( continuación del anterior...)
El grado de inferioridad o superioridad, de los espíritus indica, el tono que conviene tener con ellos. Cuanto más elevados están, más derecho tienen a nuestro respeto, a nuestra consideración y a nuestra sumisión. Y nuestro respeto solo ha de ser dirigido a su superioridad moral. La elevación moral les impide valorar las adulaciones y no es por las palabras, que podemos obtener su benevolencia, sino por la sinceridad de nuestros sentimientos. Un buen pensamiento les es más agradable que los honores más laudables; si no fuera así, no estarían más elevados que la humanidad.
En cuanto a los Espíritus inferiores su carácter nos traza el lenguaje que conviene tener con ellos. Muchos aunque, inofensivos e incluso benévolos, son ligeros y atolondrados; tratarles de la misma forma que a los Espíritus formales; seria igual que si nos inclinásemos delante de un aprendiz o un asno con el collar de doctor. Un tono familiar es el más adecuado para ellos.
Entre los Espíritus inferiores los hay que son infelices. Cualquiera que sean las pruebas que expían, sus sufrimientos son títulos tanto más grandes para nuestra conmiseración, pues ninguna persona puede olvidarse de las palabras de Jesús: “Qué el que esté sin pecados tire la primera piedra”. La benevolencia que se tiene para con ellos es un consuelo; a falta de simpatía, deben encontrar la indulgencia que se quiere para si mismo.
Los Espíritus que demuestran en su lenguaje, cinismo, mentiras, bajeza de sentimientos, sus consejos suelen interesar menos que su arrepentimiento; al menos la piedad que se concede a los criminales es la que hay que mostrarles y es el medio de reducirles al silencio y el manifestarse superior a ellos. Ellos se dedican sobre todo a las personas que ellos creen que nada tienen que temer; porque los Espíritus perversos reconocen a sus señores en los hombres de bien como en los Espíritus Superiores.
En resumen es irreverente tratar de igual a igual a los Espíritus Superiores; como ridículo el tener una misma deferencia para todos sin excepción. Hay que tener veneración para quienes la merecen, reconocimiento para los que nos protegen y asisten; para toda la otra benevolencia pues más tarde puede ser que la necesitemos nosotros.
Penetrando en el mundo incorpóreo, aprendemos el modo de conocerlo y este conocimiento debe arreglar las relaciones con aquellos que lo habitan. Los antiguos, en su ignorancia; les levantaron altares; hoy en dia el hombre sabe que solo son criaturas más o menos perfectas y no levantan altares sino a Dios.
Los Espíritus superiores cuando son evocados al igual que los grandes personajes de la antigüedad, dan comunicaciones preciosas llenas de enseñanza. Estos Espíritus por su perfección abrazan una esfera de ideas más extensa, penetran los misterios que están fuera del alcance vulgar de la humanidad y por lo tanto inician mejor al hombre que los otros en ciertas cosas.
Esto no quiere decir que de los espíritus menos elevados sus comunicaciones sean inútiles; el observador saca de ellas más de una instrucción. Para conocer las costumbres de un pueblo es necesario estudiar todos los grados de la escala. El que solo lo ve bajo una faz, lo conoce mal. La historia de un pueblo no es la de los reyes y personajes sociales; para conocerle es preciso verle en la vida intima, en sus costumbres privadas.
LOS Espíritus superiores son los personajes del mundo de los Espíritus; su elevación los coloca por encima del hombre, hasta el punto de estar tan separados de nosotros que la distancia nos asustaría.
Los Espíritus más burgueses hacen más palpable las circunstancias de su nueva existencia. Entre ellos el lazo de la vida corporal con la vida del espíritu es más íntimo, la comprendemos mejor porque nos toca más de cerca. Sabiendo por ellos mismos lo que son, lo que piensan lo que experimentan los hombres de todas las condiciones y de todos los caracteres, los hombres de bien como los viciosos, los grandes como los pequeños, los felices y los infelices y los infieles del siglo, en una palabra, los hombres que han vivido entre nosotros, que vimos y conocimos, cuya vida real sabemos, sus extravagancias y virtudes, comprendemos sus goces y sus sufrimientos, nos asociamos a ellos y sacamos una enseñanza moral tanto más provechosa cuanto más intimas son las relaciones entre ellos y nosotros. Es más fácil ponerse en el lugar de aquel que a sido igual que nosotros, que no en el de aquel que solo vemos a través de la ilusión de una gloria celeste. Los Espíritus vulgares enseñan la aplicación práctica de las grandes y sublimes verdades cuya teoría nos enseñan los Espíritus superiores.
