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sábado, 25 de abril de 2015

Los sueños espirituales





LAS CREENCIAS ANTIGUAS



La naturaleza íntima del alma nos es desconocida.
Cuando se dice que es inmaterial, es preciso entender esta palabra en un sentido relativo y no absoluto; pues la inmaterialidad perfecta sería la nada; ahora bien, el alma o el espíritu es algo que piensa, que siente, que quiere; es preciso, pues, entender por la expresión “inmaterial” que su esencia es de tal modo diferente de lo que conocemos físicamente, que no tiene analogía alguna con la materia.
El alma no puede concebirse sin ir acompañada de una materia cualquiera que la individualice; pues muerta le sería imposible entrar en relación con el mundo exterior.
Sobre la Tierra, el cuerpo humano es ese medio que nos pone en contacto con la naturaleza; pero después de la muerte, siendo destruido el organismo, es preciso que tenga otra envoltura, para estar en relación con el nuevo medio que debe habitar.
Esta inducción lógica ha sido fuertemente sentida en todos los tiempos, tanto más cuando las apariciones de personas muertas, que sin embargo, se dejaban ver bajo su forma terrestre, venían a robustecer esta creencia.
Lo más frecuente es que, el cuerpo espiritual reproduzca la forma que el espíritu tenía en su última encarnación; y a esta semejanza del alma, probablemente, son debidas las primeras nociones de la inmortalidad.

Tomado del libro “El alma es inmortal” de Gabriel Delanne


Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta
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LA VIDA ES BELLA

La vida es bella, y todos los que estamos aquí debemos vivirla lo mejor posible. No es fácil vivir la vida con alegría, para muchos hermanos, que se sienten tristes,  que son  visitados por la depresión,  y cultivan la soledad. Es por eso que muchas veces  cierran la puerta de sí mismos, y no desean comunicarse con nadie, creando cada vez un espacio más pequeño para comunicarse con el exterior.
La soledad es debida la mayoría de las veces, a la dificultad que muchas personas tienen en relacionarse,  y en  la dificultad en poder expresar los sentimientos.   Hay dos tipos de soledad: la personal (ausencia de una relación íntima con alguien) y la social (carencia de amistades)
Somos seres sociales que necesitamos de los demás para hacernos a nosotros mismos. Y no sólo para cubrir nuestras necesidades de afecto y desarrollo personal, sino también para afianzar y revalidar nuestra autoestima, ya que ésta se genera cada día en la interrelación con las personas que nos rodean.
El sentimiento de soledad está relacionado con el aislamiento, la noción de no formar parte de algo, la idea de no estar incluido en ningún proyecto y entender que a nadie le importamos lo suficiente como para pertenecer a su mundo.
El sentimiento de no pertenencia nos lleva a la depresión, cuando además nos sentimos culpables de nuestra propia soledad.
Muchos buscan el amor para huir de la soledad, pero nunca un amor podrá satisfacer la necesidad infantil de sentirse acompañado, y esa relación estará destinada al fracaso.
Cuando se ama a alguien de verdad, se desea su libertad para ser quien es, y se llegan a amar sus virtudes y sus defectos, porque no siempre esos defectos son reales, ya que los que pueden ser defectos para uno pueden ser virtudes para otros.
La soledad nos enseña a vivir, a ser independientes, a valorarnos, a confiar más en nosotros mismos. Es la experiencia más aleccionadora que existe para madurar como persona.
Recién cuando somos capaces de estar solos, aprendemos a conocernos, a apreciar todo nuestro potencial, a querernos y a ser más buenos con nosotros mismos.
No se puede amar a otro si uno se desprecia. El odio a uno mismo es el fundamento de la agresividad hacia el otro, porque siempre estamos proyectando nuestra propia interioridad con nuestras acciones.
 Cuando se siente la sensación de estar solos o aislados es cuando hay que volver la atención hacia adentro y buscarse a si mismo; porque el afuera nunca podrá devolver el sentimiento de pertenencia que se ha perdido.
Hay muchas personas que no pueden estar solas y anhelan desesperadamente estar en compañía. Son personas que esperan todo de los demás y no se atreven a tomar el control de sus propias vidas.
Escuchar música, bailar, ver programas de televisión positivos, seguir alguna serie que sea de interés, interesarse por los amigos o los familiares, salir a caminar todos los días, leer el diario, ir a tomar un café, sentarse en el banco de una plaza para apreciar la naturaleza o leer un libro; o sea aprender a resolver solos el deseo inconsciente de aislamiento y de pérdida de significados.
El aislamiento es un bloqueo emocional que representa el miedo a la intimidad y se puede revertir aprendiendo a conectarnos positivamente.
   Hay un antídoto contra la soledad, a la mano de todos, natural como la vida misma, para evitar la más peor de las pobrezas, la soledad; es gratuito, funciona siempre, no crea adicción y mejora enormemente la calidad de la vida. Sólo es cuestión de cambiar los ingredientes que nos proponen. En lugar de individualismo poner solidaridad; sustituir la autonomía por la donación desinteresada, y orientar la libertad al servicio de bien del otro. Si la soledad es el sentimiento que surge cuando se constata que no soy nada, ni nadie para un alguien, el antídoto eficaz será la experiencia de importar a otro, y de importarle mucho. En una palabra, la soledad muere cuando nace el amor. Nada llena más el corazón del ser humano que descubrir que por mí, otro piensa, vive, actúa y elige. Mi existencia tiene sentido; la indiferencia queda en el olvido. Sentirse amado, sencillamente por ser yo; no por lo que hago, ni por mi dinero, ni por ningún otro interés. Se es amado por ser, nada más y nada menos… que uno mismo.
Como vemos el amor es el mejor medicamento que el hombre cuenta para curar todas sus heridas.
Enviado por Merchita
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                           COMUNICADO MEDIÚMNICO

