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martes, 18 de agosto de 2015

LOS TIEMPOS SON LLEGADOS (FINAL)


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 LOS TIEMPOS SON LLEGADOS ( Viene de la publicación anterior)



<< Pero la materia orgánica, a su vez, reacciona sobre el Espíritu. Este, por su contacto y ligación íntima con los elementos materiales, también sufre influencias que le modifican las disposiciones, sin embargo, no le priva del libre albedrío, pero le sobreexcita o le atenúa la actividad, por lo que contribuye a su desenvolvimiento. La efervescencia que a veces se manifiesta en toda una población, entre hombres de una misma raza, no es cosa fortuita, ni resulltado e un capricho; tiene su causa en las leyes de la Naturaleza. Esa efervescencia, inconsciente al principio, no pasando de un vago deseo, de aspiración indefinida por alguna cosa mejor, de cierta necesidad de cambio, se traduce más tarde en una sorda agitación, por actos que llevan a las revoluciones sociales, que acreditan tener también su perioricidad, como las revoluciones físicas, pues todo se encadena. Si no tuvieseis la visión espiritual limitada por el velo de la materia, veríais las corrientes fluídicas que, como millares de hilos conductores, ligan las cosas del mundo espiritual con las del mundo material.

<< Cuando se os dice que la Humanidad llegó a un periodo de transformación y que la Tierra tiene que elevarse en la jerarquía de los mundos, nada de místico veais en esas palabras; ver por el contrario la ejecución de una de las grandes leyes fatales del Universo, contra las cuales se quiebra toda la mala voluntad humana.ARAGO.>>

Si, ciertamente, la Humanidad se transforma como ya se transformó en otras épocas, y cada transformación es señalada por una crisis que es, para el género humano, lo que son para los indivíduos, las crisis de crecimiento. Aquellas se tornan, muchas veces, penosas, dolorosas, y llevan consigo las generaciones y las instituciones, pero, son siempre seguidas de una fase de progreso material y moral.

 La Humanidad terrestre, habiendo llegado a uno de esos periodos de crecimiento, está, durante casi un siglo, en el trabajo de procesamiento, por lo que la vemos agitarse por todos lados, presa de una especie de fiebre, como impelida por una invisible fuerza. Así continuará, hasta que se haya estabilidado otra vez, con nuevas bases y quien lo observe, la encontrará entonces muy cambiada en sus costumbres, en su caracter, en sus leyes, en sus creencias, en una palabra: en todo su estado social.
 Una cosa que os parecerá entrañable, pero que por eso no deja de ser rigurosa verdad, es que el mundo de los Espíritus, mundo que os rodea, experimenta el contrachoque de todas las conmociones que vienen del mundo de los encarnados. Digo también que aquel toma parte activa en esas conmociones. Nada tiene esto de sorprendente, para quien sabe que los Espíritus forman cuerpo con la Humanidad; que ellos salen de ella y a ella tienen que volver, siendo por tanto, natural que se interesen por los movimientos que se operan entre los hombres. Estar seguros de que cuando una revolución social se produce en la Tierra, afecta igualmente al mundo invisible, en donde todas las pasiones, buenas y malas, se exacerban, como entre vosotros. Indecible efervescencia entra a reinar en la colectividad de los Espíritus que aún pertenecen a vuestro mundo y que aguardan el momento de volver a él.

La agitación de los encarnados y desencarnados se juntan a veces y frecuentemente, ya que todo se conjuga en la Naturaleza, las perturbaciones de los elementos físicos. Se produce entonces durante un tiempo, verdadera confusión general, pero pasa como un huracán, después de lo cual el cuelo vuelve a estar sereno y la Humanidad, reconstituida sobre nuevas bases, imbuida de nuevas ideas, comienza a recorrer una nueva etapa de progreso.

En el periodo que ahora se inicia, el Espiritismo florecerá y dará frutos. Trabajais por tanto, más para el futuro que para el presente. Era por tanto, necesario que esos trabajos se preparasen anticipadamente, porque ellos trazan las sendas de la regeneración, por la unificación y racionalidad de las creencias.

"Dichosos los se aprovechen de ellos ahora.. Tantas penas se ahorrarán estos, cuantos fueren los provechos que de ellos se deriven. Doctor BARRY".