La evocación de los Espíritus vulgares, tiene además, la ventaja de ponernos en relación con los Espíritus que sufren, a los cuales podemos aliviar y facilitar su adelantamiento por medio de consejos útiles. Instruyéndose el hombre se hace útil, pues si solo busca su satisfacción hay egoísmo en la conversación con los Espíritus, desdeñando tenderles una mano demuestra el hombre su orgullo. De nada sirve tener buenas recomendaciones de los Espíritus de importancia, si no nos hacemos mejores, más caritativos y más benévolos para nuestros hermanos del mundo espiritual y corporal. ¿Pues que seria de los enfermos si los médicos rehusasen tocar sus heridas?
El Espíritu, en el espacio, es como un viajero en medio de un vasto campo, que oyendo de repente pronunciar su nombre, se vuelve del lado que lo llaman.
El Espíritu evocado puede rehusar acudir, a la llamada, pues si no fuera así ¿Dónde estaría su libre albedrío? Esto referente a la llamada del evocador, porque un Espíritu inferior puede ser obligado a acudir por un Espíritu superior.
Cuando son evocados muchos Espíritus en una reunión donde solo hay un médium, uno de ellos contesta por todos y manifiesta el pensamiento colectivo.
Al igual que el mismo Espíritu podría comunicarse a la vez por dos Mediums diferentes, estando en la sesión, incluso en idiomas diferentes, con respuestas idénticas en el sentido, algunas pueden ser la traducción literal de la otra.
Dos Espíritus evocados simultáneamente por dos Mediums pueden establecer entre ellos una conversación, ellos no necesitan esta especie de comunicación pues se leen el pensamiento recíprocamente, ellos se prestan para la instrucción del hombre. En el caso de Espíritus inferiores, como están imbuidos de pasiones terrestres y de ideas corporales, pueden llegar a discutir y lanzarse palabras groseras, incluso se echan en cara sus faltas, y si es a través de la escritura se tiren los lápices. Si el Espíritu es elevado, cuando es evocado en sitios diferentes, puede contestar simultáneamente a las varias preguntas. Pues el pensamiento del Espíritu es como una chispa que proyecta a lo lejos su claridad y puede ser percibida en todos los puntos del horizonte. Cuanto más puro es el Espíritu, más irradia su pensamiento y se hace más extensivo como la luz. Los Espíritus inferiores son demasiado materiales; no pueden contestar sino a una sola persona y si se les llama en otra parte tampoco pueden ir.
El Espíritu Superior, llamado a un mismo tiempo en dos puntos diferentes, responderá las dos evocaciones si son tan formales y fervientes uno como los otros; en el caso contrario, dará preferencia a la más formal.
Se puede evocar a los Espíritus puros, pero, rara vez se comunican, sólo lo hacen a los corazones puros y sinceros, y no a los orgullosos y egoístas, es meneste3r desconfiar de los Espíritus inferiores que toman esta cualidad para darse más importancia a los ojos de los hombres.
Los hombres juzgan a los Espíritus como ellos, y es un error; después de la muerte del cuerpo, las categorías terrestres no existen; no hay más distinción entre ellos que la bondad, y los que son buenos son por todas partes donde se puede hacer el bien. En el mismo momento de la muerte, puede evocarse al Espíritu pero como está aun en turbación, responde imperfectamente.
Siendo muy variable la duración de la turbación, no puede haber plazo para hacer la evocación a un Espíritu en el instante de su muerte, sin embargo es muy raro, que al cabo de ocho días el Espíritu no se reconozca bastante para poder responder, algunas veces a los dos días o tres, después de la muerte suelen responder; en todos los casos se puede ensayar al respecto. La evocación en el instante de la muerte es más penosa para el Espíritu, es algunas veces como salir del sueño antes de despertar completamente. Sin embargo hay algunos que no son contrariados y aun les ayuda incluso a salir de la turbación.
En el caso de la muerte de un niño, se suele pensar que por su corta edad y no tener conciencia de sí mismo, su Espíritu no puede responder con conocimiento de causa, y esto no es así. El alma de un niño es un Espíritu envuelto en los lazos de la materia; pero separado de ella, goza de las facultades del Espíritu, porque los Espíritus no tienen edad, lo que prueba que el Espíritu del niño ha vivido ya. Sin embargo, hasta que esté completamente desprendido, puede conservar en su lenguaje algunos trazos del carácter de la infancia.
