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martes, 10 de mayo de 2016

PROCESO EVOLUTIVO DEL ESPÍRITU.


A la memoria de un alma                     buena

Alma buena,
noble y pura
que te alejas de mi lado:
este valle de amargura,
¡Feliz, tu!, que ya has dejado



¡Supe tu muerte! Quise ver tu envoltura por ultima vez. ¡Corrí a tu casa…! Pregunte por tu cadáver. No me dejaron verte. Salí y pensé en ir al templo donde mas tarde te tributarían los últimos honores terrenales. Me arrepentí desistiendo de mi intento. ¿A que presenciar las farsas sociales, lo que llámanos en nuestra bandera el lema sacrosanto: Todo por la verdad?.

Mas reflexione y dije: El ira al templo a ver su entierro. Saludos a sus amigos. ¡Yo debo estar allí! Pocas veces nos hablamos en la tierra, pero crees de esos seres simpático por excelencia, por que llevas en tu mirada una reflejo del infinito. Felizmente al mirarte, comprendí que eras un alma grande, elevada en toda la aceptación de la palabra. ¡Por eso te admire, te envidié, por que veía que eres un espíritu superior; y hay tan pocos en la tierra!. Me detuve en mi camino y quede pensativa. Al fin me dirigí a la iglesia y entre en la casa del Señor.

¡Triste y sombrío aspecto ofrecía el santuario!. ¡El pavimento estaba cubierto de paños negros!. ¡De las cornisas pendían negros tapices!. ¡Los altares parecían sepulcros! ¡El templo se asemejaba aun panteón…! Somos enemigos de todo formalismo. Aquel luto pagado nos hacia daño, y sobre todo, para ti, ¡alma sublime! progresiva por esencia, que tu voluntad –facultad la convertiste en potencia del bien. Todos los templos del universo cubiertos por un manto de negro terciopelo, no nos parecían bastante tristes, para que aquel luto lo creyéramos digno de ti. Si un plante debía cubrir con negros crespones sus montes y sus valles, sus bosques y sus lagos, sus aldeas y sus capitales, cuando se ausenta un alma, cuando un espíritu bueno, (como el tuyo) lo abandona, la tierra enlutada, la tierra envuelta en un negro sudario, nos parecía aun, pequeño homenaje para un ser de tu temple y de tu valía.

Sentado este principio, figúrate tu, lo que nos parecía aquella iglesia raquítica y mezquina, que vende sus crespones, sus cirios, y sus plegarias. Los ministros del Señor fueron por tu cadáver, entonando sus cantos y ininteligibles. ¡Volvieron con tus restos!. Contemplamos tu caja y nada sentimos, por que estábamos bien seguros que tu vivías; y aun más; teníamos la completa certidumbre que estas a nuestro lado, sonriendo, con triste ironía, al ver como tu familia honraba tu memoria. Es decir, el mundo creerá que honraron tu recuerdo y lo que honraron fue su vanidad, el qué dirán, porque todos los tuyos bien sabían que tú no aceptabas las farsas sociales, porque adorabas a Dios en espíritu y en verdad.

¡Tú, librepensador…! ¡Tú, deísta sin templos!, han cubierto tu cadáver con el antifaz de una religión que tu rechazabas por su formalismo y su agiotaje. ¿Por qué han enmascarado así tu memoria? ¡Miserable sociedad!, cómo os engañáis unos a otros. ¡Qué miedo os tenéis! Sois esclavos de vuestra ignorancia. No tenéis la más leve idea de la vida futura. Si un alma no contara con más recursos para que las exequias que la iglesia le consagra, todos los mundos convertidos en infierno, no serian bastantes para albergar a las almas condenadas. ¡Profanación. inaudita! ¡Ignorancia execrable!.¡Repugnante estupidez!. Idiotismo completo, es creer que aquellos rezos comprados pueda conquistar el cielo.