-De lo que precede resulta que, en consecuencia  del movimiento de traslación que ejecutan en el espacio,  los cuerpos celestes ejercen, unos sobre otros, mayor o menor influencia, conforme a la proximidad en que se encuentren entre si y sus respectivas posiciones; que esa influencia puede acarrear una perturbación momentánea  en sus elementos constitutivos y modificar las condiciones de vitalidad de sus habitantes; que la regularidad de los movimientos determina la vuelta periódica de las mismas causas y de los mismos efectos; que si  demasiado corta es la duración de ciertos periodos para que los hombres los aprecien, otros vienen a pasar generaciones y razas que de ellos no se percatan y se considera normal el estado de cosas que observan. Por el contrario, las generaciones contemporáneas de la transsición le sufren el contrachoque y todo les parece fuera de las leyes ordinarias. Esas generaciones ven una causa sobrenatural, maravillosa, milagrosa, en realidad, pero no la ejecución de las leyes de la Nturaleza.

Si, por el encadenamiento y la solidaridad de las causas y los efectos, los periodos de renovación moral de la Humanidad coinciden, como todo lleva a creer, con las revoluciones físicas del globo, pueden los referidos periodos ser acompañados o precedidos de fenómenos naturales, insólitos para los que no se hallan familiarizados con ellos, de meteoros que parecen extraños, de recrudescencia e intensificación desusadas de los flagelos destructivos, que no son causa, ni presagio sobrenatural, sino una consecuencia del movimiento general que se opera en el mundo físico y en el mundo moral.
   Anunciando la época de renovación que se había de abrir para la Humanidad es determinar el final del viejo mundo. A Jesús pues, le fué lícito decir que ella se señalaría por fenómenos extraordinarios, temblores de tierra, flagelos diversos, señales del cielo, que no serán meteóros, sin derogación de las leyes naturales. El vulgo, ignorante, vió en esas palabras la predicción de hechos milagrosos.

- La previsión de los movimientos progresivos de la Humanidad nada presenta de sorprendente, cuando es hecha por seres desmaterializados que ven el final al que tienden todas las cosas, teniendo algunos de ellos conocimiento directo del pensamiento de Dios. Por los movimientos parciales, esos seres ven en que época podrá operarse un movimiento general, del mismo modo que el hombre puede calcular de antemano el tiempo que un árbol tardará en dar frutos, del mismo modo que los astrónomos calculan la época de un fenómeno astronómico, por el tiempo que un astro tarda en efectuar su revolución.
-  La Humanidad es un ser colectivo en donde se operan las mismas revoluciones morales por las que pasa todo ser individual, con la diferencia de que unas se realizan de año en año y las otras de siglo en siglo. Acompáñese a la Humanidad en sus evoluciones a través de los tiempos y ver la vida de las diversas razas marcada por periodos que dan a cada época una fisonomía especial.

- De dos maneras se opera, como ya dijimos, la marcha progresiva de la Humanidad: una gradual, lenta, imperceptible si se consideran las épocas consecutivas, que se traducen por sucesivas mejoras de las costumbres, en las leyes, en los usos, mejporas que son como a continuación se pueden percibir, coomo los cambios que las corrientes de agua ocasionan en la superficie del globo; la otra por movimientos relativamente bruscos, semejantes a los un torrente que, rompiendo los diques que le contienen, transpone en algunos años el espacio que le llevaría siglos recorrer. Y entonces, un cataclismo moral que traga en breves instantes las instituciones del pasado y al cual sobreviven un nuevo orden de cosas que poco a poco se estabilizan a medida que se restablece la calma y que acaban por hacersen definitivas.
  Al que viva bastante para abarcar con la vista las dos vertientes de la nueva fase, perecerá que un mundo nuevo surgió de las ruinas del antíguo. El caracter, las costumbres, los usos, todo está cambiando. Y en efecto, surgirán hombrees nuevos, o mejor, regenerados. Las idéas que la generación extinguida llevó consigo, cederán lugar a ideas nuevas  que aparecerán con la generación que se levanta.
-  Hecha adulta, la Humanidad tiene nuevas necesidades, aspiraciones más vastas y más elevadas; comprende el vacío con que fué envasada, la insuficiencia de sus instituciones para darle felicidad; ya no encuentra en el estado de cosas, las satisfaciones legítimas a que se siente con derecho. Se despoja, en consecuencia,de las fajas infantiles y se lanza, impelida por irresistible fuerza, a márgenes desconocidas, en busca de nuevos horizontes menos limitados,

