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miércoles, 14 de mayo de 2014

Prejuicios contra el Espiritismo

J.Herculano Pires
PREJUICIOS CONTRA EL ESPIRITISMO

Aún existe, en mayor escala de lo que se piensa, el miedo al Espiritismo. Hace poco fuimos buscados por una persona que, sintiendo evidentes perturbaciones de origen mediúmnico, y habiendo recorrido los consultorios de psiquiatría, se vio obligada a recurrir a los “recursos espirituales”, según decía. Cuando supo que no estaba tratando con un “espiritualista”, sino con un espírita, se asustó de tal manera, que se vio forzada a confesar su miedo. “Si yo hubiera sabido que el señor era espírita — declaró — no lo habría buscado”.
La verdad es que, a pesar de eso, acabó convenciéndose de que el Espiritismo podría ayudarla, y más tarde se hizo espírita. Pero no fue muy fácil arrancarle de la mente el pavor enfermizo que le habían infundido. Sacerdotes, personas de la familia, amigos y médicos, todos habían contribuido para que el miedo se enraizase. Terrible miedo, que la desviaba de la única solución posible para su problema.
Y lo que es más curioso, la mayor contribución para ese estado de temor fue dado por ciertas publicaciones espiritualistas, que a pesar de admitir la reencarnación y la ley de causa y efecto, condenan la mediúmnidad, pintándola con las más negras pinceladas.
El prejuicio anti-espírita se asemeja mucho a la prevención contra el Cristianismo, en el mundo antiguo. Las personas que temen el Espiritismo no conocen la doctrina, dan al término aplicaciones indebidas, se pierden en un bosque de leyendas y suposiciones acerca de las sesiones espíritas. En general nos acusan de endemoniados, nigromantes, hechiceros y cosas del mismo tenor, como hacían griegos y romanos con los cristianos primitivos. Y esas distorsiones del Espiritismo no son sólo orales, corriendo entre personas simples. Figuran también en publicaciones eruditas, revistas, periódicos, libros de ensayos y estudios, con sellos de cultos.
Pitágoras ya decía que la Tierra es la morada de la opinión. Y como la opinión es la cosa más frívola que existe, la más incierta y la más irresponsable, no es de admirar que tanta gente opine sobre lo que no conoce. Aún entre los letrados, la opinión es un hábito enraizado. Pero es evidente que, cuando se trata de una doctrina espiritual, esposada por tantos hombres de proyección en el mundo de las ciencias y del pensamiento, en todo el mundo, las personas de cultura, o aún de mediana cultura, deberían tener más cautela al manifestarse al respecto. Porque si es libre el derecho de opinar, no es menos libre el derecho de juzgar el sentido de responsabilidad de quien opina.
El mayor motivo a temer del Espiritismo es el propio temor. O sea: es la cobardía humana, esa terrible cobardía que hace que los hombres estremezcan de horror ante del peligro de cambiar de posición ante la vida y el mundo. El Espiritismo, sin embargo, no exige otro cambio, sino el de la concepción estrecha de una vida utilitarista y falsa, hacia la amplia concepción de una vida espiritual, profunda y verdadera.
En cuanto al problema de las relaciones con el mundo invisible, el Espiritismo no establece esas conexiones, que existen en la vida de todas las criaturas, sólo las explica y orienta, dándoles el verdadero sentido en el proceso de la existencia: Temerle al Espiritismo es temerle a la verdad, que sus principios nos revelan, a pesar de todos los que luchan para tergiversarlos.

J. Herculano Pires

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swaldo   
El periespíritu

 El periespíritu no es el reflejo del cuerpo físico, sino que, al contrario se construye sobre la base de aquél,como si se adaptara a un molde que conserva la forma humana y cuyos rasgos peculiares se identifican con la apariencia mostrada por cada persona, en su última encarnación.
En la dimensión espiritual, a la que ingresa todo ser humano después de su desencarnación, el espíritu  se descubre dotado de un cuerpo similar al que tuvo en su reciente experiencia terrena: es su cuerpo  periespiritual que al guardar su apariencia, le identifica y lo hace un ser concreto, definido y reconocible
 Jon Aizpúrua
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UNA FILOSOFÍA PARA ESPÍRITUS LIBRES

Amar a los maestros de la razón y de la sabiduría humana, no implica desdén para los maestros de la razón sobrehumana, los representantes de una sabiduría más elevada y más profunda. He considerado un deber que se beneficiasen mis hermanos terrestres de estas enseñanzas. Una obra vale por sí misma. Piénsese lo que se piense y dígase lo que se diga de la revelación de los espíritus, yo no puedo admitir, cuan­do se enseñan en todas las Universi­dades inmensos sistemas metafísicos creados por el pensamiento de los hombres, que se puedan considerar desdeñables y rechazar los principios divulgados por las nobles inteligencias del espacio. (...) El espíritu del hombre, oprimi­do por la carne, privado de la pleni­tud de sus recursos y de sus percep­ciones, no puede llegar por sí mismo al conocimiento del Universo invisi­ble y de sus leyes. El círculo en que se agita nuestra vida y nuestro pensa­miento es limitado, y nuestro punto de vista, pequeño. La insuficiencia de los datos adquiridos hace imposible, o cuando menos improbable, cual­quier generalización. Para penetrar en el dominio desconocido e infinito de las Leyes, necesitamos guías. Por la colaboración de los pensadores emi­nentes de los dos mundos. de las dos humanidades, se entreveran, si no se alcanzan, las más altas verdades y los más nobles principios establecidos. Mucho mejor y con más seguridad que nuestros maestros terrestres, los del espacio saben ponernos en presencia del problema de la vida, del misterio del alma, y nos ayudan a hacernos cargo de nuestra grandeza y de nues­tro porvenir.
A veces se nos hace una pregunta, se nos presenta una nueva objeción. En presencia de la infinita variedad de comunicaciones y de la libertad que tiene cada cual para apreciarlas, exami­narlas a su gusto, ¿en qué se convierte la unidad de doctrina, esa unidad po­tente que ha constituido la fuerza, la grandeza y ha asegurado la duración de las religiones sacerdotales?

