrado con el, desenvuélvela autoconfianza y, continuamente, se esconde por inhibición.
Pensar y actuar, defendiendo nuestro sentir y nuestros derechos innatos y, definiendo nuestras perspectivas personales, sin substraer los derechos de los otros, es la inmunización contra la auto crueldad.
Para vivir bien con nosotros mismos es preciso establecer padrones de auto respeto aprendiendo a decir “no se”, “no comprendo”, “no concuerdo” y “no me importó”.
Las criaturas que procuran la adulación y exaltación se martirizan para no cometer errores, pues la censura, la depreciación y la desestimación es lo que más las atemoriza. Se olvidan de que los errores son significativas formas de aprendizaje de las cosas. Es muy comprensible el faltar a la lógica cuando tomamos una decisión, o cambiamos de idea en medio del camino; sin embargo, cuando erramos, será preciso que asumamos la responsabilidad por nuestras equivocaciones y aprendamos de la lección que hemos vivido.
Quien busca consenso, crédito y popularidad no juzga sus comportamientos por si mismo, más si procura, ansiosamente, las palmas de los otros, ofreciendo innumerables razones para que sus actitudes sean totalmente consideradas.
Viviendo y siguiendo sus propios pasos, podrá inicialmente encontrar dificultades momentáneas, más, con el tiempo, será recompensada con un enorme bienestar y una integra seguridad del alma.
Estar ausente o salir de si mismos, con el ansia de ser amado por todos aquellos que considera modelos importantes, será una meta alineada e intangible. El único modo de alcanzar la felicidad es vivir, particularmente, la propia vida.
La fijación que tenemos de mirar lo que los otros piensan o creen, sin poseer la real conciencia de lo que queremos, podemos, sentimos, pensamos y deseamos, es lo que promueve la destrucción en nuestra vida interior, o sea, la desintegración de la propia unidad como seres humanos y, por consecuencia, nuestra unidad con la vida que está en todo y en todos.
Kardec consulta a los obreros del Bien. “¿La obligación de respetar los derechos ajenos quita al hombre el de pertenecerse a si mismo? Y ellos respondieron: “De ningún modo porque este es un derecho que le viene de la Naturaleza:”
“Pertenecerse a sí mismo”, conforme aseveran los Espíritus, es ejercer la libertad de no precisar conciliar las opiniones de los hombres y de librarse de las ataduras de la tiranía social, de la esclavitud del convencionalismo religioso, de las vulgaridades del consumismo, de la constricción de ser dependiente, en fin, del miedo a lo que dirán los otros.
La solución para el auto crueldad será nuestra toma de conciencia de que tenemos la libertad por “derecho que viene de la Naturaleza”. Con todo. De casi nada nos servirá la libertad exterior, si no cultivamos una autonomía interior, porque quien está internamente, entre grilletes y ataduras jamás podrá pensar y actuar libremente.

Traducido al español por: M. C. R
Extraído del libro Dolores del Alma de l Espíritu Hammed

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AMOR ETERNO

Una de las causas señaladas para las separaciones conyugales ha sido el tedio. Algunos, en que la relación era cálida, dulce, van asumiendo un carácter de monotonía, cansancio, rutina.
Los días del amor parecen lánguidos, casi apagados, surgiendo en la tela mental como recuerdos ligeros, una vez que otra.
Son los hijos que surgen, exigiendo cuidados y atenciones. Es el trabajo profesional que requiere un redoblado empeño. Son las tareas domésticas, repetitivas y fatigosas.
Con todo esto, cada cónyuge va realizando lo que le compete, como si fuese un autómata o robot.
Nada que escape a la rutina de los días y de las horas. Hasta el ocio del fin de semana, la visita a los padres de uno y otro, siguen programación previa, con hora y día marcados.
No es de admirar que los años traigan para el refugio de la pareja el tedio. Con el, el desinterés por el otro, el relajamiento en las relaciones y la frialdad.
Observando, no en tanto, esas relaciones conyugales duraderas, que completan las bodas de plata, de oro, tenemos que convenir que es posible mantener encendida la llama del amor, en el transcurso de los años.
El amor puede ser comparado a una delicada flor, necesitada de cuidados constantes con el fin de no fenecer.
El romanticismo que caracteriza el periodo del enamoramiento debe ser mantenido.
Es importante no abandonarlo a cuenta de conceptos como “Esto es para los jóvenes o ya pasó mí tiempo”.

Existen actitudes mínimas que dan un especial sabor y un toque de novedad a las relaciones.
Un telefonema, en plena tarde, inesperado, solamente para preguntar: ¿Cómo está mi amada?
Una flor cogida en el jardín, en el frescor de la mañana y colocada en la mesa del café. Un toque diferente.
Levantarse antes que el otro, preparar una bandeja con cariño y servir el café en la cama. ¡Cuántas mujeres sueñan con tal deferencia!
Un fin de semana inédito. Por qué no dejar a los niños con los abuelos o con la niñera y partir a dar una vuelta las dos, descubriendo la luna, contando las estrellas, a ver si el buen Dios no providencio otras tantas, desde la época del enamoramiento…
Sorprender este hecho con una declaración de amor, una observación gentil al cabello, al traje.
Pequeñas cosas. Casi insignificantes. Más que hacen la gran diferencia entre la rutina y lo delicado y perenne tiempo del amor que nunca fenece.
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Aproveche las horas mientras usted siga a su lado con su amor y háblele de lo que siente, de cómo él es importante en su vida.
No permita que el tiempo transcurra sin un gesto de cariño, una palabra de ternura.
Decídase por revivir los días del enamoramiento, siempre nuevos, en un descubrimiento constante del otro.
No deje para mañana, ni programe para el día del aniversario. Hágalo hoy, ahora, mientras hay tiempo pues nadie sabe la hora de su partida, cuando serán solamente muchas palabras no dichas, muchos abrazos no dados y un pesar por todo lo que no se demostró para el otro en afectividad, amor y dedicación.

Redacción de Momento Espirita




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