  Es a unos de esos periodos de transformación, o si se prefiere, de crecimiento moral, que ahora llega a la Humanidad. De la adolescencia llega al estado viril. El pasado ya no ppuede bastar a sus nuevas aspiraciones, a sus nuevas necesidades; ya no puede ser conducida por los mismos métodos; ya no se deja llevar más por ilusiones, ni fantasmagorias; su razón madurada reclama alimentos más sustanciosos. Es demasiado efímero el presente; ella siente que su destino es más amplio que la vida corpórea y excesivamente restringida para encerrarlo por completo. Por eso,bucea y mitra en el pasado y en el futuro, a fin de descubrir en uno o en el otro, el misterio de su existencia y de adquirir una consoladora certeza.
  Es en el momento en que ella se encuentra muy apartada en la esfera material, en que se encuentra cambiante en la vida intelectual, en que el sentimiento de la espiritualidad le despierta en su interior, que hombres que se dicen filósofos pretenden llenar el vacío con las doctrinas del nadismo y del materialismo, ¡ Singular aberración !. Esos mismos hombres que intentan impulsar de frente a la Humanidad, se esfuerzan por circunscribirla en el tímido círculo de la matria, donde ella ansia por escaparse. Velan por  el aspecto de la vida infinita y le dicen, apuntándo para el túmulo:   ¡ Non plus ultra !.
  Quien quiera que haya meditado sobre el Espiritismo y sus consecuencias y no circunscriba la producción de algunos fenómenos, habrá comprendido que él abre a la Humanidad una etapa nueva y le presenta horizontes del infinito. Iniciándola en los misterios del mundo invisible, le muestra su verdadero papel en la creación, papel activo  permanentemente, tanto en el estado espiritual como en el estado corporal. El hombre ya no camina a ciegas : sabe de donde viene, para donde va y por qué está en la Tierra. El futuro se le revela en su realidad, despojado de los prejuicios de la ignorancia y de la superstición. Ya no se trata de una vaga esperanza, sino de una verdad papable, tan cierta como la sucesión del día y la noche. El sabe que su ser no se halla limitado a algunos instantes de una existencia transitoria; que la vida espiritual no se interrumpe por efecto de la muerte; que ya vivió y volverá a vivir y que nada se pierde de lo que ganó en perfección; en sus existencias anteriores depara con la razón lo que es hoy y reconoce que de lo que él es hoy, se hizo a sí mismo, podrá deducir lo que vendrá a ser un día.
  Con la idea de que la actividad y la cooperación individuales en la obra general de la civilización se limitan a la vida presente, que antes, la criatura nada fué y nada será después, ¿ Qué le importa al hombre el progreso posterior de la Humanidad?.¿Qué le importa que en el futuro los pueblos sean mejor gobernados, más dichosos, más esclarecidos, mejores los unos para con los otros? No queda perdido para él todo el progreso, pues de este, ningún provecho sacará?. ¿ De qué le sirve trabajar para los que han de venir después, si nunca le será dado conocerlos, si sus postreros serán criaturas nuevas, que poco después volverán a su vez a la nada?.
Bajo el dominio de la negación del futuro individual, todo forzosamente se empequeñece a las insignificantes proporciones del momento y de la personalidad. Entretanto, ¡ qué amplitud, por el contrario, da al pensamiento del hombre la certeza de la perpetuidad de su ser espiritual!. ¡ Qué más racional, más grandioso y más digno del Creador que la ley según la cual la vida espiritual y la vida corpórea son apenas dos modos de existencia, que se alternan para la realización del progreso!. ¡ Qué más justo hay y más consolador que la idea de que estarán los mismos seres para progresar incesantemente, primero, a través de las generaciones de un mismo mundo, de mundo en mundo después.hasta la perfección,¡ sin solución de continuidad!. Todas las acciones tienen , entonces, una finalidad por cuanto, trabajando para todos, cada uno trabaja  para sí  y recíprocamente, de suerte que nunca se pueden considerar infecundos ni en el progreso individual ni en el colectivo. De ambos progresos se aprovecharán las generaciones y las individualidades del porvenir, que otras no vendrán a ser sino las generaciones y las individualidades pasadas en más alto grado de adelantamiento.
   La fraternidad será la piedra anular del nuevo orden social; pero no hay fraternidad real, sólida, efectiva, si no se sienta en una base inavalable y esa base es la fe en tales o tales dogmas particulares que cambian con los tiempos y los pueblos y que mutuamente se apedran y se condenan unos a otros, alimentando el antagonismo, pero la fe en los principios fundamentales que toda la gente puede aceptar y aceptará: Dios, el alma, el futuro, el progreso individual indefinido, la perpetuidad de las relaciones entre los seres. Cuando todos los hombres estén convencidos de que Dios es el mismo para todos, de que ese Dios soberanamente justo y bueno, nada de injusto puede querer, que no de Él sino de los hombres, viene el mal, todos se considerarán hijos del mismo Padre y se tenderán las manos unos a otros.
Esa es la fe que el Espiritismo faculta y que de ahora en adelante será el eje en torno al cual girará el género humano, cualquiera que sean los cultos y las creencias particulares.