En el caso de los locos, la influencia corporal que se hace sentir en el Espíritu que muere en estado de locura es muy es muy semejante a la del niño. El Espíritu del loco, por sí mismo no es loco, pero sabemos que ciertos Espíritus creen durante largo tiempo estar aun en el mundo; no es extraño, que en el caso del loco el Espíritu se resienta aun de las trabas que durante la vida se oponían a su libre manifestación, hasta que esté completamente desprendido. Este efecto sería según las causas de la locura, porque hay locos que recobran toda la lucidez de sus ideas inmediatamente después de su muerte. La evocación a los animales no es posible, después de la muerte del animal, el principio inteligente que estaba en él, está en un estado latente; al momento es utilizado por ciertos Espíritus encargados de este cuidado para animar nuevos seres, en los cuales continua la obra de elaboración. De este modo el mundo de los Espíritus no hay Espíritus de animales errantes, sino únicamente Espíritus humanos.
Cuando se afirma que en la evocación de un animal se ha obtenido respuesta; es un error creer que ha sido el animal, siempre son Espíritus que se prestan a tomar la palabra para todo. Los Espíritus ligeros se aprovechan siempre de la inexperiencia de los que preguntan; pero se guardan de dirigirse a aquellos que saben que son ilustrados y descubren sus imposturas y que no creen en sus cuentos. Lo mismo sucede entre los hombres.
Los Espíritus encarnados también pueden ser evocados, en sus momentos de libertad se pueden presentar, sin ser evocados; esto depende de su simpatía por las personas por las cuales se comunica.
La libertad del Espíritu de un ser vivo es cuando está dormido, es cuando el Espíritu es libre.
El cuerpo de un Espíritu nunca puede despertarse mientras el Espíritu esté ausente. El Espíritu de un cuerpo vivo nunca está completamente separado; a cualquier distancia que se transporte, está unido a él por un lazo fluídico que sirve para llamarle cuando es necesario; este lazo no se rompe sino con la muerte.
Mediums videntes han percibido muy a menudo este lazo fluidico. Es una especie de rastro fosforescente que se prende en el espacio y en la dirección del cuerpo. Ciertos Espíritus han dicho que en esto se reconocen aquellos que pertenecen al mundo corporal.
Si durante el sueño y en ausencia del Espíritu, el cuerpo fuese herido mortalmente, el Espíritu sería advertido y volvería a entrar antes que la muerte se consumase. Nunca el cuerpo podría morir en la ausencia del Espíritu; esto sería contrario a la ley que rige la unión del alma y del cuerpo. Aunque fuera golpeado súbitamente y de improviso, el Espíritu sería avisado antes que se diera el golpe mortal.
El Espíritu evocado de una persona dormida, no es tan libre de comunicarse como el de una persona muerta, su materia influye siempre poca o mucha. Incluso el Espíritu puede hallarse en otro lugar, y no acude a la evocación, y sobre todo, si es hecha por alguien que no le interesa.
Es muy difícil el evocar el Espíritu de una persona despierta, no es absolutamente imposible, porque si la evocación llega, puede suceder que la persona se duerma; pero el Espíritu no puede comunicarse, como Espíritu, sino en los momentos en que su presencia no es necesaria para la actividad inteligente del cuerpo.
La experiencia nos prueba que la evocación hecha durante el estado de vela puede provocar el sueño, o al menos una observación vecina del sueño, pero este efecto no puede tener lugar sino por una voluntad muy enérgica y si existen lazos de simpatía entre las dos personas; de otra manera la evocación no tiene resultado. Al igual que la evocación puede provocar el sueño, si el momento es inoportuno, y no queriendo dormir, la persona opondrá resistencia, y si sucumbe su Espíritu estará turbado y difícilmente responderá. Resulta de esto que el momento más favorable para evocar a una persona viva es en su sueño natural, porque siendo esta libre, su Espíritu puede venir al que le llama de la misma manera que podría ir a otra parte.
Cuando la evocación se hace con el consentimiento de la persona y ésta se esfuerza en dormirse para ese objetivo, puede suceder que esta preocupación retarde el sueño y turbe su Espíritu; por esto el sueño no forzado es el preferido.
La persona evocada la mayoría de las veces no tiene conciencia de ello y al despertar muchas veces hemos sido evocadas sin saberlo. Solo el Espíritu lo sabe y puede algunas veces conservar una vaga impresión como de un sueño.
Cuando se es un Espíritu inferior se nos puede evocar, en otras existencias hemos podido ser una persona conocida en este mundo y en otros, igualmente nuestros parientes y amigos. Supongamos que un Espíritu aya sido en otra existencia padre de otra persona; pues bien; cuando esta persona evoque a su padre, será el espíritu de este ser el que será evocado y responderá. Lo que quiere decir que al igual que nos pueden evocar seres de esta existencia actual, podemos ser evocados por seres de otras existencias pero que responderá al mismo Espíritu.