¡Alma buena!, no sentimos la disgregación de tu materia, lo que sentimos es que tus restos sirvieran para ejecutar con ellos un acto que tu razón repudiaba. ¿No sabían los tuyos que tú eras espiritista?.¿No sabían que los pobres eran tus hermanos?. ¿No sabían que tú eras un agente de la Providencia, y que el huérfano y la viuda, el anciano y el inválido, encontraban en ti consuelo, amparo y amor?. ¿No sabían que tú practicabas la verdadera caridad, y que nunca el goce de la opulencia te distrajo bastante para dejar de oír los gemidos de los enfermos, consagrando a ellos especialmente una diligencia verdaderamente paternal?. ¿Por qué en lugar de conducir tu cuerpo al templo donde te cantaron las plegarias que se cantan a los ricos, no llamaron a los innumerables pobres que de ti recibían el sustento y que te bendecían sin conocerte…?

Por qué no los llamaron y les dijeron: “¡Venid, desheredados de la tierra! ¡vuestro padre adoptivo, ha muerto! ¡rogad por él…!” ¡Cuántos hubieran acudido! ¡Cuántos! ¡Qué hubiera valido la misa de Réquiem de Mozart y el Stabat-Mater de Pergolesi, en comparación de la ferviente plegaria que hubiesen pronunciado las almas agradecidas de tantos y tantos seres que te debieron el pan del amor. Cada palabra de una oración dictada por el sentimiento de la gratitud, gana mil mundos de luz para el alma que se va. ¡Los pobres debieron conducir tu caja! ¡Ellos debieron cavar tu fosa!, y con sus lagrimas fecundar la tierra que cubrieron tus restos, para que brotaran en tu tumba azucenas, lirios y violetas.

¡Alma buena! ¡Tú fuiste en la tierra el padre de los pobres! .¿Por qué no llamaron a tus hijos? ¡Raza desheredada de la tierra!, vístete de luto; has perdido el alma previsora que por ti velaba. ¡Llora, llora!; ¡te has quedado huérfana! ¡tu bienhechor; se fue! Estas quejas lanzábamos en nuestro duelo, cuando un hermano nuestro se concretó, y sirvió de interprete a un buen espíritu que nos dijo así:

-Amalia; no te inmutes, no te aturdas, no te acobardes, vuelve en ti. El alma buena por quien lloras, hacía mucho tiempo, mucho, que debía estar en otros lugares, y solo su abnegación le hacia detenerse en la tierra. ¡Bendice a Dios porque le ha devuelto su libertad! Les dices a los pobres que lloren la ausencia de su padre. Explícales como deben llorar. Que no lloren egoístamente porque han perdido quien les daba el pan. Que lloren glorificando a Dios, porque ha permitido que un espíritu superior vuelva a su patria. Que lloren melancólicamente porque no lo ven; pero que no lloren con desesperación, que se paren a pensar, que mediten y reflexionen que si aquél espíritu sujeto por la grosera envoltura material supo hacer tanto bien, ¿qué no hará ahora libre de tan penosa carga? ¿Si tanto progresó en la tierra, cuánto más progresará en el infinito?

Tu espíritu débil y enfermo les dice; llorando por un alma que se fue. Las almas de aquel temple no se van, y si se alejan, inspiran a otros espíritus para que sigan la obra comenzada. Cese tu turbación, Amalia; bendice a Dios porque un bien espíritu dejo de sufrir. Bendícelo, si; aquél espíritu que vino a este mundo solo para amar, Dios lo ha recompensado hasta tal punto, que al dejar su envoltura no ha tenido turbación alguna, absolutamente ninguna. Ha asistido a su entierro, estuvo en sus funerales, y se acercó a ti cuando entraste en el templo diciendo:

-¡También vienes tú a ver lo que la sociedad hace contigo!, ¡pobre gente, perdónales! no saben más.” Tú no le oíste, solo tu pensamiento algo presintió. ¡Pobres criaturas!, son tan limitadas vuestras facultades, que por eso sufrís tanto, porque no comprendéis nada de lo que pasa en torno vuestro, y gracias que vosotros, los espiritistas, tenéis el consuelo de obtener algunas veces saludables consejos de vuestros hermanos de ultratumba. Adiós; te repito mi encargo; diles a los pobres que lloren con el llanto de la gratitud, no con el de la desesperación egoísta.