-El progreso intelectual realizado hasta el presente, en las más largas proporciones, constituye un gran paso y marca una primera fase en el avance general de la Humanidad; impotente sin embargo, para regenerarla. En cuanto el orgullo y el egoismo lo dominen, el hombre se servirá de su inteligencia y de sus conocimientos para satisfacer sus pasiones y sus intereses personales, razón por la que se  aplica  en perfeccionar los medios de perjudicar a sus semejantes y de destruirlos.
- Solamente el progreso moral puede asegurar a los hombres la felicidad en la Tierra, refrenando las pasiones malas; solamente ese progreso puede hacer que entre los hombres reine la concordia, la paz, la fraternidad. Será él quien echará por tierra las barreras que separan a los pueblos, que hará callar los preconceptos de casta y que se callen los antagonistas de las sectas, enseñando a los hombres a considerarse hermanos que tienen el deber de auxiliarse mutuamente y no destinados a vivir a unos a costa de los otros.
Será el progreso moral el que secundado entonces por la ineligencia, fundirá a los hombres en una misma creencia fundada en las verdades eternas, no sujetas a controversias, y en consecuencia, aceptables por todos.
La unidad de creencia será el lazo más fuerte, el fundamento más sólido de la fraternidad universal,ignorada, desde todos los tiempos por los antagonismos religiosos que dividen los pueblos y las familias, que hacen que sean unos, los disidentes, vistos por los otros, como enemigos a ser evitados, combatidos, exterminados, en vez de hermanos a ser amados.
- Semejante estadop de cosas presupone un cambio radical en el sentimiento de las masas, un progreso general que no se podía realizar sino fuera del círculo de las ideas tímidas y triviales que fomentan el egoísmo.
En diversas épocas, hombres elegidos procuraron impelir a la Humanidad por ese camino; pero aún muy jóven, ella se mantuvo sorda y las enseñanzas que les dieron fueron como la buena simiente caída en el pedregal.
 Hoy,  la Humanidad está madura para lanzar su mirada a las alturas que nunca intentó divisar, a fin de nutrirse de ideas más amplias y comprender lo que antes no comprendía.
La generación que desaparece llevará consigo sus errores y prejuicios; la generación que surge,alimentada en fuente más pura, imbuida de ideas más sanas, imprimirá al mundo un ascensional movimiento, en sentido del progreso moral que señalará la nueva fase de evolución humana.
- Esa fase se revela por señales inequívocas, por tentativas de reformas útiles que comienzan a encontrar eco. Así, vemos fundarse una inmensidad de instituciones protectoras, civilizadoras y emancipapdoras, bajo el influjo y por iniciativa de hombres evidentemente predestinados a la obra de regeneración; que las leyes penales se van presentando dia a dia impregnadas de sentimientos más humanos. Se debilitan los preconceptos de raza, los pueblos entran a considerarse miembros de una gran familia; por la uniformidad y facilidad de los medios de realizar sus transacciones, se suprimen las barreras que los separaban y de todos los puntos del mundo se reunen en comicios universales, para las disputas pacíficas de la inteligencia.
Falta poner a esas reformas una base que permita que se desenvuelvan, completen y consoliden; falta una predisposición moral más generalizada, para hacer que ellas fructifiquen y que las masas las escojan. Aun ahí hay una señal característica de la época, porque es el preludio de lo que se hará en más larga escala, a medida que el terreno se vaya volviendo más favorable.
- Otra señal no menos característica del periodo en que entramos se encuentra en la reacción que se opera en el sentido de las ideas espiritualistas; en la repulsión instintiva que se manifiesta contra las ideas materislistas. El espíritu de incredulidad, que se apoderó antes de las masas, ignorantes o esclarecidas, y las llevaba  a rechazar con la forma la sustancia misma de toda creencia, parece haber sido un sueño, en cuyo despertar se siente la necesidad de respirar un aire más vivificante. Involuntariamente, allá donde el vacío se hubiese hecho, se buscará un punto de apoyo.
- Si supusiésemos poseidos de esos sentimientos a la mayoría de los hombres, podríamos facilmente imaginar las modificaciones que de ahí se derivarían a las relacciones sociales; todos tendrán por divisa: caridad, fraternidad, benevolencia para con todos, tolerancia para todas las creencias. Es la meta para la que tiende, evidentemente, la Humanidad; ese objeto de sus aspiraciones, de sus deseos, sin que, entretanto, ella perciba claramente por qué medio las ha de realizar. Ensaya, tantea, pero es detenida por muchas resistencias activas, o por la fuerza de inercia de los preconceptos, de las creencias estacionarias y refractarias al progreso. Se le hace necesario vencer tales resistencias y esa será ls obra de nueva generación. Quien acompañe el curso actual de las cosas, reconocerá que todo parece predestinado a abrirle camino. Ella tendrá de por sí, la doble fuerza del número y de las ideas, y por añadidura, de la experiencia del pasado.
- La nueva generación marchará, pues, para la realización de todas las ideas humanitarias con el grado de adelantamiento a que hubieren llegado. Avanzando hacia el mismo blanco y relizando sus objetivos, el Espiritismo se encontrará con ella en el mismo terreno. A los hombres progresistas se les deparará en las ideas espíritas, poderosa alabanza y el Espiritismo hallará en los nuevos hombres, espíritus enteramente dispuestos a acogerlo. Dado ese estado de cosas,¿Qué podrán hacer los que traten de oponérsele?