En todo lo que nos rodea existe una parte de Dios, en cada rincón y en cada lugar sin explorar por el hombre existe Dios.
Él lo es todo en el universo, Él lo es todo en nuestros corazones.
Él nos da las herramientas para vivir, para esforzarnos en el día a día y para progresar espiritualmente en nuestras vidas. Él nos pone todo a nuestros pies para vivir.
Entonces nos preguntaremos si Él nos da todo ¿Por qué nos da las miserias, las penurias, la muerte sin sentido, etc.?
Pensad que Él nos da todo, hasta la libertad absoluta para poder elegir, una vez que estamos en este lado, para decidir por nosotros mismos qué y cómo queremos vivir.
Así es, Él no nos ata, Él no decide, Él nos ayuda, nos da lo que le pedimos desde el corazón y nos guía.
Eso es el libre albedrío, la decisión de cada cual, desde su propia libertad.
Él no nos da miserias ni guerras ni injusticias, esas se las ha buscado el ser humano, gracias a la libertad mal entendida y mal utilizada.
Por eso en este mundo existe la injusticia marcada e impuesta por el propio hombre al dejarse llevar por seres inferiores, no desarrollados y faltos de escrúpulos.
También por la pasividad que otros ejercen al tener las manos atadas, quizás por sus propios intereses.
Pero la sociedad, poco a poco, va cambiando y cambiará. Todo son experiencias y hay cosas que deben de suceder para que otras puedan llegar y así entender muchas acciones que hoy en día se dan.
Las personas debemos superarnos día a día, ilusionarnos con todo lo que tenemos alrededor, aprender, enseñar y pensar que nada es en vano, que todo tiene un porqué.
En la desesperación no está el camino, ni en la perdición ni en la negación.
El camino está en la humildad, la caridad, la aceptación, la ilusión y la fe.
Acordaos de la fe, la fe mueve montañas, no caigáis en la duda y afirmaros en vuestros ideales espirituales que así son.
Hay muchos falsos profetas que se aprovechan de la desesperación de las personas y abusan de ellas pero ¡Ay de ellos que han utilizado un bien de todos para su propio aprovechamiento!
No hay que negar tu propia espiritualidad, ni encerrarla, hay que vivirla de la forma más natural posible, esa es la forma de llegar cada vez a más gente.
Hay que buscar el equilibrio entre tu vida espiritual y tu vida material para así hallar la felicidad.
La vida espiritual te hará entender, aceptar y llevar tu vida aquí de una forma mucho más alegre y positiva.
Sabrás analizar y asumir todo de forma más rápida y serena.
Darás prioridad a lo que realmente importa.
Ayudarás más a los demás y a ti mismo.
Y así te amarás más y podrás dar amor a los demás, de forma más sincera.
El camino al Señor es un camino de amor y humildad, el sufrimiento algunas veces lo pone uno mismo.
Cada uno escribe el libro de su propia vida.
El amor es lo más importante, elige bien con quién quieres pasar el resto de tu vida.
Dios es amor y libertad.
En nombre de ningún dios se puede quitar la vida a un hermano.
Gracias.

 Dado el  22/03/2015 (Mensaje recibido por )
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 LOS SUEÑOS ESPIRITUALES


Hasta nuestros días, los estudiosos de la psique todavía no han descubierto por qué necesitamos dormir. Esta cuestión sigue siendo una incógnita, pero lo cierto es que generalmente dormimos de 6 a 8 horas diarias por término medio, es decir, nos pasamos una tercera parte de nuestra vida durmiendo, aproximadamente, dedicamos 20 años de nuestra vida al mundo onírico. 

Existen tres tipos de sueños: fisiológicos, psicológicos y espirituales. Describiremos brevemente los dos primeros, siendo los sueños espirituales objeto de mayor atención. 

Los sueños fisiológicos son el resultado de las sensaciones fisiológicas u orgánicas cuando la persona duerme, tales como el frío, el hambre, la sed, el calor… mediante la creación de imágenes durante el sueño, relacionadas con dichas sensaciones. 

Los sueños psicológicos son aquellos que reflejan los miedos, deseos, problemas, angustias... del individuo y que forman parte del subconsciente. 