La muerte del varón justo no debe ser llorada, sitio glorificada y bendecida. Saludar tiernamente al alma que se va. Resignaos con su ausencia sabiendo que es feliz. No miréis los pequeños horizontes de la tierra. Mirad más lejos, más allá, mucho más allá; acostumbraos a contemplar los espacios y los mundos del infinito, y así tendréis la certidumbre de ver un día, al espíritu cuya ausencia os hace derramar mares de llanto. Adiós, adiós; tened resignación y fe.

II

Esta comunicación nos tranquilizó algún tanto, llevando a nuestra mente su melancólico convencimiento. Sí, sí, es verdad; dice muy bien el espíritu; no debemos ser egoístas; y lo somos, cuando lloramos porque un alma recobra su libertad. Perdona, señor, nuestra flaqueza, perdona nuestra debilidad. Y tú, alma buena, que tanto bien has hecho en este mundo, no nos dejes, quédate entre nosotros por algún tiempo. Difunde tu benéfico fluido sobre los ricos avarientos, para que como tú, practiquen la caridad evangélica. Sigue tu misión, alma buena; no abandones la tierra, mira que el egoísmo ha, metalizado el corazón del Hombre.

Tú fuiste para las clases indigentes un rayo de sol. ¡Rayo divino de caridad, brilla siempre en el cénit del amor, nunca llegues al ocaso de la indiferencia! ¡Irradia siempre; presta tu calor a las almas enfermas que se mueren de frío! ¡Adiós, alma buena! ¿Cuándo te volveremos a ver? ¿Cuándo podremos llegar hasta ti? Desciende tú más bien hasta nosotros; solo descendiendo tú, nos será dado acercamos a ti.

¡Bendita sea la hora de tu libertad! El llanto afluye a nuestros ojos, pero nuestros labios murmuran: ¡Bendita, bendita una y mil veces la misericordia de Dios que le permite a un alma buena regresar a su patria! Ya era tiempo que volvieras a tu patria primitiva; ¡bastante años cautiva estuviste, alma aquí! ¡Hora es ya, tiende tu vuelo; ¡ay! quien tuviera tus alas… para contemplar las galas que en mis sueños entreví! Perdóname si un momento pude llorar por tu ausencia, perdona, si mi demencia y mi triste turbación.

Llorar por ti, alma cristiana, es cometer un delito; perdóname, necesito tu generoso perdón. ¡Querer que aquí en este suelo tu espíritu se asfixiara…! ¡Querer que Dios te dejara donde se duda de él! ¡Imposible! ¡Aquí en la tierra tu espíritu sucumbía ante la sociedad fría desapiadada y cruel! ¡Cómo vivir tú en un mundo donde el yo es el soberano; donde no hay padre, ni hermano, sino inicua vanidad!

¡Donde se pospone todo al lucro y al egoísmo, donde el individualismo divide a la sociedad! ¡Tú vivir aquí!¡Imposible! Me parece que un momento aspirarás el aliento de esta lóbrega región. Mas la expresión de tus ojos demostraba claramente que te hallabas impaciente por salir de tu prisión. ¡Bendita sea la hora que se cumplió tu condena! ¡Tiende tu vuelo, alma buena, bastante sufriste aquí…! Ve a gozar la recompensa de tu vida laboriosa; ¡adiós, alma generosa! Los pobres lloran por ti.
1872

Extraído del libro ” Ramos de violetas”
Amalia Domingo Soler


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¿ Qué sentido tiene  y  por qué existe  la Reencarnación ?.-