LA GÉNESIS, LOS MILAGROS Y LAS PREDICCIONES, SEGÚN EL ESPIRITISMO-ALLAN KARDEC, CAP.XVII, Juício Final, Cap. XVIII, Los tiempos son llegados. -Señales de los  tiempos)

Gilberto Adamatti

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                                                                DIOS

“Amad toda la creación de Dios, en su conjunto, hasta el mínimo polvo. Si amáis cada cosa, comprenderéis el misterio de Dios en las cosas”. F. Dostoievski 

El Libro de los Espíritus de Allan Kardec plantea los principios esenciales del espiritismo sobre la base de preguntas y respuestas intercambiadas con los espíritus en sesiones espíritas y agrupados en un conjunto coherente y estructurado para convertirse en lo que se llamó la “doctrina espírita”. El pilar fundamental del espiritismo es la existencia de una fuerza suprema y creadora, todopoderosa y omnipresente, y origen de todas las cosas: Dios.
La noción de Dios Antes de desarrollar la noción de un ciclo divino, detengámonos un poco en esta fuerza suprema. A falta de un chisme de mostrador al estilo de “¡Dios es el tipo más célebre del mundo y sin embargo nadie lo ha visto nunca!”, antes de preguntarse “quién es Dios”, sería necesario interrogarse sobre “qué es Dios”. Como principio primero del espiritismo, que por lo demás supera a todos los otros, y del cual derivan estos últimos, esta idea de Dios lógicamente es abordada desde la primera pregunta de la obra emblemática de Allan Kardec (Libro Primero - Las Causas Primeras, Capítulo Primero - Dios): Pregunta 1: “¿Qué es Dios?” – Respuesta: “Dios es la inteligencia suprema, causa primera de todas las cosas”. Un criterio de infinidad es atribuido entonces a Dios: Pregunta: “¿Podría decirse que Dios es el infinito?” – Respuesta: “Definición incompleta. Pobreza de la lengua de los hombres que es insuficiente para definir las cosas que están por encima de su inteligencia”. Muy pronto, se ha planteado de entrada una limitación en la incapacidad de nuestro lenguaje, nuestra inteligencia, nuestra reflexión, o nuestro razonamiento, para aprehender de manera directa la noción de la divinidad. Sin embargo, puesto que a nuestro nivel Dios es indefinible, sigue siendo posible ejercer ese mismo razonamiento yendo a buscar el sentido de la divinidad en los “síntomas” de la divinidad, a saber la armonía del universo, de las cosas y de la vida. De allí, surge el postulado esencial del proceso de Allan Kardec: “Todo efecto tiene una causa. Todo efecto inteligente tiene una causa inteligente. El poder del efecto está en razón del tamaño de la causa”. Se remonta entonces a la causa original, es decir a Dios, por la observación de sus efectos. Así prosiguen las primeras líneas de El Libro de los Espíritus: Pregunta: “¿Dónde puede encontrarse la prueba de la existencia de Dios?” – Respuesta: “En un axioma que aplicáis a vuestras ciencias: no hay efecto sin causa. Buscad la causa de todo lo que no es obra del hombre, y vuestra razón os responderá”. Como lo recomiendan los espíritus, para llegar a Dios, basta pues con volver los ojos hacia las obras de la creación divina. El universo existe, tiene pues una causa. Dudar de la existencia de Dios, sería negar que todo efecto tiene una causa, y plantear que “nada” ha podido hacer “algo”. Otra pregunta, otra respuesta: Pregunta: “¿Qué 