El Espiritismo, lo hemos dicho ya, no dogmatiza. No es ni una secta ni una ortodoxia. Es una filosofía viviente, abierta a todos los espíritus libres y que progresa evolucionando. No im­pone nada, propone, y lo que propo­ne lo apoya sobre los hechos experi­mentados y pruebas morales. No ex­cluye ninguna otra creencia, pero se eleva por encima de ellas y las abarca a todas en una formula mas amplia, en una expresión más extensa de la verdad.

Las inteligencias superiores nos abren el camino y nos revelan los prin­cipios eternos que cada uno de nosotros adopta y asimila en la medida de su comprensión, según el grado de desarrollo alcanzado por sus faculta­des en la sucesión de sus vidas. En general, la unidad de doctrina no se obtiene sino al precio de la su­misión ciega y pasiva a un conjunto de principios, de fórmulas sujetas a un rígido molde. Esa inmovilidad, esa fijeza rígida de los dogmas quita a la religión que los impone todas las ventajas del movi­miento social y de la evolución del pensamiento. Al considerarse como la única creencia buena y verdadera, lle­ga a proscribir todo lo que está fuera de ella, encerrándose así en una tum­ba donde quisiera arrastrar con ella la vida intelectual y el genio de las razas humanas.

El mayor cuidado del Espiritismo es el de evitar estas funestas consecuen­cias de la ortodoxia. Su revelación es una exposición libre y sincera de doc­trinas que no tienen nada de inmuta­bles, pero constituyen una nueva eta­pa hacia la verdad eterna e infinita. A todos nos asiste el derecho de anali­zar sus principios, los cuales no tie­nen otra sanción que la razón y la conciencia. Mas al adoptarlos debe­mos conformar a ellos nuestra vida y cumplir los deberes que les son inhe­rentes. Quienes los eludan no pueden ser considerados como verdaderos adeptos.

Allan Kardec nos puso siempre en guardia contra el dogmatismo y espíritu sectario. En sus obras recomienda sin cesar que no dejemos cristalizar el Espiritismo y que eviterno, nefastos métodos que han arruinado el espíritu religioso en nuestro país. En nuestros tiempos de discordias y discusiones políticas y religiosas, en que la ciencia y la ortodoxia están en lucha, quisiéramos demostrar a los hombres de buena voluntad de todas las opiniones, de todos los campos, de todas las creencias, lo mismo que a los pensadores verdaderamente libres y dotados de gran comprensión, que hay un terreno neutro, el del Espiritualismo experimental todos nos podemos encontrar y darnos las manos. ¡Basta de dogmas! ¡Basta de misterios! Abramos nuestro entendimiento a todos los impulsos del espíritu; busquemos en todas las fuentes del pasado y del presente. Digamos que en todas las doctrinas hay partículas de la Verdad; mas no hay ninguna que la contenga enteramente, pues la Verdad en su plenitud es mucho más extensa que e espíritu humano. Solamente se realizarán la armonía del pensamiento y la conquista de la mayor suma de verdad que puede el hombre asimilarse en este momento histórico, por el acuerdo de las buenas voluntades, de los corazones sinceros, de los espíritus libres y desinteresados.

Textos de León Denis

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   RUEGO ESPÍRITA   

"  Haz una instrucción del Plano Siuperior, de cada enseñanza    que recibas; 
Haz de cada taréa , por mínima que sea , una realización en que dejes las mejores señales de tu presencia.   
Haz de cada conversión un entendimiento constructivo.
Haz de cada conversación, un mensajero de tu cooperación en el levantamiento de la felicidad en general.
Haz de cada relación nueva una sementera de bendiciones.
Haz de cada necesitado, un hermano que espera tu auxilio, en nombre de la Divina Paternidad.  
Haz de cada desilusión un test de comprensión.
Haz de cada experiencia una ocasión de aprender; de cada hora una oportunidad de servir....
¡ Compañero de la Tierra, eres el viajero en tránsito, en el hospedaje del mundo!...
Guarda el corazón y la conciencia en la práctica del bien, de tal modo que pueda recibir, con el despertar de cada mañana, un nuevo renacer en la vida física, y en el descanso de cada noche, un ensayo de regreso tranquilo a tu hogar verdadero, en la Vida Espiritual.
Espíritu: Albino Teixeira
Médium: Francisco Cándido Xavier
Extraido del libro: Camino Espírita.


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                        ***************** Dorta

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