          La  Reencarnación es necesaria para adquirir las experiencias en la materia que  permitan al Espíritu  su evolución hacia una perfección espiritual cada vez más elevada .
         Esta ley nos da tantas oportunidades como precisemos, para enmendar los errores del pasado y así poder avanzar progresivamente, enriqueciéndonos y perfeccionándonos en virtud y sabiduría a lo largo de  muchas  vidas como Seres humanos.
La Reencarnación es el modo dinámico como se desarrolla la evolución que impulsa el progreso del Ser espiritual en cada vida, y gracias a ella  se hace esto posible, o sea que el auténtico sentido de la Reencarnación es llevar a cabo la evolución de cada espíritu a través de múltiples vidas en la materia.
 En  su infinito Amor,  Dios no nos permite vivir tan solo una única existencia  en una vida, para capacitarnos en Amor y sabiduría, por larga y buena que esta pudiese ser esa vida.  Si así lo hiciese dándonos una sola existencia en este mundo sin posteriores oportunidades de progreso, sería comparable  con la idea monstruosa y absurda de  padre que  condenase  para  siempre a su hijo, a que siempre fuese pequeño y a que nunca  pudiese crecer ni  pudiese llegar a ser algún día un ser adulto.
         Básicamente la causa  de la Reencarnación es la misma para todos: la Evolución, que es el crecimiento del alma en cuanto a virtudes y sabiduría,  al tiempo que se superan o se eliminan los defectos morales residuos de etapas evolutivas anteriores. Pero a nivel individual se puede matizar más: unas  veces es para conquistar un aprendizaje  y desarrollo evolutivo y otras para afrontar  deudas contraídas en el pasado, lo que equilibrará la balanza de la Justicia Divina y de paso podrá seguir aprendiendo y perfeccionándose, o sea, evolucionando.
       Solo durante las existencias en mundos físicos se puede aprender  en profundidad lo necesario que ofrecen  las experiencias de la vida material, muy diferente a la espiritual, con el fin de que el Ser espiritual progrese en su propia  evolución , afrontando circunstancias y  vicisitudes humanas, equivocándonos muchas veces y rectificando otras tantas, y así  nos podemos ir librando poco a poco de modo casi imperceptible, de los defectos y lastres que pesan en el desarrollo de nuestra alma.
       La evolución que se logra a través de la  ley de la reencarnación, como ya vimos, es otra  ley   natural que se apoya en ella y que como tal, está  impresa en toda la Naturaleza y a todos nos afecta. Toda planta está destinada a crecer y todo fruto está destinado a  madurar.
       Para acercarnos a la Fuente Creadora, es necesaria la evolución de cada Ser espiritual individual que mora en nosotros, o  mejor dicho, que somos nosotros mismos , y esta evolución o progreso acorde con el de todas las formas físicas y psíquicas de la Naturaleza, solo se logra  mediante  un periplo inicial de pasos por las vidas en los mundos físicos.  Dios no nos ha creado perfectos, pero sí perfectibles, dejándonos el mérito de la perfección alcanzada por nuestro esfuerzo y voluntad ,aunque nos lo facilita al máximo mediante la ley de la solidaridad entre todos los espíritus y de la Caridad que es imperativo en la marcha ascendente de la evolución  universal de los espíritus, cuando para facilitarnos el camino y dar fruto a nuestro esfuerzo, ha dispuesto la ayuda de otros seres espirituales, hermanos  nuestros, que dese el plano espiritual nos inspiran y alientan a nosotros en este plano material, y así se nos ha dado el conquistar una  felicidad   valorada y auténtica , que es la felicidad  lograda mediante  nuestro trabajo  personal y nuestro  esfuerzo..
 ¿Cómo si no, podríamos llegar a  realizar lo que Jesús de Nazaret encomendó cuando dijo: “Ser perfectos como mi Padre Celestial  es Perfecto”? ; ¿Quién podría llegar  a alcanzar  la Perfección Absoluta del Padre Celestial  en una sola vida por larga que  esta  fuese?; además de que sería una injusticia permanente el tener que lograr esa perfección en medio de  tanta desigualdad de oportunidades en cuanto a clases diferentes de vida humana, por su duración, su época, su cuna social, su estado de salud, etc. El motivo que fundamenta  la Reencarnación es, definitivamente, la necesidad
 de progresar y de  aprender de nuestro Espíritu, por medio de la experiencia humana,, evolucionando y  desarrollando cualidades de Amor y Sabiduría , que son los atributos divinos  que nos acercan  al Creador.
         Mediante  la reencarnación se otorga al Ser humano el uso del libre albedrío para decidir a cada paso su destino, tanto en este mundo como en  el del plano espiritual en que  seguirá existiendo después de la muerte.
Al reencarnar el Espíritu  errante deja a su familia de Espíritus  amigos en el plano espiritual en  donde se ubicaba antes de descender a la Tierra o a otros mundos físicos de similar nivel, a donde vienen para cumplir una misión que, como ya se ha dicho, puede ser de expiación por faltas cometidas en vidas pasadas o para superar nuevas  pruebas de la vida,  a fin de eliminar alguna tendencia negativa o algún defecto espiritual y poder seguir avanzando en su proceso evolutivo indefinido.