consecuencia puede extraerse del sentimiento intuitivo que todos los hombres llevan en sí mismos de la existencia de Dios?” – Respuesta: “Que Dios existe, pues, ¿de dónde le vendría este sentimiento si no descansara en algo? Esto es también una consecuencia del principio de que no hay efecto sin causa”. La demostración lleva entonces a considerar que todo lo que existe no puede ser fruto del azar, sino que necesariamente tiene una causa primera. Realmente hay una voluntad inteligente en la organización armoniosa y estable de las cosas, desde lo infinitamente pequeño hasta lo infinitamente grande. Con gran frecuencia, al cometer el error de atribuir la formación primera de las cosas a las propiedades íntimas de la materia, tomamos el efecto por la causa, mientras que esas propiedades son ellas mismas un efecto que debe tener una causa. Y atribuir esa formación primera a algo fortuito y aleatorio, a la imagen del azar y la necesidad, se convierte entonces en un contrasentido: ¡un azar inteligente ya no es azar!
Los atributos de la divinidad A partir de allí, Allan Kardec definió por deducción lógica y razonando por lo absurdo todo un conjunto de atributos que caracterizan la noción de Dios, cualidades necesarias que hay que relacionar con el hecho de sus obras: “Dios es ‘eterno’: si hubiera tenido un comienzo, habría salido de la nada, o bien habría sido creado por un ser anterior. Es así como de pariente en pariente nos remontamos al infinito y a la eternidad. Dios es ‘inmutable’: si él estuviera sujeto a cambios, las leyes que rigen el universo no tendrían ninguna estabilidad. Dios es ‘inmaterial’: es decir que su naturaleza difiere de todo lo que llamamos materia, de otra manera no sería inmutable, pues estaría sujeto a las transformaciones de la materia. Dios es ‘único’: si hubiera varios Dioses, no habría unidad de puntos de vista, ni unidad de poder en la ordenación del universo. Dios es ‘todopoderoso’: porque es único. Si no tuviera el poder soberano, habría algo más poderoso o tan poderoso como él. No habría hecho todas las cosas, y las que no hubiera hecho él serían obra de otro Dios.
Dios es ‘soberanamente justo y bueno’: la sabiduría providencial de las leyes divinas se revela tanto en las cosas más pequeñas como en las más grandes, y esa sabiduría no permite dudar ni de su justicia, ni de su bondad”. Todo regresa y se remonta así a una causa primera, a la fuente, es decir a Dios, definiendo de hecho un principio de creación como característica esencial y visible de esa fuerza divina en acción. Se habla entonces de paternidad divina en las cosas creadas, de lo inerte a lo viviente, de lo material a lo inmaterial, del mineral al espíritu, pasando por todas las leyes llamadas naturales que rigen los movimientos de la vida y de la materia bajo toda naturaleza y bajo cualquier forma que sea. Detrás de cada cosa, hay pues un gran arquitecto como lo sugiriera P. Teilhard de Chardin: “En cada partícula, en cada átomo, en cada molécula, de las células de materia, viven escondidas y obrando a espaldas de todos, la omnisciencia del eterno y la omnipotencia del infinito”. Todo lo que revela vida contiene un ápice de Dios, con la consecuencia del sentimiento intuitivo de la existencia de Dios que todos los hombres llevan en sí mismos, cualesquiera que sean las culturas y las civilizaciones.