Los sueños espirituales son los que se producen por contacto con seres espirituales encarnados o desencarnados, guías espirituales, ángeles o seres de luz… Estos sueños pueden ser premonitorios o proféticos y sueños de reencarnación. 

En el libro En los dominios de la mediumnidad, de Francisco Candido Xavier, en el capítulo 24, se hace referencia a los seres espirituales: «Del mismo modo, hay protectores que nos ayudan y protegen, quienes igualmente participan de nuestras experiencias de cada día. Es imprescindible entender que, siempre y en todo lugar, vivimos en Espíritu. El intercambio de alma a alma, entre padres e hijos, esposos y hermanos, amistades y compañeros, simpatías y desafectos, en el ámbito familiar o en las instituciones de servicio en las que nos agrupamos es, en razón de ello, obligatorio y constante. Sin percibirlo, aprovechamos ideas y fuerzas los unos de los otros». 

Los sueños premonitorios se producen en un menor número que los sueños psicológicos y nos informan con gran precisión de sucesos que se producirán al poco tiempo de haberlos soñado; suelen ser de gran exactitud los detalles acontecidos oníricamente. Son conocidos los sueños premonitorios de los asesinatos de Martin Luther King y del presidente americano Abraham Lincoln, habiendo suficiente bibliografía al respecto. 

Dentro de los sueños espirituales, encontramos los sueños intuitivos, que nos sirven para situaciones en las cuales estamos despiertos y sabemos perfectamente cómo actuar en un determinado momento. Sería una especie de sexto sentido que a veces procede de una información obtenida en sueños. Esta breve explicación se encuentra íntimamente relacionada con la pregunta 415 de El libro de los Espíritus «¿Cual puede ser la utilidad de visitas nocturnas puesto que no las recordamos? 

Generalmente al despertar se presenta la intuición de ellas y con frecuencia son el origen de ciertas ideas que tenemos espontáneamente sin que podamos dar explicación y que no son otras que las que se han adquirido durante aquellas conversaciones». 

Existen sueños de avisos, que nos informan de sucesos que nos interesa saber para protegernos o prevenirnos ante circunstancias adversas que se van a producir en nuestra vida. 

En el libro En los Dominios de la mediumnidad se nos aclara: «Cuando el cuerpo físico descansa, no siempre las almas reposan. En la mayoría de las ocasiones siguen el impulso que es propio de ellas. Quien se dedica al bien, de un modo general, sigue trabajando en la sementera y en el campo del amor, y quien se enmaraña con el mal acostumbra a prolongar en el sueño físico las pesadillas que lo torturan...» 

Otros sueños son reveladores y nos tranquilizan cuando no sabemos cómo actuar en un determinado momento frente a algún acontecimiento preocupante. A veces, estos sueños se producen de forma voluntaria y otras involuntariamente. Nuestros guías espirituales se ponen en contacto con nosotros para indicarnos el camino a seguir y ayudarnos en cuanto les sea posible, respetando siempre nuestro libre albedrío. 

En el Libro de los Espíritus en la respuesta 404 dice lo siguiente: «¿No tenéis numerosos ejemplos de personas que se aparecen en sueños y advierten a sus parientes o amigos lo que les pasa? ¿Qué son esas apariciones sino el alma o espíritu de esas personas que comunica con el vuestro?» 

Los sueños de reencarnación se producen en pocas ocasiones y se manifiestan como hechos aislados que proceden generalmente de la espiritualidad superior y que incluso se podrían ver como un regalo del cielo, puesto que es una oportunidad que nos ayudaría a entender situaciones o pruebas actuales, o bien, para intentar solucionar los problemas que nos afectan… Generalmente la persona sueña una y otra vez el mismo sueño en el que se ve siendo otra persona diferente, pero sintiendo que es ella misma. También puede ser un sueño que se vive muy intensamente y con la certeza de ser real, incluso puede ser un sueño lúcido. A través de regresiones hipnóticas se puede obtener información de vidas anteriores con objeto de entender situaciones actuales que nos producen quebraderos de cabeza o bien problemas de salud. Del mismo modo, mediante una meditación profunda con la asistencia de nuestro guía espiritual encontramos acceso a las vidas pasadas. 

Todo el mundo tiene sueños espirituales en mayor o menor número, lo que ocurre es que a veces no se recuerdan y se quedan como un dejà vu. Durante el sueño, el Espíritu recobra algo de su libertad y se comunica con los seres a quienes ama, ya sea en este mundo o en otros. Debido a que el cuerpo es una materia pesada y densa, recordamos con dificultad las impresiones recibidas por el Espíritu, ya que no fueron percibidas a través de los órganos corporales, tal como nos esclarece el capítulo VIII de El libro de los Espíritus, dedicado a la emancipación del alma. 

Amparo García (Es funcionaria y frecuenta la Asociación Espírita de Valencia Hogar Fraterno)
Tomado de la Revista Espírita
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