-Jose Luis Martín-

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“ Estoy convencido de que, en verdad, se  vuelve a vivir de nuevo; de que la vida emerge de la muerte y de que las almas de los muertos están vivas”.

_ Sócrates –



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PROCESO EVOLUTIVO DEL                          ESPÍRITU.

Demostrado está ya y aceptado por la ciencia oficial, que la vida es energía. La energía, es fuerza productora de movimiento, que es acción. Mas, para que la acción sea positiva, debe ser bien dirigida.
La «chispa» espiritual o entelequia, desarrollada por la lucha a través de las formas inferiores, engrandecida y alcanzada ya la etapa humana, recibe la denominación de Espíritu que, en las múltiples manifestaciones de vida ha ido adquiriendo las experiencias y fuerzas, y desarrollando parte de las facultades recibidas de la Divinidad Creadora. Por ello, su cenitismo y capacidad energética es mayor, creciendo más y más con el ejercicio de sus facultades en la lucha de cada vida. Lucha salvaje en sus comienzos; mejorando a medida de su progreso, de su ascensión en la escala evolutiva, hasta alcanzar esa fase sublime de la sabiduría y el amor, en la cual la lucha se convierte en felicidad.
Al igual que el grano de semilla vuelve a la tierra para convertirse en planta fructífera; así también el espíritu, para adquirir sabiduría, amor y poder, encarna en los mundos físicos tantas veces como sea necesario, hasta alcanzar la meta, cual es la perfección; cumpliendo así con los designios de la Sabiduría Cósmica. Pero, ¡cuánto retardamos los humanos la llegada a esa meta, al apartarnos del camino recto cegados por las ilusiones que, cual espejismos, se presentan en el camino de cada una de las vidas humanas, así como por las pasiones que nos inducen a cometer errores causantes de dolor!
El proceso evolutivo del Espíritu, es ascensión hacia la meta; PERFECCIÓN (sabiduría, fortaleza, pureza y amor), y se efectúa en los dos planos: físico y espiritual.
En el plano físico, adquiriendo experiencias y conocimientos en cada vida, cada vez más amplios, que le llevarán a la sabiduría, desarrollando la facultad intelectiva en el estudio, aprendizaje y solución de los problemas en cada vida; desarrollando, asimismo, la facultad volitiva en la lucha y superación de obstáculos de toda índole, que en cada existencia humana se le presentan, en concordancia a su capacidad. Además, la purificación del alma y desarrollo de la facultad sensorial, por medio de la práctica voluntaria del amor fraterno o vidas de dolor. Porque, mientras el ser humano no haya adquirido la bondad, mientras no haya sensibilizado su alma y vibre en amor, estará atado a la cadena de las reencarnaciones en los mundos atrasados.
Durante cada una de las vidas humanas, múltiples son las oportunidades que se presentan de practicar el bien, de ayudar en una forma u otra a nuestros semejantes, de poner en práctica el amor fraterno, de cumplir con la ley divina de: «AMA A TU PRÓJIMO COMO TE AMAS A TI MISMO», que significa: haz por él lo que tú, en su caso, querrías que se hiciere por ti.
Nadie puede excusarse de no haberlo hecho por falta de oportunidades, porque la vida ofrece oportunidades mil de poner en práctica esta norma de conducta, base de una convivencia armónica en las relaciones humanas, a la vez que de mayor progreso espiritual.
Nuestro mundo, al igual que todos los mundos que hayan alcanzado su madurez, es una escuela de aprendizaje para el Espíritu, en diferentes grados. Y, así como en los colegios no se pasa a un grado superior sin haber aprobado el anterior; asimismo, en la escuela de la vida, para tener derecho a vivir en mundos superiores que ofrecen al Espíritu nuevos campos del saber y una vida libre de sufrimientos, y por ende más feliz; es imprescindible superar todas las imperfecciones y pruebas, así como adquirir las experiencias que el mundo actual —el nuestro, por ejemplo— pueda ofrecer.
En el plano espiritual —la fuente de la verdadera sabiduría— el Espíritu también progresa, porque en el espacio hay una vida activa. 
La necesidad de evolucionar, impuesta por la Ley, está demostrada fehacientemente en el fenómeno psicológico de la insatisfacción. No bien un deseo es satisfecho, nace otro. En toda realización hay un anhelo que, una vez alcanzado en su primera fase, surge otra fase más amplia, más atractiva, que impele a continuar. Ciertos estados de insatisfacción, desasosiego, anhelos indefinidos, son sensaciones producidas por el Espíritu presionado por esa fuerza cósmica: Ley de Evolución.
Nacer, es la vuelta del inquieto viajero desde el mundo del Espíritu, desde las moradas del Más Allá —felices o dolorosas— a los mundos físicos, indispensables para el desarrollo de los poderes latentes heredados del Creador Universal. Nacer en los mundos físicos para adquirir las experiencias que estos puedan ofrecer, desarrollar las facultades de la mente y del alma, volver a la vida del espacio, cuya duración varía según la necesidad del ser espiritual y su deseo de progreso; para volver nuevamente a la vida de la carne, a fin de seguir adquiriendo sabiduría, fortaleza, purificación y amor; porque, tal es la ley inmutable de los renacimientos.
En cada una de nuestras existencias damos un paso más, adquirimos nuevas experiencias, nuevos conocimientos y algunas cualidades positivas, a la vez que vamos despojándonos de algunas imperfecciones; siempre en permanente ascensión de progreso. Porque, ése es el proceso evolutivo del Espíritu.
La escala de ascensión del Espíritu, es infinita. Empujados por la Ley de Evolución, vamos ascendiendo lentamente en el tiempo y en el espacio, por medio de las mil vicisitudes y pruebas, desarrollando las facultades de la Mente y del Alma, capitalizando de vida en vida, de siglo en siglo, en inteligencia, sabiduría y amor.