Le Journal Spirite nº 79

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CAMINO, VERDAD Y VIDA

Chico Xavier- Emmanuel

40

TIEMPO DE CONFIANZA


"Y Les dice: ¿Dónde está vuestra fe?"-(Lucas, 8:25.)


La tempestad estableciera la perturbación en el ánimo de los discípulos más fuertes. Desorientados, ante la furia de los elementos, se amparan en Jesús, en altos gritos.

Atendiéndolos el Maestro, pero pregunta después:

- ¿Dónde está vuestra fe?

El cuadro sugiere ponderaciones de vasto alcance. La interrogación de Jesús indica claramente la necesidad de mantener la confianza, cuando todo parece oscuro y perdido. En tales circunstancias, surge la ocasión de la fe, en el tiempo apropiado.

Si hay oportunidades para el trabajo y descanso, plantación y cosecha, se revelará igualmente la confianza en la ahora adecuada.

Nadie ejercitará optimismo, cuando todas las situaciones se conjugan para el bienestar. Es difícil demostrar amistades en los momentos difíciles.

Aguarden los discípulos, naturalmente, oportunidades de lucha mayor, en que necesitarán aplicar más extensa e intensivamente las enseñanzas del Señor. Sin eso, sería imposible aferir valores.

En la actualidad dolorosa, innumerables compañeros invocan la cooperación directa de Cristo. Y el socorro viene siempre, porque es infinita la misericordia celestial, mas, vencida la dificultad, esperen la indagación.

-¿Dónde está vuestra fe?

Y otros obstáculos sobrevendrán, hasta aquel discípulo aprenda dominarse, a educarse y a vencer, serenamente, con las lecciones recibidas.

Tras la lectura y meditación del texto anterior, basado en el episodio de la angustia y temor de los discípulos cuando iban en la barca con Jesús y se desencadenó la tormenta, comprendemos como es muy fácil ser optimista y estar alegres cuando las cosas son favorables y no enfrentamos pruebas difíciles.
La auténtica fe se debe manifestar en nosotros en momentos difíciles, ante las duras pruebas , preocupaciones y sufrimientos que a veces nos depara la vida.
Cuando todo va bien, o no nos acordamos de Dios, o nos acordamos superficialmente para apenas agradecerlo , muchas veces como rutina establecida pero vacía del auténtico sentimiento de gratitud hacia El.
Pensemos que las pruebas y problemas de la vida , aparte de ser muchas veces una consecuencia de nuestros errores pasados, sirven entre tanto para poner a prueba y fortalecer nuestra confianza en el Padre, convencidos de que este nunca nos abandona y nos lo demuestra tantas veces con Su socorro en nuestras pruebas, sufrimientos y problemas. Otra cosa es que cuando el sufrimiento cede o amengua, esto lo achaquemos a factores como la casualidad o la suerte, mientras nos empeñamos en ignorar o no admitir, que por encima de todo tenemos un Padre que es todo Amor y conoce nuestros problemas y angustias que al final siempre pasan o se solucionan del modo más impensable, pero seguimos sin comprender que tras lo que la vida nos pone por delante y el cómo se soluciona, hay un Poder , un Amor, una Perfección y una Justicia infinitas.
Jesús en el episodio de la tempestad en la barca, se sorprende ante la poca fe de sus discípulos que se angustian en esos momentos difíciles, pero esto no significa que esta reacción no sea humana y natural, pues el mismo Jesús, ante el dolor y la angustia de su agonía en la cruz, pidió al Padre que lo librase de la prueba, pero que no se hiciese lo que El pedía sino Su Voluntad. Aquí Jesús nos da la gran lección de que ante las pruebas y sufrimientos de la vida, siempre debemos pedir y aceptar por encima de todo la Voluntad del Padre que sabemos que es infinitamente bueno, justo y sabio, y que nunca abandona a sus hijos a pesar de las apariencias.
Por tanto hasta que no aprendamos la lección de dejar de ser ciegos o de ignorar a ese gran Padre nuestro, las pruebas, problemas y zozobras seguirán llamando a nuestras puertas y no dejarán de acosarnos para conducirnos a comprender, amar y confiar en Aquel que todo lo puede y que tanto nos Ama.

Jose Luis Martín

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