Las ideas de una persona se pueden modificar algunas veces en estado de vela, obrando sobre su Espíritu durante el sueño; el Espíritu no está ya unido a la materia por los lazos íntimos; por esto es más accesible a las impresiones morales, y estas impresiones pueden influir sobre su manera de ver en el estado ordinario. Desgraciadamente sucede muy a menudo que al despertarse, la naturaleza corporal le conduce a hacerle olvidar las buenas resoluciones que haya podido tomar
Las personas vivas al ser evocadas tienen sus facultades de Espíritu y por consiguiente su libre albedrío, y como tiene más perspicacia, es también más circunspecto que citando está despierto.
Una persona viva, cuando es evocada, nunca puede ser obligada a decir lo que quiere callar, pero puede ser que como Espíritu de menos importancia a ciertas cosas que en el estado ordinario; su conciencia puede hablar con más libertad. Si no quiere hablar, podrá siempre evadirse de las impertinencias marchándose, porque no puede detenerse a su Espíritu como se retiene a su cuerpo.
Es fácil que cuando se evoca a una persona viva, sobre todo cuando la intención del evocador no sea pura, que un Espíritu mentiroso tome su lugar.
Se debe evocar a las personas vivas solo para obtener un estudio psicológico; debiendo abstenerse siempre que no podamos tener de ello un resultado instructivo.
Pues siempre pueden tener inconvenientes, y tener peligro, todo depende de la posición de la persona evocada, pues si está enferma puede aumentar sus sufrimientos.
Las personas vivas que pueden tener más inconvenientes al ser evocadas suelen ser: los niños de corta edad, las personas gravemente enfermas, los ancianos achacosos, en una palabra, todos los que tienen el cuerpo debilitado.
El cuerpo de la persona evocada sufre las consecuencias de lo que pasa en su Espíritu pues para hacernos una idea, supongamos que nuestro espíritu es como un globo atado a un poste que es nuestro cuerpo, nuestro cuerpo sufre las sacudidas del globo.
Dos personas evocándose recíprocamente pueden transmitir sus pensamientos y establecer una correspondencia, esta telegrafía humana un dia será el medio universal de correspondencia.
Ya sucede hoy en dia, pero no por todo el mundo; es menester que los hombres se depuren para que su Espíritu se desprenda de la materia, y esta es también una razón para hacer la evocación en nombre de Dios. Hasta entonces está circunscrito a las almas elegidas y desmaterializadas, que se encuentran raramente en el estado actual de los habitantes de la Tierra.
Considerando la propia situación frente a las enseñanzas del Espiritismo cristiano, examinar como se actúa, como se vive y que se pretende, es medida reflexiva que no debe faltar en ningún seguidor.
Si en verdad eres del grupo que vive caminando para la Vida, no te detenga en el charco de las lamentaciones ni te pares en el pozo oscuro de la rebeldía; quiebra las cadenas que te unen al error, aprovecha la preciosa gema de la oportunidad y tórnate actuante instrumento de esos muertos diligentes en quienes crees y quien amas, de quienes te habla el mensaje ESPIRITA, ofreciendo la contribución valiosa de tu esfuerzo para que, también tú, después de la muerte, seas uno de esos incansables muertos.
Todas las civilizaciones de la Antigüedad oriental expresaban culto de respeto y de cariño a los antepasados y a los muertos. Las pirámides de Egipto nos presentan el significado de lo que rodeaba a los exequias fúnebres, inscriptos en las piedras o registrados en las paginas del “Libro de los Muertos”
Kardec, trabajando con la Codificación |
El Espiritismo, a su vez, vino a ofrecer el testimonio elocuente de la inmortalidad, brindando experiencias valiosas para la dignificación del hombre a la luz de las enseñanzas sorbidas en la boca de los inmortales.
…Y la muerte no significa más que vehículo para los horizontes sin fin de la verdadera vida.
Entre tanto, es necesario considerar que hay muertos y muertos.
No todos los que viven en la carne son vivos, ni tampoco los considerados muertos son muertos.
Algunos viven, es cierto, pero pocos están vivos para la vida…
“La instrucción espiritista no comprende solo la enseñanza moral dada por los Espíritus, sino también el estudio de los Hechos; a ella incumbe la teoría de todos los fenómenos, la investigación de las causas y, como consecuencia, la confirmación de lo que es posible y de lo que no lo es; en una palabra, la observación de todo aquello que puede hacer avanzar la ciencia.”
En cualquier circunstancia se torna necesario e inevitable buscar en Jesucristo la Fuente de Equilibrio en la cual se saciará el alma sedienta de estabilidad y de paz.
Con mucho amor y cariño de Merchita
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