Sebastián de Arauco.


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Jamás os sintáis solos en la lucha.
Estamos con vosotros y seguiremos a vuestro lado.
Invisibilidad no significa ausencia.

(Euripedes Barsanulfo)



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         Ambientes 


Es importante pensar que no sólo tendremos lo que damos, sino que vivimos en lo que proporcionamos a los demás. Por lo tanto, es imperativo de hacerles tan sólo el bien, integralmente el bien. 

Si en determinado periodo de tiempo, llevamos alegría a nuestros hermanos y en otro momento, en contrapunto, les llevamos dolor, entonces nuestra existencia estará dividida entre felicidad y desventura, porque habremos traído una y otra cosa a nuestra convivencia, destruyendo valiosas oportunidades de trabajo y elevación. 

Si ofrecemos amargura a nuestro prójimo, obviamente avinagraremos sus sentimientos, obteniendo en cambio, inevitablemente, el mismo clima vibratorio; como quien busca agua no apta para beber y apagar la propia sed, tras haber agitado  el fondo del pozo, de cuya colaboración necesita. 

Si disparamos crítica e ironía al rostro de otros, respiraremos en un ambiente compuesto de sarcasmo y censura. 

Hay que comprender que no sólo las personas nos responden a nosotros, sino que también los ambientes. Quiera o no quiera, todos somos constreñidos a vivir en el clima espiritual formado por nosotros mismos. 

Pacifiquemos y seremos pacificados. 

Asistamos al prójimo y seremos asistidos. 

Todo lo que espiritualmente parte de nosotros, regresará a su origen. 

“Den, y se les dará”, dice Jesús. La lección no prevalece solamente en los dominios de la dádiva material propiamente considerada. De lo que damos a los demás, fatalmente recibiremos. 

Espíritu Emmanuel 

Médium Francisco Cándido Xavier 
Extraído del libro "Alma y corazón" 

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